Para nuestro último día completo en Bora Bora decidimos contratar la excursión en 4x4. No nos arrepentimos. Nos recogieron en el hotel y nos llevaron a dar una vuelta por todos los rincones de la isla (a la mayoría sólo se puede aceder en 4x4 debido a lo escarpado de ésta). La primera parada fue Vaitape, donde ya habíamos estado, nos acercamos al puerto y nos dieron algo de tiempo para visitar el mercadillo. El guía era un chico de la isla muy simpático que nos explicó muchísimas curiosidades, y nos llevó a algunos puntos donde pudimos contemplar unas vistas espectaculares de la isla desde arriba (subiendo hacia el monte Otemanu). También fuimos a ver el cañón que tienen de la 1ª guerra mundial, desde donde también había unas vistas preciosas.





Durante toda la mañana, el guía fue explicándonos como decía muchas cosas de la historia de Bora Bora, de las costumbres, actualidad, pasado, etc... combinado con sorpresas como el obsequio de un coco para beber, o llevarnos a ver cómo se hacen a mano los famosos pareos. Resumiendo, otra actividad que recomiendo.

Como era el último día intentamos aprovecharlo al máximo. Por ser nuestro hotel de la misma cadena que el Thalasso, podíamos ir al éste cuando quisíeramos, desde nuestro muelle salían lancha regularmente hacia el motu del Thalasso. Sabíamos que allí dan de comer a las rayas y que estas se acercan a la orilla cuando el chico del pescado se acerca con un cubo, así que fuimos a verlo.


La playa privada del Thalasso era enorme y espectacular. Lo bueno que al no estar en la isla, en el paisaje ves el monte Otemanu, una auténtica pasada. Comimos rápido en la terraza nada más llegar para que nos diera tiempo a ver cómo alimentan a las rayas.


Aquí nos pasó una de las cosas más fuertes de todo el viaje. Un chico del hotel coge un cubo de peces para darles de comer, se acercan montones de rayas a la orilla. Las rayas, según nos dijo el guía en la excursión del snorkel, son inofensivas a menos que las pises, ya que tienen un aguijón pegado a la cola que sueltan a modo de defensa cuando se sienten atacadas. Ese aguijón lleva veneno, y es muy peligroso porque se abre dentro de la piel y es muy difícil de sacar. Además, en Bora Bora se tarda bastante en llegar al hsopital más cercano a no ser que vayas en helicóptero. Pues bien, con todas las rayas aleteando alrededor del chico que imagino que las habrá alimentado millones de veces, de repente vimos que se quejaba y que salía cojeando hacia la orilla. Se acercó todo el mundo allí y vimos un rastro de sangre en el agua, y un aguijón que le traspasaba completamente el pie a la altura del dedo meñique. Escalofriante. Vinieron a por él con un carrito de esos de golf y se pusieron a quitarle el aguijón allí mismo, en el césped, a unos metros de la playa. Los gritos de dolor eran terribles.

Después de esa experiencia, pasamos el resto de la tarde en la playa del Thalasso, que como he dicho antes, era espectacular. Allí seguimos a la nuestra sin estarnos quietos, patinetes, padel surf, etc... hasta que se hizo la hora de coger el barco para volver a nuestro hotel.
Esa noche reservamos en el Fare Manuia, que estaba en la misma puerta del hotel, y donde hacen unas pizzas al horno de leña espectaculares. De precio muy bien y el local muy bonito y acogedor.