Todavía con la resaca de la boda, y sin apenas haber dormido en 4 días, salimos de casa bien temprano para ir al aeropuerto de Bilbao. Por delante teníamos 32 horas de viaje en las que pasaríamos por parís y Kuala Lumpur, hasta llegar a nuestra ciudad de destino, Ho Chi Minh. Después de 7 largas horas de espera en la capital francesa y 13 horas de vuelo hasta malasia, ya estábamos más cerca de nuestro destino.
Aún faltaban 3 horas para volar a Saigón, a si que aprovechamos para dar una vuelta por el aeropuerto.
Es tan grande y con tantas tiendas que no nos dio tiempo de verlo entero. Lo que más me llamo la atención fue la cantidad de tiendas en las que vendían todo tipo de chocolates. La decoración era increíble, muchísimo más cuidada que en Europa.
Mientras estábamos en la zona de espera para el embarque, unas vietnamitas me hacían fotos a escondidas. Se ponían delante de mí y apretaban el botón de su cámara muy poco disimuladamente; yo las miraba y se reían un montón, jajá. Después yo también aproveche para hacer fotos a unas azafatas de Malasia Airlines, que llamaban mucho la atención tanto por su uniforme como por su belleza oriental.
A las 18.30 hora local estábamos en el aeropuerto de Saigón. Nos habían advertido que se tardaba muchísimo en tramitar los visados y pasar la zona de pasaportes, pero 10 minutos después de aterrizar ya estábamos fuera con nuestra maleta.
Nosotros llevábamos la carta de invitación al país que nos había proporcionado la agencia, 2 fotos y los 45 dólares para el visado.
Salimos del aeropuerto, y un hombre con un cartel en el que ponía nuestros nombres nos esperaba. Tras identificarse nos montamos en su coche, y media hora después estábamos en el hotel Signature Saigón.
La ciudad de Ho Chi Minh nos recibió lloviendo y con un calor horrible. Lo primero que me llamo la atención fue la cantidad de motos que había. Más tarde nos enteramos de que solo en esta ciudad hay 6 millones de motos.
En el Hall del hotel nos esperaba la chica de rutas Vietnam, gallega por cierto. Nos dio toda la información del viaje, una mochila de regalo y dos cupones de masajes gratis para canjear en Hanói, ademas de un teléfono móvil con saldo, paras llamarles cuando necesitáramos cualquier cosa.
Al entrar en la habitación, vimos que por ser nuestra honeymoon nos habían dejado la cama llena de pétalos de rosa y con dos cisnes de toallas, además de una cesta de fruta y una botella de vino vietnamita. El hotel está en pleno centro de HCM y está super bien. La atención muy buena y todo super limpio.
Aún faltaban 3 horas para volar a Saigón, a si que aprovechamos para dar una vuelta por el aeropuerto.
Es tan grande y con tantas tiendas que no nos dio tiempo de verlo entero. Lo que más me llamo la atención fue la cantidad de tiendas en las que vendían todo tipo de chocolates. La decoración era increíble, muchísimo más cuidada que en Europa.
Mientras estábamos en la zona de espera para el embarque, unas vietnamitas me hacían fotos a escondidas. Se ponían delante de mí y apretaban el botón de su cámara muy poco disimuladamente; yo las miraba y se reían un montón, jajá. Después yo también aproveche para hacer fotos a unas azafatas de Malasia Airlines, que llamaban mucho la atención tanto por su uniforme como por su belleza oriental.
A las 18.30 hora local estábamos en el aeropuerto de Saigón. Nos habían advertido que se tardaba muchísimo en tramitar los visados y pasar la zona de pasaportes, pero 10 minutos después de aterrizar ya estábamos fuera con nuestra maleta.
Nosotros llevábamos la carta de invitación al país que nos había proporcionado la agencia, 2 fotos y los 45 dólares para el visado.
Salimos del aeropuerto, y un hombre con un cartel en el que ponía nuestros nombres nos esperaba. Tras identificarse nos montamos en su coche, y media hora después estábamos en el hotel Signature Saigón.
La ciudad de Ho Chi Minh nos recibió lloviendo y con un calor horrible. Lo primero que me llamo la atención fue la cantidad de motos que había. Más tarde nos enteramos de que solo en esta ciudad hay 6 millones de motos.
En el Hall del hotel nos esperaba la chica de rutas Vietnam, gallega por cierto. Nos dio toda la información del viaje, una mochila de regalo y dos cupones de masajes gratis para canjear en Hanói, ademas de un teléfono móvil con saldo, paras llamarles cuando necesitáramos cualquier cosa.
Al entrar en la habitación, vimos que por ser nuestra honeymoon nos habían dejado la cama llena de pétalos de rosa y con dos cisnes de toallas, además de una cesta de fruta y una botella de vino vietnamita. El hotel está en pleno centro de HCM y está super bien. La atención muy buena y todo super limpio.