La nueva mañana cogimos el metro hasta la parada “Westminster , volvimos a ver el Big Ben pero nos dirigíamos hasta St. James Park y el Palacio de Buckingham. Estuvimos un rato esperando para ver el cambio de guardia, que tiene su gracia con el desfile y los tambores.
Paseamos un ratito por St. James Park y agradecimos un caldito caliente que compramos con las bajas temperaturas.
Nuestra siguiente intención era subir al London Eye, pero cuando llegamos al pie de la noria vimos los precios y nos pareció escandaloso, y como además el día era nuboso no nos quedó más remedio que tratar de explicárselo a los niños (no se tomaron muy mal la decepción), y finalmente no montamos. No me arrepiento.
Volvimos a Trafalgar Square donde estuvimos un rato jugando y haciendo fotos en los leones y la curiosidad de las fuentes heladas.
Comimos en italiano con muy buen servicio que vimos por la parte posterior de la National Gallery y llegamos después a Leicester Square, donde no pudimos ver el monumento a Shakespeare que tenían tapado.
Volvimos a Covent Garden y a disfrutar del paseo y espectáculos, y desde allí callejeamos hasta Oxford Street, calle muy comercial de la que recordamos una enorme zapatería de muchísimos escaparates muy llamativos: Así, llegamos hasta
Baker Street, donde buscábamos el 221b , pero vimos que era muy larga y pillaba muy lejos y como los niños estaban cansados nos fuimos en autobús pasando por el Marble Arch.