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Seguimos nuestra ruta por los Castillos del Loira. Comenzamos por el Castillo d’Amboise que se encuentra a 30 minutos del hotel.
Destruido varias veces por los normandos, Amboise fue integrado en los bienes de la casa de Anjou antes de pertenecer a la casa de Amboise – Chaumont y de pasar en 1422 al vizconde de Luis de Thouars en herencia. En 1431, Louis d’Amboise participa en un complot contra Louis de la Trémoille, favorito del rey Carlos VIII, y es condenado a muerte. Posteriormente se conmuta la pena, pero su castillo es confiscado por el rey de Francia.
Al estar en medio de la ciudad de Amboise, no tiene aparcamiento por lo que hay que dejar el coche en zona de pago, aunque apenas costó 2 € dejar el coche allí una hora.
Cuando llegamos estaba casi vacío, por lo que pudimos disfrutar de él con tranquilidad. Comenzamos la visita por la Capilla de San Humberto, donde se encuentra la tumba de Leonardo Da Vinci.
Si os asomáis a la llamada Torre del Niñito, veréis unas preciosas vistas de la ciudad.
Comenzamos la visita de sus estancias, caracterizadas por ser bastante sobrias y llenas de tapices.
Según avanzamos entre las habitaciones, vemos como el estilo cambia y se pasa de tapices a paredes enteladas, lo que le da aspecto de mucho más lujo.
La estancia que más me gustó fue la Sala del Consejo, donde se realizaban audiencias y fiestas.
Otro de los atractivos de este castillo es que para movernos por las plantas no usamos las típicas escaleras de caracol, sino una rampa en espiral alrededor de un cilindro vacío.
Salimos por el lateral del castillo.
Y paseamos por sus jardines, donde hay que destacar la cúpula de la torre Hertault, el Jardín oriental y el Busto de Leonardo Da Vinci.
Es un castillo pequeño y sus jardines tampoco son grandes, por lo que en poco más de una hora podréis verlo sin problema. La entrada cuesta 10.90 €. El aparcamiento, como he comentado, es de pago y va por tiempo.
Nos dirigimos al Castillo de Chaumont Sur Loire, que se encuentra a 20 minutos.
Cuando llegamos había cola, pero no tardamos mucho en entrar. Comprobamos que hay diferentes tipos de entradas según lo que quieras visitar. Teniendo en cuenta que estábamos de viaje para ver los castillos y que no volveremos aquí, sacamos la entrada más completa, con una multa de 17 € por persona.
Comenzamos la visita por los Jardines “E”, una inmensa explanada llana que vamos rodeando. En ella encontramos diferentes conceptos de jardines que han realizado diferentes autores. Mi preferido, sin lugar a dudas, fue el Carré & Rond, un paseo por un camino de madera rodeada de agua, nenúfares y bambú rojo.
Hasta ahora, visitando el Jardin E, había un orden fácil de seguir. Eso acaba en el Jardín D, donde hay 24 versiones de mini jardines. Los visitamos todos, pero hay que estar muy atento para no saltarse ninguno. Los hay más tradicionales y otros más innovadores; son bastante curiosos de ver.
Una de las partes de los jardines que me resultó más divertida fue la zona de las plantas carnívoras, sobre todo por los carteles que usaron.
A lo largo de los jardines encontramos flores por todos lados. Ir en primavera debe ser el paraíso.
Vistos los jardines, nos dirigimos al castillo.
La fortaleza de Chaumont Sur Loire se construyó hacia el año 1000 para vigilar la frontera entre los condados de Blois y Anjou. En 1465, Luis XI hizo incendiar y arrasar el castillo, que se reconstruyó varios años después.
Propiedad de la familia de Amboise durante 500 años, fue Carlos II de Amboise quien inició su metamorfosis como castillo de recreo de estilo renacentista. Las decoraciones esculpidas adquieren importancia y se convierten en el principal elemento de las fachadas exteriores.
Es un castillo bastante más grande por dentro que el de Amboise. En los aposentos y despachos usan los tapices como decoración.
Una de las salas que más me gustó por su elegancia fue el comedor.
Tras ver 4 castillos, ya estamos hechos a las escaleras de caracol; sin embargo, la conocida como Escalera de Honor del Castillo de Chambord Sur Loire resultó ser espectacular.
Estamos acostumbrados a ver las salas más decoradas y mejor acondicionadas de los castillos, de ahí que me llamara tanto la atención que la visita continuase por la buhardilla. Un espacio recientemente reabierto como espacio de arte contemporáneo, pero en el estado en el que se encontraría cualquier castillo no cuidado tras tantos años.
Volvemos a la zona “arreglada” del castillo visitando sus salas de estar, desde bibliotecas a salas de billar.
El último punto especialmente llamativo de la visita a este castillo fue la forma de “decorar” lo que un día fue la capilla de esta fortaleza.
Continuamos la visita por los Jardines B. Las obras que en él se encuentran están muy dispersas, por lo que es sumamente complicado seguir una ruta lineal para verlas todas (sobre todo porque nosotros entramos por la entrada sudeste del castillo).
Al igual que la zona E, estos jardines son una inmensa explanada con obras colocadas en ciertos lugares. Me resultaron muy curiosas, especialmente el árbol con escaleras colgando y el árbol con armadura.
Por último dejamos la visita de la zona de entrada (letras J, I, K, H…). Los antiguos establos sirven como centro de arte moderno y como jardín tropical.
El precio de la entrada es de 17 €. Tardamos: una hora y media en visitar los Jardines E y D, una hora en visitar el castillo y 45 minutos en ver los Jardines B. Estos tiempos son estimados y depende de lo que cada uno se retrase (sobre todo haciendo fotos). En el Jardín B podéis pasar más que el tiempo que estuvimos nosotros, porque es difícil ver todas las composiciones siguiendo una ruta. El aparcamiento es gratuito.
A la salida, casi a las 3 de la tarde, nos disponemos a comer nuestros bocadillos (mismo plan del día anterior) fuera del recinto en un enorme parque de césped vacío que hay.
Tras almorzar, nos disponemos a visitar el último castillo del día: el Castillo de Chenonceau, que se encuentra a media hora y el GPS decide tirarnos por las carreteras más pintorescas que hemos visto nunca. Un regalo.
El Castillo de Chenonceau es conocido como el “Castillo de las Damas” en la historia de Francia, porque fue construido por Katherine Briçonnet en 1513, embellecido sucesivamente por Diana de Poitiers y por Catalina de Médicis, y salvado del rigor de la Revolución por la señora Dupin.
Lo cierto es que estamos bastante cansados, el castillo de Chaumont Sur Loire nos ha hecho andar más de la cuenta bajo un sol de justicia; por ello, cuando llegamos al Castillo de Chenonceau y vemos la marabunta de gente que hay allí, nos venimos abajo. Es, con diferencia, el castillo en el que más gente había. Bajabas por las escaleras casi piel con piel, y en las habitaciones era casi imposible hacer fotos.
Comenzamos la visita por el lateral derecho para ver a los burros (cada uno con nombre propio).
Continuamos por el Vergel de las Flores.
Y más adelante encontramos la Galería de los Carruajes.
Continuamos andando y llegamos a los Jardines de Catalina, desde donde encontramos una preciosa estampa del castillo.
Nos toca entrar al castillo, y aquí es donde comienza el agobio y el calor de tanta gente dentro, que es insoportable.
La visita comienza por la capilla.
Y transcurre luego por las habitaciones de cada una de las mujeres que han vivido en dicho castillo (sí, cada una se creó una habitación propia y a su gusto).
Sin duda el que más me llamó la atención fue el aposento de Luisa de Lorena; hoy en día la llamarían gótica. Aquí tenéis fotos de la cama, los techos y las paredes de la habitación.
Esta foto la he tomado del libreto que te dan, porque como he comentado, era imposible hacer fotos de la barbaridad de gente que había.
Nos disponemos a visitar su tumba, que se encuentra en el bosque anexo al castillo, y para ello recorremos la galería (la zona situada encima de los famosos arcos sobre el agua de este castillo).
A través de ella salimos al bosque donde se encuentra la tumba de Luisa de Lorena.
Ya un poco más despejados, volvemos al castillo para continuar la visita, donde vemos, entre otras estancias, la cocina (sala que no habíamos visto en ningún otro castillo por ahora).
Tras finalizar la visita dejamos el castillo atrás.
Y nos dirigimos a los Jardines de Diana de Poittiers. Muy bonitos, pero estábamos friéndonos bajo el sol.
Así que en vez de volver sobre nuestros pasos y regresar por el camino principal, entramos en un bosque que hay al final de estos jardines. Están completamente vacíos, a la sombra, y sólo hay silencio, así que nos parece el paraíso.
A través de este camino llegamos a las Cariátides.
Por último, antes de irnos, visitamos el laberinto (nivel: niños de parvulario).
El precio de la entrada es 12.50 € (sin audio guía) a los jardines y el castillo. La visita nos llevó casi tres horas. El aparcamiento es gratuito.
Nos ponemos de nuevo rumbo al hotel que se encuentra a media hora.
Estoy realmente rendida, así que decidimos no bajar al centro andando, como los otros días, sino buscar algún sitio más cerca del hotel para comer. A quince minutos encontramos La Bolée Gourmande. Comemos dos galettes y un crêpe, más una botella de agua, por 27.50 €. El servicio fue bueno y rápido.
Os dejo una foto de la carta de bebidas, similar al resto de los sitios, para que os hagáis una idea de las clavadas que pegan con los refrescos, agua, y cualquier bebida en general (hasta el punto de cobrar 6 € por un litro de agua).
Volvemos al hotel después de cenar, porque al día siguiente nos espera otra larga jornada.
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