Con toda la esperanza del mundo me había puesto el despertador a las 5:30 para ir a coger el bus al parque de Cuero y Salado. Cuando ha sonado el despertador, estaba cayendo tal diluvio que no ha dejado margen de duda. Me he puesto el despertador a las 10 y he seguido durmiendo. Plan B, iré a Cuero y Salado el miércoles.
Sin prisa alguna me he despertado y me he ido a una cafetería a desayunar. Una cafetería que parecía sacada de los años 80 pero que estaba bien cuidada: villancicos suaves e incluso olía a croissant a la plancha. Por un momento he desayunado casi en Europa.
Bajo la lluvia he vuelto al hostal a recoger y me he ido a pillar el bus para el río Cangrejal, en el parque nacional "Pico Bonito". En este parque es popular una ruta a unas cascadas y el rafting. Según iba el bus, al lado del río estaba claro que el rafting iba a ser imposible. El río está crecidísimo por las lluvias y baja con una fuerza increíble. Hasta hemos pasado al lado de unos bomberos que estaban intentando sacar un coche en medio del río, Dios sabe si con gente dentro. La mitad del autobús se ha puesto a pedir a Dios que no haya nadie dentro mientras yo pedía que el conductor mirase para delante, rezaban en voz alta con suplicas tipo las que se hacían en Guatemala en Cerro quemado. Este viaje está siendo de una intensidad cristiana que me vuelvo bautizado por la iglesia adventista de los últimos días del señor y el juicio final.
He llegado al lodge sobre las 13. El lodge "Jungle River Lodge" está bastante bien. Tiene una zona común que da al río, con bonitas vistas y unas pozas donde bañarse. Las habitaciones y aseos no están tan bien pero estoy solo en una habitación de 6 camas, así que ni tan mal. Estamos tres hondureños, una americana y yo.
En la zona común tienen una guacamaya roja que se pasea libremente; la guacamaya tiene una mala hostia increíble. En cuanto alguien se apoya en la barandilla, va corriendo a pegar un picotazo. Además, la tía se acerca poco a poco y te muerde a traición. Incluso le ha pegado un picotazo al perro que tienen. Se ha acercado por detrás y le ha enganchado el rabo; el pobre perro ha pegado un grito y se ha ido corriendo con la dueña. Es buenísima la guacamaya. Yo me he llevado un picotazo por listo. No sabía de su genio y he ido a echar una foto demasiado de cerca y me ha enganchado en la mano.
Por la tarde me he acercado a ver la entrada al parque para mañana. Resulta que hoy, por las lluvias, está cerrado y me veo que mañana también, un plan perfecto. Temporada de lluvias indiscutible. De camino a la entrada hay bonitas vistas a una de las cascadas y algún colibrí se ha dejado ver.
El resto de la tarde la he pasado en la zona común y al final he terminado juntándome con los hondureños. Youtubers, fútbol, política y mujeres. El pack. Me han vuelto a decir que en España dicen que es racista. El colmo es que uno de los hondureños parece europeo. Al ser blanco, aquí le llaman "cheles" al chaval. Es como en España que en todos los grupos de amigos hay uno al que le ponen de mote "el negro", pues aquí "el blanco", salvo que para decir blanco dicen "cheles". Y eso seguido de decirme que España es racista.
El chaval blanco es de un pueblo que se llama Santa Bárbara y todos coinciden en que es donde están las mejores hondureñas, porque son "chelecitas" y con ojos azules y verdes. Hemos pasado un rato hablando alrededor de la hoguera hasta que nos hemos subido a cenar.
Por la noche he estado un rato fotografiando ranas y unos sapos gigantes que se ve que son venenosos. Un día más relajado imposible. Vida de jubilado casi. A ver si hay suerte y mañana puedo hacer la rutilla de senderismo. Uno de los hondureños dice que confía en que el río baje y podamos hacer rafting, dudo que baje tanto como para que deje de dar miedo. Yo en ese río ahora mismo no me meto ni de coña.