3º DÍA: LA CITY, KNIGTHSBRIDGE
Si, ya se que estos dos distritos están bastante alejados el uno del otro, pero es lo que nos quedaba por ver. Así que el domingo por la mañana nos vamos a ver la catedral de St Paul. Como ya no nos queda mucho tiempo (ni fuerzas la verdad) decidimos ir en metro. Así que en Holborn cogimos la Central line (la verdad es que con el metro es muy fácil moverse por Londres) y nos plantamos justo delante de la famosa catedral

En ella se casaron el príncipe Carlos y la difunta princesa Diana, se celebraron los funerales de Winston Churchill y el almirante Lord Nelson. Además se puede subir a lo alto de la torre. 460 escalones te esperan, de los antiguos y empinados. Eso si, las vistas de
Londres son muy bonitas. Luego pasamos posteriormente el Thames de nuevo y entramos en el Tate Modern, un museo ubicado en una antigua central eléctrica que abastecía al distrito de Southbank. Está íntegramente dedicado al arte moderno. Y yo, que soy muy bruto en estas cosas, si ya me cuesta entender el arte tradicional, imagínate ver obras de Dalí, Warhol, Matisse etc. Visita fugaz, vamos.
A la salida ya fuimos hacia el Tower’s Bridge (impresionante), pasando antes por la fragata de Sir Francis Drake y un acorazado que hace las veces de museo flotante. A nosotros que trabajamos con barcos, no nos dio por visitarlo, pero por lo que decían algunos turistas, debe estar bonito.
Londres son muy bonitas. Luego pasamos posteriormente el Thames de nuevo y entramos en el Tate Modern, un museo ubicado en una antigua central eléctrica que abastecía al distrito de Southbank. Está íntegramente dedicado al arte moderno. Y yo, que soy muy bruto en estas cosas, si ya me cuesta entender el arte tradicional, imagínate ver obras de Dalí, Warhol, Matisse etc. Visita fugaz, vamos.
A la salida ya fuimos hacia el Tower’s Bridge (impresionante), pasando antes por la fragata de Sir Francis Drake y un acorazado que hace las veces de museo flotante. A nosotros que trabajamos con barcos, no nos dio por visitarlo, pero por lo que decían algunos turistas, debe estar bonito.

Cruzando el río, está la Tower of London, que es un castillo que en sus tiempos fue una prisión, también la casa de la moneda y, actualmente, alberga las joyas de la corona.
Desde allí nos montamos en un autobús de los famosos de Londres, de dos plantas. Como no sabíamos exactamente donde nos iba a parar, íbamos los dos en la planta de arriba con el plano extendido y dictando las calles por las que pasábamos, para asegurarnos de que íbamos por buen camino. Este autobús nos dejó en Trafalgar, así que luego cogimos la línea Piccadilly (cerca hay una parada de metro) y nos plantamos en el distrito de Knightsbridge para entrar al Victoria and Albert Museum, dedicado a las artes decorativas, con sus 145 salas. Si no llegamos a verlas todas, poco faltó, pues llegó un momento en el que nos perdimos, y para encontrar la salida nos las vimos y las deseamos. Pero todo muy bonito, trajes de época, joyas, textiles, etc…
Al salir ya nos fuimos a Hyde Park, inmenso, con su lago, el Serpentine y todas las familias con niños pasando una gélida tarde de sábado. A la salida por Speaker’s corner, nos encaminamos hacia Harrods, el lujoso centro comercial. Tampoco me pareció tan caro, ahora bien, los Rolls y Bentleys con chofer aparcados fuera indicaban que allí había algo de glamour. Luego visita al Hard Rock café, en el que había una cola para entrar digna de mención. El maitre estaba fuera tomando nota de lo que ibas a comer. Si no te disponías a cenar no era posible entrar. Claro, a las 18h no me apeteció demasiado cenar, así que no entramos. Como al día siguiente había que madrugar, decidimos que lo mejor era retirarnos al hotel a preparar las maletas y descansar. La vuelta fue un poco caótica, pues coincidió con el final del partido en Stamford Bridge, el estadio del Chelsea. Tuvimos que esperar hasta que pasó el tercer convoy de metro para poder subir. Nuestro vuelo despegó al día siguiente a las 11, con lo que nos dio tiempo de sobra para ir en metro hasta Heathrow.
Desde allí nos montamos en un autobús de los famosos de Londres, de dos plantas. Como no sabíamos exactamente donde nos iba a parar, íbamos los dos en la planta de arriba con el plano extendido y dictando las calles por las que pasábamos, para asegurarnos de que íbamos por buen camino. Este autobús nos dejó en Trafalgar, así que luego cogimos la línea Piccadilly (cerca hay una parada de metro) y nos plantamos en el distrito de Knightsbridge para entrar al Victoria and Albert Museum, dedicado a las artes decorativas, con sus 145 salas. Si no llegamos a verlas todas, poco faltó, pues llegó un momento en el que nos perdimos, y para encontrar la salida nos las vimos y las deseamos. Pero todo muy bonito, trajes de época, joyas, textiles, etc…
Al salir ya nos fuimos a Hyde Park, inmenso, con su lago, el Serpentine y todas las familias con niños pasando una gélida tarde de sábado. A la salida por Speaker’s corner, nos encaminamos hacia Harrods, el lujoso centro comercial. Tampoco me pareció tan caro, ahora bien, los Rolls y Bentleys con chofer aparcados fuera indicaban que allí había algo de glamour. Luego visita al Hard Rock café, en el que había una cola para entrar digna de mención. El maitre estaba fuera tomando nota de lo que ibas a comer. Si no te disponías a cenar no era posible entrar. Claro, a las 18h no me apeteció demasiado cenar, así que no entramos. Como al día siguiente había que madrugar, decidimos que lo mejor era retirarnos al hotel a preparar las maletas y descansar. La vuelta fue un poco caótica, pues coincidió con el final del partido en Stamford Bridge, el estadio del Chelsea. Tuvimos que esperar hasta que pasó el tercer convoy de metro para poder subir. Nuestro vuelo despegó al día siguiente a las 11, con lo que nos dio tiempo de sobra para ir en metro hasta Heathrow.