Idioma: English Español
Mostrar/Ocultar Blogs / Diarios
Mostrar/Ocultar Fotos / Pics
Blogs 
Expedición y acampada en la selva

Expedición y acampada en la selva ✏️ Diarios de Viajes de Honduras Honduras

La noche anterior Julia nos había explicado que comeríamos a eso de las 12 del mediodía, y una vez comidos emprenderíamos nuestra excursión a Punta Izopo, que es como se llama el parque nacional al que nos dirigíamos. Bien, aclarado esto, decir...
Arturo881 Autor:   Fecha creación:   Puntos: 0 (0 Votos)

Diario: Honduras, un país por descubrir

Puntos: 4.9 (8 Votos)  Etapas: 17  Localización:Honduras Honduras

La noche anterior Julia nos había explicado que comeríamos a eso de las 12 del mediodía, y una vez comidos emprenderíamos nuestra excursión a Punta Izopo, que es como se llama el parque nacional al que nos dirigíamos.

Bien, aclarado esto, decir que yo me desperté súper pronto como siempre y aproveché para irme a la playa a ver amanecer, aprovechando el momento para ver como los pescadores empezaban su jornada, y se lanzaban al mar con sus cayucos artesanos, para traer algo de sustento, de nuevo una grata experiencia que almacenar en mi cabeza.

Más tarde, desayunamos y nos pusimos el bañador para ir a la playa mientras se hacía la hora de comer. Como yo me llevé la cámara de fotos, una vez habíamos hecho las fotos pertinentes, me dirigí a la cabaña para dejar la cámara y así podernos bañar sin ninguna molestia. Cuando estaba dentro de la cabaña observo por la ventana como una niña, que no aparentaba más de cuatro o cinco años, estaba dándole vueltas a la mesa donde habíamos desayunado, ya que todavía no había sido recogida y quedaban algunos restos en ella, pero en ningún momento se atrevió a coger nada, entonces salgo de la cabaña y le digo que si quiere acabarse un poquito de leche y un poquito de zumo que quedaban en dos vasos, total ninguno de los vasos tenía más de dos deditos de contenido, y dibujando una gran sonrisa los coge y proceder a apurarlos y pienso en que bonito es poder compartir los alimentos con gente necesitada y agradecida al mismo tiempo.

A eso de las once y media aparece Elisa y nos trae lo más parecido a un cocido de aquí, con su pollo y verduras, y la verdad es que a esa hora, era de lo poquito que apetecía. Además Julia nos dijo que se lo había pedido así expresamente a Elisa, ya que un caldito viene muy bien para la “goma”. ¿Qué, que es la “goma”?, pues lo que aquí llamamos resaca, ya os dije yo que con el tema del ron, preveía que habría juerga, ja, ja, ja.. En fin, que nos tomamos ese cocido, preparamos nuestra mochila, y ….., ¡a la selva!.

Cogimos nuestra furgoneta, y tras unos pocos kilómetros, llegamos a la rivera de un río, el río Plátano. Allí, justo enfrente de nosotros, atisbábamos una cabaña, donde humeaba una fogata y Julia, procedió a gritar el nombre de la dueña: ¡Doña Julia, eh Doña Julia!, al tiempo que hacía aspavientos con sus brazos, y tras unos minutos vimos como alguien se lanzaba al río con una especie de barquita. Cual fue nuestra sorpresa cuando vimos llegar a una niña que no tendría más de seis o siete años manejando ella sola la embarcación, embarcación que resulto ser un cayuco, lo más parecido a un tronco de árbol vaciado por dentro. Así que nos dispusimos a colocarnos dentro de ella, intentando guardar el equilibrio, pero ¡la primera en la frente!, Inma no acierta, y acaba metiendo los dos pies, con sus respectivas botas de montaña, dentro del agua(más tarde se demostraría que tampoco es para tanto, ya os contaré).

Al final subimos los cuatro, la niña, Julia, Inma y yo, y procedimos a cruzar el río de una rivera a la otra, que tenía una distancia considerable y con una ligera corriente. Llegamos al otro lado del río y nos esperan un par de perros, a los que no les hace gracia que invadamos su terreno, persiguiéndonos con la intención de mordernos, hasta que abandonamos su zona y haciendo caso omiso de la dueña que les recrimina tal actitud.

Iniciamos ahora un pequeño trekking, rodeados de nubes de “zancudos” (mosquitos, os recuerdo), al tiempo que nos detenemos a observar a una familia de monos “carablanca”, que asoman en la copa de los árboles. Cuando ya llevamos una media hora, nos encontramos a Don Gilberto, que sería quien nos llevaría hasta nuestro destino final. Éste iba acompañado de su nieto de doce años, Cristian y tras andar otros veinte minutos, arribamos a la rivera de otro río. Allí escondidos entre los matorrales, descubrimos dos cayucos muy similares a la embarcación con la que habíamos cruzado el otro río, pero de dimensiones más pequeñas y decidimos cuál sería el reparto. Al final decidimos que el nieto vaya con Inma en la embarcación más pequeña de las dos, y D. Gilberto, Julia (que iba cargada con una gran mochila, con tienda de campaña y colchoneta) y yo iríamos en la otra.

En primer lugar salieron Inma y Cristian y a continuación nosotros tres. Por momentos los pierdo de vista y pienso, ¡madre mía, veremos como estará Inma!, pero al cabo de varios minutos los alcanzo a ver y ya me quedo un poco más tranquilo. A medida que vamos remontando el río, éste se va cubriendo de unas plantas acuáticas llamadas “lechugas”, que poco a poco van haciendo cada vez más difícil avanzar. En el cayuco de Inma, es el niño el que lleva las riendas, pero me sorprende gratamente ver como ella también lleva un pequeño remo artesanal e intenta ayudar todo lo que puede, mientras que en el nuestro, que además de nuestro propio peso, soporta todo el traslado de enseres y víveres, D. Gilberto es el que apechuga con casi todo el esfuerzo, ya que Julia que es quien debería ayudarlo, se encuentra muy mermada por su dichosa “goma” y a mí me han dado el papel de achicar el agua, que por momentos va inundando el cayuco.

Conforme seguimos avanzando la situación se va tornando cada vez más insoportable, ya que al intenso sol y asfixiante calor, se le unen los mosquitos, que a miles, no paran de picarnos, a pesar del repelente que llevamos puesto y por si eso fuera poco, las embarcaciones apenas pueden avanzar, ya que como no ha habido mucha lluvia, el río no lleva mucha agua y por momentos necesitamos ayudarnos de una vara para avanzar escasos metros.

Cuando ya llevamos casi una hora y media en el río, intentando guardar el equilibrio ya que son embarcaciones muy precarias y artesanales, y en cualquier momento podemos volcar y caernos al agua, no podemos avanzar más y debemos bajarnos y avanzar por la rivera hasta un punto en donde pueda haber un poco más de agua.

Es en ese momento dónde empieza mi odisea particular, ya que tras recorrer algunos metros, hundo mi pierna derecha en el lodazal, hasta la altura de la rodilla y tras varios intentos me es imposible sacarla, con tal mala suerte que en uno de esos intentos, meto la pierna izquierda, también hasta la rodilla, y así es como me encuentro, totalmente inmovilizado y sin posibilidad alguna de salir de ese atolladero. Resignado a mi suerte, procedo a pedir ayuda a Julia, la cual ya había perdido de vista ya que ella iba más ligera, dado el conocimiento del terreno, pero mientras esperaba su ayuda, y tirando de lo poquito de hombría que aún me quedaba, hice una maniobra, que todavía hoy sigo sin explicarme y pude sacar una de las piernas y luego, no sin gran esfuerzo, también saqué la otra, de manera que cuando Julia ya estaba llegando le dije que no hacía falta que me ayudase, que ya me había buscado yo la vida. Menos mal que optamos por llevarnos las botas de montaña, y ésta iban muy bien atadas, porque de lo contrario hubiéramos perdido nuestro calzado y tendríamos que haber estado descalzos toda nuestra estancia en la selva. Sí y hablo en plural, porque yo antes de toda esta odisea, había perdido nuevamente de vista a Inma, ya que su cayuco por el tamaño y peso, pudo avanzar unos metros más, pero según me contó, a ella le pasó exactamente lo mismo que a mí, pero en su caso, Cristian le ayudó mucho más que Julia a mí. Bueno, ¡por fin llegamos a tierra firme!, algo que hacía escasos momentos parecía harto difícil.

Ya estábamos casi todos, sólo faltaba D. Gilberto, que apareció minutos después empujando el cayuco con una vara. Procedimos a descargar todo lo que llevábamos y a esconder los cayucos en sitio seguro para la vuelta.

Creíamos que ya habíamos llegado a nuestro destino, pero craso error, ahora nos esperaba una caminata de una hora por la selva. D. Gilberto iba encabezando la expedición con un paso muy ligero y tras él iba yo siguiendo sus pasos y aguantando el ritmo. A medida que avanzábamos, el resto se iba quedando descolgado, pero Cristian en un alarde de caballerosidad, iba esperando a Inma y además según me contó posteriormente, le iba explicando todas las especies de plantas, palmas, etc, que iban viendo, así como los distinto frutos e incluso cogió varios frutos de cacao y una fruta muy curiosa llamada mazapán, que por cierto la degustaríamos más tarde durante la cena. Al final de la cola estaba Julia un tanto descolgada, os recuerdo que iba de “goma” (resaca) y ¡claro!, al final esto se paga, pero en su descarga también he de decir, que iba cargada con una mochila llena de todos los enseres y víveres, de manera que aguantaba un peso considerable.

Bueno, como he dicho antes íbamos avanzando y por momentos D. Gilberto tenía que hacer uso de un gran machete que portaba con él, para poder abrirnos paso en la espesura de la jungla. Yo, que iba inmediatamente detrás de D. Gilberto, observaba como éste, estaba rodeado de una nube de zancudos que le molestaban incluso a él, que imaginad si tiene que estar acostumbrado, por lo que no era difícil imaginar como iría yo, pero era tal el agotamiento, que ya apenas los notaba.

Al cabo de unos cuarenta y cinco minutos, se abre un poco la espesura y alcanzamos a ver una pequeña cabaña, con algunos enseres alrededor, más tarde sabríamos que eran de unos familiares de D. Gilberto, en concreto de la otra abuela de Cristian, que vivía con uno de sus hijos y también era aquí donde vivía el niño. Seguimos avanzando sin detenernos y cuando calculo que ya llevaríamos aproximadamente una hora, de entre la selva salen a saludarnos dos perros, muy delgaduchos ellos, y profiriendo gran cantidad de ladridos y meneos de cola, nos acompañan hasta la “casa” de D. Gilberto.

Como veis he entrecomillado casa, porque con este término quería referirme al sitio donde viven D. Gilberto y su mujer, pero realmente aquello era como una choza, hecha a base de maderas, algo de barro y techos de palma. Tenían dos chozas, una sería como la sala de estancia, comedor, cocina,.. y la otra era su dormitorio. Las casas estaban situadas en medio de un claro, que se había ganado de manera artificial a la selva, a base de talar toda la espesa vegetación que allí cubre cada centímetro cuadrado. Por allí campaban a sus anchas varios “chanchos”, que es como ellos llaman a los cerdos, con sus chanchitos, gallinas, pollitos, patos, un caballo, y sobretodo a uno que recuerdo con un especial cariño, un pedazo de pavo que hubo que atar, pues nada más verme la tomó conmigo y no paraba de embestirme, una situación muy graciosa para todos, excepto para mí, que no me hacía nada de gracia verme a aquel bicharraco que la tenía tomada conmigo, ¡manda narices, me vengo a la selva más indómita que haya conocido y el animal que me ataca es un pavo!, ja, ja, ja.

Bueno, a todo esto ya llegan los rezagados, extenuados al igual que yo, lo único que yo he tenido ya el tiempo suficiente para poder recuperarme un poquito. Entonces de dentro de la cabaña sale Doña Elena, la segunda mujer de D. Gilberto, sí sí, que estaremos en la selva pero hasta aquí llegan los problemas conyugales, una entrañable señora de aproximadamente metro y medio, con unos rasgos medio indígenas y una cara muy castigada por el paso del tiempo, quien nos invita a pasar al interior de su casa.

Al entrar en la choza, de apenas unos doce metro cuadrados calculo yo, me encuentro de frente con la humildad en su extremo más básico posible. La cocina es con un fuego de leña, evidentemente no tienen ni luz ni agua, la luz es un pequeño candil de petróleo y el agua la sacan de un pozo que hay cerca de allí. A penas tiene una pequeña mesa, que al mismo tiempo hace las veces de armario-despensa-banco de cocina, algunas sillas, que son troncos de árbol y alguna silla de plástico a la que le falta el respaldo, que deduzco habrán encontrado por algún lado, también hay una hamaca colgada del techo, en definitiva lo más básico que se necesita para subsistir. Doña Elena enseguida se apresuró a ofrecernos unas pequeñas bananas que tienen en un rincón, en su propio tronco y que han recogido hace unos días, que por cierto estaban deliciosas y además sirvieron para recuperarnos un poco de la fatiga. Aprovechamos para quitarnos los calcetines y las botas de montaña, que os recuerdo estaban de lodo hasta arriba, y las sacamos afuera, dejando nuestros pies descalzos para nuestro alivio.

En ese momento empiezan a desfilar por la casa los pollitos que campaban a sus anchas y se detenían a picotearnos las piernas y los pies, ya que les llamaba la atención todos los trozos de plantas, barro, etc, que llevábamos encima, Doña Elena nos explica que estos pollitos son un antimosquitos natural, ya que enseguida que ven un mosquito corren a picotearlo para comérselo, sin duda algo muy curioso.

Julia nos acompaña al pozo para que nos quitemos todo el lodo que llevamos encima, mientras ella nos monta la tienda de campaña, que es donde pasaremos la noche, en un pequeño claro, detrás de las dos chozas. En el pozo, cometo el gran error de quitarme toda la ropa y de repente siento un montón de picotazos al mismo tiempo, que a pesar de apresurarme en vestirme de nuevo, no consigo evitar. Al final, resignado, pienso: ¡total unos cuántos más!, al menos he conseguido quitarme toda la espesa capa de barro que me cubrían las dos piernas y refrescarme un poco. Regresamos y acomodamos nuestra mochila y demás cosas en la tienda que ya estaba montada, obviamente tuvimos que dejar en un lado toda la ropa que estaba llena de barro.

De nuevo volvimos a la casita donde ya sólo estaba Doña Elena, su marido se había ido con el niño para acompañarlo a casa de su otra abuela, y allí de nuevo nos acomodamos en las viejas sillas, para seguir charlando con ella. Es en ese momento, aprovechando en que sólo estamos nosotros, donde nos confiesa el porqué de que Cristian, esté allí en la selva, y el motivo no es otro que el que las “maras” (bandas callejeras muy peligrosas), lo tienen sentenciado, ya que el parecer es un niño bastante problemático que incluso los profesores les dijeron que lo sacaran de la escuela. Nos quedamos bastante impactados, porque el niño era todo dulzura, amabilidad, educación, por lo que pensamos en lo injusta que es la vida, ya que a él le había tocado vivir una situación familiar muy dura, al igual que el entorno donde nació y creció, puesto que se había demostrado que tras estar un tiempo en la selva, el niño había desarrollado sus instintos naturales propios de su edad, modificando su actitud y aprendiendo muchísimo de la vida salvaje y libre, y para nada quedaba ya rastro de aquello que nos habían descrito.

A todo esto, Doña Elena, mientras charlaba con nosotros estaba preparando la cena para esa noche. Como antes he explicado, utilizando un fuego de leña, y como a las horas que ya se habían hecho, ya era de noche, tenía un pequeño candil de petróleo con una llamita, a penas un poco más grande que la de una vela, que era lo que le servía de luz para poder cocinar.

Nosotros estábamos casi en penumbra, observándola y contemplando la situación que nos rodeaba. A todo esto, no nos olvidemos, que seguíamos rodeado de nuestro amigos los “zancudos”, pero nuestra anfitriona nos tenía deparada una sorpresa, había preparado un remedio natural para espantarlos. Se trataba de un pequeño cubo o cazo de hojalata, dentro del cual habían algunas cortezas de árbol, pequeñas ramitas y unas piñas de palma, llamadas “corosos”, que sin llegar a prenderse fuego del todo, desprendían un humo, un tanto dulzón, que hacía las veces de anti mosquitos.

Ella, toda orgullosa, cuando veía que el humo bajaba de intensidad, cogía el cazo, salía fuera al exterior y lo movía como si estuviese bailando el botafumeiro, al tiempo que nos repetía: “…¡mirar que humito más bueno y suave os estoy preparando!, y tras esto lo entraba a la casa, y en menos de un minuto, ni habían mosquitos, ni nos veíamos las caras y apenas podíamos respirar, pero bueno había que reconocerle la preocupación por nuestro bienestar e intentábamos disimular, al tiempo que le agradecíamos su “humito”.

Mientras ella seguía cocinando, los perros se intentaban colar en la casa, al resguardo de los mosquitos, pero Doña Elena cuando atisbaba la presencia de los mismos, cogía un palo a modo de vara y amenazándolos gritaba: ¡ya están aquí con la zancudera!, ¡anda y pá fuera, que vosotros ya tenéis a los pollitos para que os quiten los mosquitos!. Los perros, que de tontos no tenían ni un pelo, se resguardaban detrás de Inma, esperando que pasara la bronca, pero para nada se salían afuera, allí dentro estaban mejor que bien.

Como estaba diciendo, Doña Elena, nos cocinó una cena, simple pero a la vez deliciosa, por un lado nos hizo pollo frito en aceite de palma, con un aderezo que le daba un buen sabor, un poco de arroz blanco hervido y también nos hizo el mazapán , aquella fruta que Cristian había recogido por el camino, la cual sabía como a patatas fritas, pero con un sabor aún mas agradable y fino. Nosotros, casi a oscuras, y apoyándonos el plato encima y servidos únicamente de nuestras manos, procedimos a dar buena cuenta de esta cena, la cual nos supo a gloria y así se lo hicimos saber. Ella estaba muy contenta y agradeció los halagos, al tiempo que nos dijo que daba gusto tratar con personas como nosotros tan agradecidas. Nos invitó a no tirar los huesos, diciéndonos que era para hacer una sopa para el gato, aunque a mí me quedó la duda si la sopa no sería para ellos mismos, visto que ella apenas si quiso probar el pollo alegando unas molestias en el estómago, no olvidemos que el pollo lo habíamos traído nosotros así como otras muchas cosas más y que éstas allí podrían llegar a considerarse un artículo de lujo. Después de cenar y limpiar nuestras manos con un harapo de tela multiusos, nos quedamos charlando un ratito más y nos retiramos para dormir.

Como nos habíamos provisto de unas pequeñas linternas, nos dirigimos hacia nuestra particular suite, es decir, a nuestra tienda de campaña, pero el corto camino se nos hizo insoportable dada la gran cantidad de bichos que revolteaban a nuestro alrededor, y sobretodo al de la luz de la linterna, pero como pudimos llegamos hasta ella. Una vez dentro, intentamos acomodarnos, pero para ello tuvimos que quitar unas cuantas piedras que hacían imposible el podernos tumbar. Arreglado esto nos miramos y en ese momento Inma exclama: ¡parece mentira, a nuestra edad y mira en que circunstancias nos vemos, ja, ja, ja…!. La verdad es que cuánta razón tenía, pero esto era parte de la aventura que nosotros mismos habíamos deseado con tanto ahínco.

La noche se me hizo eterna, apenas creo que pude dormir mucho más allá de dos o tres horas en total, pero a trompicones, yo creo que no llegué a estar más de media hora seguida. Los sonidos de la selva eran impresionantes, y sobretodo el saberte tan vulnerable allí en medio sin apenas protección, y máxime cuando por la tarde nos habían estado comentando que por esta selva habían jaguares, pero que no nos preocupáramos, ya que rara vez iban por esa zona, como mucho se les habían comido algunos chanchos (cerdos), pero porque éstos se habían despistado. Con ese panorama tocaba pasar la noche.

Inma llegó un momento en que le venció el sueño y consiguió quedarse completamente dormida, pero yo tuve que quedarme como “guardián de la casa”. De pronto oía rugidos que no sabía interpretar, algo que pasaba muy cerca de la tienda, incluso llegando a hurgar por los alrededores y me decía a mí mismo: ¡tranquilo, lo que sea, será!. Calculo que serían sobre las cuatro o cuatro y media de la madrugada, cuando los monos aulladores empezaron a despertarse y os recuerdo que sus aullidos, más bien eran auténticos rugidos espeluznantes en mitad de la oscura y cerrada noche. De nuevo vuelvo a ponerme en guardia y deseo con todas mis fuerzas que amanezca lo antes posible. No sé si fue porque lo deseé con tantas ganas, el caso es que casi sin darme cuenta eran ya las cinco y pico y el día comenzaba a clarear, me senté en la tienda y a través de la mosquitera me deleito con los primeros albores del día, así como con sus sonidos. Es en esas cuando veo a Doña Elena que sale de su casa y se interna en la selva, prefiero no saber a dónde se dirige.

Al momentito, y tras embadurnarme con loción antimosquitos, procedo a salir, observando que Inma duerme placenteramente, ¡qué envidia, me digo para mis adentros!. Me doy un pequeño paseo por los alrededores para estirarme un poco y poder desentumecerme, aprovechando para visitar los mismos paisajes que se supone había visitado Doña Elena hacia unos minutos, ja, ja, ja.. . Pero a mí no me dejaron ni un momento de relax, ni los perros, ni los cerdos, ni los pollitos, ni las gallinas, ni la fauna local, en fin, otra situación muy surrealista.

Cuando paseo por los alrededores de la choza, Doña Elena que me ve enseguida, me invita a pasar con ellos que ya están despiertos. Están sentados alrededor de una pequeña radio que en ese momento emite el noticiero nacional, yo presto la misma atención que ellos y tras acabar el mismo, procedemos a comentar las noticias y yo les cuento como está la situación en España. Intento no darle mucho protagonismo, ya que me parece que pudiera ser un tanto insultante hablarles de nuestra crisis, a gente que a penas tiene casi nada. A todo esto Doña Elena está acabando de preparar un delicioso café, hecho el fuego de leña y filtrado con un colador de esos que habían en las casas españolas antiguamente (por lo menos yo sí lo he conocido en mi casa y sobretodo en la de mis abuelos). Me ofrecen comer alguna pasta (os recuerdo que tanto el café como las pastas las habíamos traído nosotros), pero declino la invitación para más tarde.

Como ya son las siete, quedamos en que vamos a despertar a las dos que nos faltan, Julia e Inma, ¡porque ya es demasiado tarde!. Inma sale de la tienda y enseguida es recibida por los perros con una gran alegría y yo me digo, ¡que tendrá ella que no tenga yo con estos perros!, pero enseguida llego a la conclusión de que ella, la tarde anterior había sido su ángel de la guarda, resguardándolos de la ira de Doña Elena y esto al parecer los perros nos lo habían olvidado.

Después de desayunar, aderezados como siempre por el dichoso humito, nos calzamos las mismas botas de montañas todavía llenas de barro hasta arriba y nos dispusimos a realizar una caminata por la selva. De nuevo disfrutamos de una belleza natural y salvaje indescriptible, pero también el calor, la humedad y sobretodo los dichosos mosquitos que los habían a miles, nos hicieron que fuera una dura travesía.

De vuelta a la casa, nos dispusimos a recoger todo para nuevamente emprender el camino de regreso. Allí nos despedimos de Doña Elena, quedando en nuestra memoria un grato recuerdo, y una lección de humanidad, pero sobretodo un gran baño de humildad y un recuerdo imborrable de unas personas, que en apenas un día nos habían ofrecido su casa y todo lo que tenían, para hacer que nuestra estancia fuese lo más agradable. ¡Hasta siempre, gracias y les recordaremos durante mucho tiempo!

El viaje de vuelta en cayuco fue igual o más duro que a la ida, porque al cansancio acumulado, tuvimos que sumarle que el río se había llenado aún más de aquellas plantas acuáticas llamadas lechugas e hizo que el trayecto se hiciera muy largo. Llegamos a la ribera donde el primer día habíamos abordado los cayucos y allí nos despedimos de Don Gilberto y Cristian, continuando nuestra travesía a pie hasta llegar al cayuco que nos había cruzado el río el primer día y procedimos a cruzarlo hasta la otra parte donde nos esperaba Walter el conductor, con unas bolsitas de agua muy fresca, que agradecimos enormemente. Esperamos a que el cayuco hiciera otro viaje y vinieran Julia y la otra abuela de Cristian que se había venido con nosotros para ir a la ciudad.

De regreso a las cabañas, Elisa, que nos estaba esperando para servirnos algo de comer, se quedó muy preocupada al vernos las pintas con las que llegábamos. Estábamos demacrados, ojerosos, yo además llevaba algún día sin afeitar y encima las botas y la ropa, llenas de barro. ¡En fin, todo un espectáculo!.

Nos preguntó si estábamos bien y enseguida nos sirvió algo de comida, aunque yo he de reconocer que lo último que me apetecía en ese momento era comer nada, pero bueno, hice de tripas corazón y tomé un poquito, ya que me sabía mal hacer un desprecio y sin más dilación procedimos a recoger todo lo que traíamos. Sobra decir que tuve que encargarme de limpiar las botas en una pila que había allí y luego las puse al sol, ya que quedaron totalmente empapadas.

Nos cambiamos y salimos a nuestra “champa” para relajarnos, pero apenas si habían pasado unos minutos cuando apareció nuestro amigo Yose, con otro amiguito, para saber que tal estábamos. Yose se quedó impresionado cuando vio todas las picaduras que llevábamos, no dando crédito al panorama que veía y pasándome la mano por la espalda (yo estaba sin camiseta en ese momento), se repetía una y otra vez, que ya nos había avisado que no teníamos que haber ido a ese sitio. Transcurrido el susto inicial, nos dijo que si le habíamos traído lo que le habíamos prometido, y confirmándole que sí, le hicimos entrega de un cuaderno y unos lápices de colores, lo que le hizo una gran ilusión, pero enseguida nos preguntó si nos habíamos acordado de los tacos y del balón de fútbol y tuvimos que explicarle que camino de la selva no lo habíamos podido encontrar pero que en otra ocasión sería. Después de estar un ratito con nosotros se marchó y ya no le volvimos a ver en todo el viaje, sobra decir que a este niño, también le guardamos un rinconcito en nuestros corazones.



📊 Estadísticas de Etapa ⭐ 0 (0 Votos)
  Puntos Votos Media Visitas
Actual 0 0 Media 15
Anterior 0 0 Media 7
Total 0 0 Media 963

05 Puntos
04 Puntos
03 Puntos
02 Puntos
01 Puntos
Para votar necesitas conectarte como usuario registrado.
Te puedes registrar gratis haciendo click aquí

comment_icon  Últimos comentarios al diario: Honduras, un país por descubrir
Total comentarios: 10  Visualizar todos los comentarios
Arturo881  Arturo881  02/08/2015 09:44   📚 Diarios de Arturo881
Hola os recuerdo que he creado una galería con las fotos de Honduras y que sigue el guión del diario, pero al revés, porque al ir a ponerlas la primera la consider la última y viceversa. Os animo a todas/os a verlas. Saludos.
Kotis  kotis  23/08/2015 03:18   📚 Diarios de kotis
Comentario sobre la etapa: Hacia la Isla de Roatán
Acabo de descubrir este superdiario. Aún estoy en Guate y me quedan unos tres días para entrar a Honduras (directo a Rotan). Te estrello ya mismo y después sigo leyendo.
Arturo881  Arturo881  29/08/2015 07:34   📚 Diarios de Arturo881
Gracias Kotis, estaba fuera y acabo de ver tu comentario, quizás ya llegue tarde pero cualquier información que pueda facilitarte, ah y gracias por tus estrellas.
Karme65  karme65  08/08/2017 10:49   📚 Diarios de karme65
Comentario sobre la etapa: Preparación del viaje
Estoy preparando un viaje para hacer snorkel y empece a mirar , entre otros destinos, Honduras y me he encontrado con tu diario que es absolutamente genial. Definitivamente, Honduras. Te dejo 5 estrellitas porque no puedo dejarte mas.
Karme65  karme65  18/01/2019 19:27   📚 Diarios de karme65
Comentario sobre la etapa: Hacia la Isla de Roatán
Fantástico diario, estoy preparando un viajecito a Roatan para hacer snorkel que es mi pasión y he agradecido mucho tus comentarios. Te he dejado las 5 *.
CREAR COMENTARIO EN LA ETAPA


👉 Registrate AQUÍ

Diarios relacionados
Honduras, un país espectacularHonduras, un país espectacular Viaje por Honduras, copán, Roatan.. ⭐ Puntos 5.00 (2 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 29
Escapada a Roatán-HondurasEscapada a Roatán-Honduras De San Pedro de Sula a West Bay ⭐ Puntos 5.00 (1 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 28


forum_icon Foros de Viajes
Pais Tema: Viajar a Honduras: Qué Ver, Dónde ir, Lugares de Interés
Foro Centroamérica y México Foro Centroamérica y México: Foro de viajes a Centroamérica y México: Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Honduras, interior de México y Costa del Pacífico, Panamá...
Ir a tema del foro Ir a tema del foro
Últimos 5 Mensajes de 127
160320 Lecturas
AutorMensaje
Medinenses
Medinenses
Experto
Experto
10-01-2013
Mensajes: 157

Fecha: Mie Nov 08, 2023 08:49 am    Título: Re: Viajar a Honduras: Qué Ver, Dónde ir, Lugares de

Buenos días!!
Veo que hay "poca" info actualizada sobre Honduras. ¿Alguien que haya estado recientemente nos puede echar un cable?
¿Qué tal está Roatán de masificado? ¿Utila merece la pena? Nos encanta hacer snorkell y los sitios tranquilos. Estamos planificando un posible viaje para el año que viene, Tela, Pico Bonito, La Ceiba y las Islas de la Bahia mas o menos.

Muchas gracias de antemano!!
indamatossi.marta
Indamatossi.marta
Dr. Livingstone
Dr. Livingstone
05-06-2014
Mensajes: 5035

Fecha: Mie Nov 08, 2023 04:12 pm    Título: Re: Viajar a Honduras: Qué Ver, Dónde ir, Lugares de

Yo no creo que mi aportación te sea de mucha utilidad en Honduras. Cuento lo poco que hicimos ( enero 18, o sea que hace tiempo ) Entrada y salida por San Pedro Sula para ruta por Guatemala y algo de honduras de algo mas de 3 semanas. Fuimos a Copan ruinas y de ahí a Guatemala, para volver a San Pedro , vuelo a Roatan. 3 días en Roatan. Yo lo percibi un lugar muy para los Usa, los precios estaban en usd, barato no lo es. No como el resto del pais. El snorkel estuvo bien. Pero en mi opinion sin mas, en la misma playa o donde vayas, te van a ofrecer de todo. Regatea mucho y mucho, Nos...  Leer más ...
alejandria
Alejandria
Moderador de Zona
Moderador de Zona
01-01-2009
Mensajes: 8566

Fecha: Mie Nov 08, 2023 10:53 pm    Título: Re: Viajar a Honduras: Qué Ver, Dónde ir, Lugares de

"Medinenses" Escribió:
Buenos días!!
Veo que hay "poca" info actualizada sobre Honduras. ¿Alguien que haya estado recientemente nos puede echar un cable?
¿Qué tal está Roatán de masificado? ¿Utila merece la pena? Nos encanta hacer snorkell y los sitios tranquilos. Estamos planificando un posible viaje para el año que viene, Tela, Pico Bonito, La Ceiba y las Islas de la Bahia mas o menos.

Muchas gracias de antemano!!

Viajar a Roatan - Honduras
ANGEMI
ANGEMI
Moderador de Zona
Moderador de Zona
09-08-2009
Mensajes: 31231

Fecha: Mie Abr 10, 2024 10:07 am    Título: Yamaranguila: Visita - Intibucá, Honduras

Yamaranguila, descubriendo el paraíso hondureño cuna de los lencas

Más allá de enclaves tan conocidos como La Ceiba o Roatán, Honduras tiene infinidad de pueblos con encanto. Y hoy visitamos uno que nos acerca hasta los lencas.

Seguir leyendo en: viajar.elperiodico.com/ ...a-99320767
ANGEMI
ANGEMI
Moderador de Zona
Moderador de Zona
09-08-2009
Mensajes: 31231

Fecha: Mie Abr 10, 2024 10:09 am    Título: Vídeo Honduras Verano 2024: Qué Ver, Dónde ir, Lugares de

Honduras: Campaña de Verano 2024

Respuesta Rápida en el Foro

¡Regístrate Aquí para escribir en el Foro!


Mostrar/Ocultar Galería de Fotos
Honduras
HOLA Y CHAU
DANIEL76ARG
Honduras
TICA BUS
DANIEL76ARG
Honduras
Playa de ROATAN
SiempreNv...
Honduras
sonrisa en copan
Traveller3
All the content and photo-galleries in this Portal are property of LosViajeros.com or our Users. Aviso Legal - Privacidad - Publicidad
Nosotros en Redes Sociales: Pag. de Facebook Twitter instagram Canal de Youtube