El descanso permitió que recuperásemos fuerzas pero también nos relajo en demasía. Cuando cogíamos el metro para llegar a la Avenida de los Campos Elíseos para iniciar la ruta de la tarde, resulta que nos equivocamos y tomamos una línea que no era y encima en dirección contraria. Estaba tan tranquilo mirando el cartel de la estación, Pont Neuf, y pensé “mira ahora igual estamos debajo del puente”, y entonce me di cuenta, “¡Pero si vamos en dirección contaría!”. No dio tiempo a salir. A decir verdad, yo salí escurriéndome por las puertas del metro como una anguila, pero mi mujer ya no pudo pasar. Con señas quedamos que ella bajase en la próxima estación y que yo la iría a buscar. La cosa se solucionó en poco más de 5 minutos que es lo que tardó en llegar otro tren y llevarme a la siguiente parada.
Bien todo solucionado. ¿Todo? Ni por asomo, no recordé que esa no era la línea que teníamos que haber cogido y nos pasamos de parada. Venga, de nuevo salir y vuelta a tras. Cuando llegábamos a la parada de George V habíamos perdido unos preciosos 20 minutos dando vueltas por el subterráneo.
Finalmente bajamos en George V para pasear por esta parte de los campos Elíseos y completar así la visión de la avenida más internacional de la ciudad. Aunque más ancha, nos recordó el Passeig de Gràcia de Barcelona.
Bien todo solucionado. ¿Todo? Ni por asomo, no recordé que esa no era la línea que teníamos que haber cogido y nos pasamos de parada. Venga, de nuevo salir y vuelta a tras. Cuando llegábamos a la parada de George V habíamos perdido unos preciosos 20 minutos dando vueltas por el subterráneo.
Finalmente bajamos en George V para pasear por esta parte de los campos Elíseos y completar así la visión de la avenida más internacional de la ciudad. Aunque más ancha, nos recordó el Passeig de Gràcia de Barcelona.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Llegamos hasta el Arco del Triunfo. Como pasan los años. ¡No recordaba que fuese tan grande! Foto de rigor y a coger el metro para acercarnos a la Torre Eiffel, que por el momento sólo la habíamos visto de muy lejos. La idea era seguir con los paseos tranquilos por la ciudad, pero el tiempo perdido viajando inútilmente por el metro nos había retrasado y era preferible recuperar tiempo, así pues a sabiendas que la parda de Trocadero estaba en obras merced a un mensaje de Funky que me puso en antecedentes, cogimos la línea 6 para bajar en Passy.
Mereció la pena este pequeño desvío porque nos permitió ver la Torre desde unas calles que de otra manera no hubiésemos descubierto. Además la parada no está lejos del Trocadero, ni mucho menos.
Mereció la pena este pequeño desvío porque nos permitió ver la Torre desde unas calles que de otra manera no hubiésemos descubierto. Además la parada no está lejos del Trocadero, ni mucho menos.
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Al llegar al Trocadero eran las siete tocadas y el sistema de iluminación empezó a funcionar tiñendo de amarillo las vigas de hierro de la Torre. Fotos de rigor desde un Trocadero bastante desierto, aunque, eso sí, los vendedores ambulantes de Torres Eiffel en miniatura rondaban por “su terreno”.
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Bajamos hacia la Torre y al pasar por las fuentes las pusieron en marcha. Al llegar a la zona del tío vivo el cielo ya estaba totalmente oscuro y la Torre parecía estar construida por vigas de oro en lugar de hierro.
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Pasamos por debajo de la estructura y tras admirarla nos alejamos en dirección a los Campos de Marte. Nos quedamos a medio camino entre la Torre y la Ecole Militaire. Allí pudimos presenciar el encendido de destellos que cada hora y durante 5 minutos sirve para destacar aun más a la Torre Eiffel.
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El siguiente punto de interés lo teníamos reservado para el Pont de l’Alma, para, si había tiempo, sentarnos a tomar algún refresco en los numerosos cafés que bordean a la Llama de la libertad, pero topamos con una tienda de juguetes muy guapa en la Avenue Rapp. Como el peque estaba a punto de cumplir años no nos pudimos estar de entrar... y salir con un nuevo regalo.
Al salir a la avenida tuvimos la posibilidad de ver la Torre entre calle y calle. Toda una experiencia.
Al salir a la avenida tuvimos la posibilidad de ver la Torre entre calle y calle. Toda una experiencia.
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En el l Puente del Alma descubrimos que en uno de los pilares hay una figura que vigila atentamente el Sena. Al parecer se trata de la estatua del Zuavo, un soldado que sirve para medir el nivel del Sena, y que en algunas ocasiones ha quedado inundado por las aguas del río Parisino. Si os fijáis lo podéis ver en la siguiente foto.
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La tarde no dio para más, pasamos por delante de los cafés pero no entramos a tomar nada, ya que teníamos mesa reservada para la nueve, así que mediante combinación de las líneas 9 y 1 llegamos sin más dilación al hotel. Dejamos el regalo del peque y nos cambiarnos para la cena, y aquí empezaron las preguntas, qué si ¿voy bien para donde me tienes que llevar?, que si ¿tendré frío?, que si “ya se donde me llevas” y esas cosas.
Como no podía ser de otra manera, iba a tirar de foro para programar la cena. La idea era no dar detalle alguno. Marearla un poco para que no oliese ni por asomo a dónde la quería llevar. Al principio pensé en una cena en uno de los cruceros por el Sena (por eso dejé que pensara que cenaríamos a bordo de uno de los barcos) o cenar en la Torre Montparnasse o en la propia Torre Eiffel, pero al final, merced a los consejos de los foreros encontré el lugar idóneo, Le Train Bleu, un local con mucho encanto y ambiente adecuado para celebrar una cena como la que le quería regalar. Reservé pues la mesa por Internet para no tener problemas.
Durante todo el día le iba diciendo que iríamos a la “Brasserie François”, un lugar que me inventé para driblar sus preguntas y así avivar su interés por el evento.
Otra vez nos valimos de la línea 1 para llegar hasta Gare de Lyon. En la misma estación de tren hay este restaurante que lleva el nombre de un antiguo comboi ferroviario que partía de esta estación. Yo me hice el despistado mirando el mapa como si no supieses a dónde íbamos. Incluso la fotografié delante de la zona de la estación donde queda el restaurante. Finalmente entramos a Gare de Lyon, hicimos tiempo mirando los TGV allí estacionados y finalmente subimos por las elegantes escaleras que llevan hasta la puerta del local.
Como no podía ser de otra manera, iba a tirar de foro para programar la cena. La idea era no dar detalle alguno. Marearla un poco para que no oliese ni por asomo a dónde la quería llevar. Al principio pensé en una cena en uno de los cruceros por el Sena (por eso dejé que pensara que cenaríamos a bordo de uno de los barcos) o cenar en la Torre Montparnasse o en la propia Torre Eiffel, pero al final, merced a los consejos de los foreros encontré el lugar idóneo, Le Train Bleu, un local con mucho encanto y ambiente adecuado para celebrar una cena como la que le quería regalar. Reservé pues la mesa por Internet para no tener problemas.
Durante todo el día le iba diciendo que iríamos a la “Brasserie François”, un lugar que me inventé para driblar sus preguntas y así avivar su interés por el evento.
Otra vez nos valimos de la línea 1 para llegar hasta Gare de Lyon. En la misma estación de tren hay este restaurante que lleva el nombre de un antiguo comboi ferroviario que partía de esta estación. Yo me hice el despistado mirando el mapa como si no supieses a dónde íbamos. Incluso la fotografié delante de la zona de la estación donde queda el restaurante. Finalmente entramos a Gare de Lyon, hicimos tiempo mirando los TGV allí estacionados y finalmente subimos por las elegantes escaleras que llevan hasta la puerta del local.
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¡Por fin había llegado el momento! Una vez más los consejos del foro no fallaron. Menudo restaurante más bonito y elegante. Las paredes estaban decoradas con pinturas y dorados. De los techos pendían bellísimas lámparas que iluminaban el comedor y un antiguo reloj presidía la zona donde íbamos a cenar. Tal y como pedí vía e-mail, nos colocaron al lado mismo de la ventana, así que desde esa atalaya teníamos visión privilegiada sobre la calle y de paso podíamos ver los rayos que emite la Torre Eiffel iluminando la noche parisina.
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La cena estuvo muy bien. De primero tomamos una especie de chorizo al pistacho que estaba bastante rico. De segundo ella pescado y yo una ternera muy suave y de postres pastel al gusto del chef para ella y un gustoso helado para mi. Todo acompañado por vino negro francés. Una delicia de cena. Para redondear la cita, deposité un regalito delante de su plato pero estaba tan absorta con el restaurante que no lo vio hasta el segundo plato.
Nadie diría que era miércoles y que estábamos en plena crisis porque en el restaurante no había una mesa libre. Llenaban el comedor desde ejecutivos en plan cena de negocios, hasta parejas como nosotros o grupos de amigos que salían a cenar. Los camareros que nos tocaron eran japoneses pero con el inglés nos apañamos bastante bien. Además al entrar nos preguntaron si preferíamos la carta en castellano, así que todo controlado. Para aquellos que queráis hacer una cena romántica en París os lo recomiendo.
Nadie diría que era miércoles y que estábamos en plena crisis porque en el restaurante no había una mesa libre. Llenaban el comedor desde ejecutivos en plan cena de negocios, hasta parejas como nosotros o grupos de amigos que salían a cenar. Los camareros que nos tocaron eran japoneses pero con el inglés nos apañamos bastante bien. Además al entrar nos preguntaron si preferíamos la carta en castellano, así que todo controlado. Para aquellos que queráis hacer una cena romántica en París os lo recomiendo.
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Al salir nos fuimos con el metro hasta el Barrio Latino. Salimos en St Michel (previa combinación línea 1 con la 4). Nos topamos con Rue du Chat Qui Peche que es la calle más estrecha de la ciudad, así que no podía dejar de fotografiarla. No nos demoramos mucho y cruzamos el puente para a cercarnos a Notre-Dame y así ver de cerca de la catedral ilumina. No había ni una alma así que pudimos auto-retratarnos sin problemas.
Acabaríamos la noche acercándonos al majestuoso Ayuntamiento de la ciudad y comprobar que habían puesto justo delante una pista de patinaje. Lástimas de no estar más días, sino hubiese obsequiado a mi mujer con mi arte. Tengo una habilidad pasmosa de patinar con el culo en el suelo, jejeje.
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Ya era bastante tarde y al día siguiente aun nos esperaba media jornada más y el retorno a casa, llegó el momento de dirigirse a Rue de Rivoli para encaminarnos de nuevo al hotel. Antes pero aun tendríamos ocasión de pasar el lado de la torre de St Jacques pero estábamos tan cansados que casi no nos entretuvimos mucho y fuimos rápidamente en busca de la cama.
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