Último domingo de vacaciones de Pascua. Has pasado algunos días en los Pirineos y sientes la necesidad imperiosa de ir a la montaña otra vez. Como no es plan de empezar un viaje de nuevo de más de 1000 km, decides ir rauda a la siempre maravillosa Morella a comer; eso sí... con la comida traída de casa, que no está el horno para bollos. De ese modo, cargas el coche con tus trastos habituales y subes los escasos 30 kilómetros de la celebre ciudad castellonense.
Llegas a los pies de la ciudad fortificada y despliegas tus bártulos de dominguera en un área de autocaravanas. Escuchas en lenguas foráneas alabanzas a tu mesa plegable ultra-práctica y piensas "por favor, que me pidan cambiarla por su caravana". Con tu gozo en un pozo, terminas de comer y subes hasta la ciudad de Morella, a pasear por sus calles y tomarte un café acompañado por un delicioso fartó de Casa Gorreta.
Paseas por Morella y vas hasta su Iglesia, subes y bajas escaleras y acabas en la Placeta dels Tarascons para visitar la que dicen que fue la casa de Belibasta. Te despides de Morella por la puerta Del Forcall y decides que es pronto y que has leído en algún lugar que Culla es bonito, aunque Culla siempre te haya sonado - cosas de los pueblos - a un lugar remoto y perdido. Y ahora sí, después de esto, ponemos rumbo a Culla, no sin antes tener una de las perspectivas más bonitas que jamás habíamos visto de Morella :
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Llegas a los pies de la ciudad fortificada y despliegas tus bártulos de dominguera en un área de autocaravanas. Escuchas en lenguas foráneas alabanzas a tu mesa plegable ultra-práctica y piensas "por favor, que me pidan cambiarla por su caravana". Con tu gozo en un pozo, terminas de comer y subes hasta la ciudad de Morella, a pasear por sus calles y tomarte un café acompañado por un delicioso fartó de Casa Gorreta.
Paseas por Morella y vas hasta su Iglesia, subes y bajas escaleras y acabas en la Placeta dels Tarascons para visitar la que dicen que fue la casa de Belibasta. Te despides de Morella por la puerta Del Forcall y decides que es pronto y que has leído en algún lugar que Culla es bonito, aunque Culla siempre te haya sonado - cosas de los pueblos - a un lugar remoto y perdido. Y ahora sí, después de esto, ponemos rumbo a Culla, no sin antes tener una de las perspectivas más bonitas que jamás habíamos visto de Morella :
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El camino que desde Morella hay hasta a Culla es de una belleza inconmensurable; las montañas sinuosas y curvadas que cubren los pastos verdes de la recién estrenada primavera te dejan sin aliento. No recuerdas haber pasado jamás por allí y no te lo perdonas, está demasiado cerca como para no haberlo tenido en cuenta antes.
Para llegar a Culla debemos pasar por Benassal, celebre por su agua de la Font d'en Segures, que dicen que es medicinal. Nos paramos y bebemos unos tragos y proseguimos nuestro camino sin detenernos más, ya que son escasos los kilómetros que hasta nuestro destino restan.
Pocos kilómetros antes de llegar a Culla nos esperan algunas curvas y finalmente se nos presenta ante nosotros esa localidad subida en un cerro, solitaria, pretenciosa y preciosa. Aparcamos y nada más bajar del coche, en la parte baja - y nueva - del pueblo, nos encontramos con un cartel informativo que nos señala la ruta a seguir, marcada con los puntos más interesantes del pueblo. Emprendemos la breve cuesta que nos llevará hasta las puertas de la parte vieja del pueblo y, una vez llegados allí nos encontramos con una grata sorpresa. Un pueblo precioso.
Remonta sus orígenes a épocas prehistóricas, como demuestran los restos arqueológicos y las pinturas rupestres. Hasta principios del siglo XIII fue de dominio musulmán. Reconquistada en 1233 por D. Blasco de Alagón, en 1244 recibe la Carta Puebla. El Castillo de Culla tenía en aquella época un importante papel estratégico por su situación y lo amplio de su territorio. En 1303 es vendido a la Orden del Temple y 1317 pasa a depender de la Orden de Montesa. Cabe destacar la importancia que tuvo la Setena de Culla o Comunitat d'Herbatge, constituida por siete poblaciones y que perduró hasta mediados del siglo XIX. En el siglo XIX , tras la guerra carlista, el Castillo de Culla fue destruido y arrasado. Lo que quedó fue básicamente la imagen actual de la localidad.
[fuente aquí]
Calles de piedra, porches, plazas con portales... todas esas cosas que tanto nos gustan y que tanto disfrutamos.
Seguimos la ruta indicada y acabamos rodeando el pueblo por su parte más exterior y allí podemos disfrutar de unas vistas maravillosas:
Subimos hasta el cerro donde se encontraba antaño el castillo de la localidad pero del que ahora solamente quedan algunas piedras y el recuerdo. Deshacemos nuestros pasos pensando en lo precioso que debía ser aquél lugar con el castillo todavía en pie. Una lástima que las guerras acaben destruyendo todo lo bueno que el ser humano construye...
El sol se va marchando y a más de 1000 metros, y como dirían en mi pueblo, lo vent és pudent, y nuestro abrigo es escaso, por lo que decidimos volver a nuestra casa contentos por haber descubierto este lugar tan magnífico de nuestro vecino Alt Maestrat. [/align]