Para este día teníamos unos cuantos kilómetros por delante desde Hedé a la costa de Granito ya en el departamento de las Cote de Armor. 2 horas tardamos en llegar a la localidad costera de Perros Guirec, el acceso a un tramo del llamado Sendero de los Aduaneros que recorría toda la costa bretona. Tardamos mucho en cruzar el pueblo por el atasco monumental que había y finalmente llegamos a la localidad de Sant Guirec, donde dejamos el coche en un parking gratuito y nos fuimos a buscar el sendero a pie del pueblo de Sant Guirec.


Llama mucho la atención las formas que adquieren las rocas de un color entre rosa y salmón.

Realmente es un paisaje curioso y digno de ser visto. Quizás la mejor foto que puede sacarse se hacen desde el faro de Ploumanach. Tuvimos suerte porque el día era bueno, nublado pero sin llover. No me gustaría saber como será por aquí un día de temporal...

Es curioso como según la marea tienen que guardar los barcos en los muelles para poder hacerse a la mar, como en este caso que tenía que bajar por una especie de raíles este barco de guardacostas.
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La ruta se puede hacer circular aunque nosotros decidimos hacer 1 hora desde Sant Guirec a Perros y otra hora para volver. Es muy transitad en verano y apta para todos los públicos, entre las señalizaciones y la gente es imposible perderse. A la hora de comer tuvimos un disgusto, llegamos a las 14h y en ningún sitio nos dieron de comer, todos llenos y muchos a las 14h cerraban la cocina…si, en pleno mes de agosto… de locos. Finalmente camino hacia nuestro nuevo hotel no tuvimos otra opción que buscar un mc donalds y comer ya a las 15,30 h, vamos como en casa…
Ya en el departamento de Finistere teníamos nuestro hotel en el pueblo de Saint Thegonnec, a pie de la autovía que llega a Brest. Este pueblo es el centro de los llamados complejos parroquiales. Son unas iglesias desmesuradamente grandes y ricas (teniendo en cuenta que hay pueblos de menos de 1000 habitantes) que destacan por sus calvarios y osarios anexos a la iglesia. Para los que les gusta el arte es una visita inexcusable. Para los que no les gusta tanto es al menos pintoresco.

Primero fuimos al de Saint Thegonnec, quizás el mejor, y luego al de un pueblo vecino, Gimiliau. Son pueblo realmente pequeños y el ambiente que nos encontramos con la pertinaz lluvia (estuvo lloviendo o chispeando más de 24 horas seguidas), esos cementerios y esas iglesias junto con las abundantes cruces que uno se encuentra por el camino, te hacen ver que estás en un sitio peculiar.
Nuestro hotel era una casa de campo a 1 km del pueblo en medio de la nada, con una habitación inmensa, un desayuno increíble y eso sí, una propietaria con un pequeño problema de superpoblación de gatos, contamos 13… se llama La Apothéis por si alguien está interesado.
Sin GPS jamás hubieramos llegado, eso sí el sitio era tranquilo a más no poder, entre bosques y granjas. Incluso teníamos esta mesita en el porche que nos daría mucho juego.


El que por la carretera pudieras tocar una vaca sin bajarte del coche te habla de lo rural del sitio
