Nos levantamos con la idea de hacer camino hasta Chamonix porque estábamos con ganas de ver paisajes Alpinos. El tiempo no acompañaba, pero era mejor que quedarse en la tienda, así que después de desayunar nos metimos al coche sin saber muy bien lo que haríamos después de llegar a Chamonix.
Aquí os dejo algunas fotos del camino desde el Lemán a Chamonix, con el agua como indudable protagonista:

Por cierto, como os podéis imaginar, debido al tiempo, no vimos ni el Mont Blanc ni el Glaciar de la Mer de Glace. La verdad que es una pena, ya que realmente tenía muchas ganas de ver ambas cosas. Al día siguiente, el amable señor de Dijon me contó que ellos también habían ido un par de días atrás y que tampoco lo pudieron ver. Pero el viaje nos valió para hacernos unas amigas camino a Vallorcine, ya pasado Chamonix. Creo que son las vacas de mayor tamaño que he visto en mi vida.
Al final, y sin darnos cuenta llegamos a la frontera de Suiza, la cual después de ver que todos los coches franceses cruzaban sin la viñeta, decidimos también cruzar. Ahí nos percatamos que para circular por carreteras secundarias no hacía falta comprar viñeta. La mayoría de los coches franceses que pasaban iban para la zona del Lac Léman y la verdad que muy pocos tenían.

El cruzar la frontera fue una buena idea, ya que los paisajes fueron aumentando en belleza, y cuando llegábamos al Valais (Martigny) empezaron a aparecer viñedos mezclados con montañas. Nosotros no nos adentramos más en esta zona porque ya se nos había hecho un poco tarde, sino igual hubiésemos llegado a Sion que dicen que es bonito. Además para el día siguiente teníamos en mente ir hacía el centro del país y era demasiado para tan poco tiempo.
Como casi todos los días, acabamos la jornada con una botella de vino de la zona. en este caso de la Saboya.
