Suena el despertador temprano. Hoy cogeremos por primera vez uno de esos tranvías de los que el día anterior intentaron atropellarme en varias ocasiones para ir a la Estación central a coger un tren que nos llevará dirección Harleem.
Nuestro primer contacto con la Estación central fué un poco caótico aunque al final se le va cogiendo el truco. Hay máquinas para sacar billetes por todas partes de la estación, pero si sois como yo y vuestra relación con las máquinas no es del todo buena, tenéis un servicio de atención al cliente donde te explica todo lo que necesitas saber y donde, además, puedes comprar los billetes que necesitéis. Nosotros fuimos siempre alli jijiji




Llegamos a Harleem y la estación de tren está situada en una gran plaza. Como no se veía ninguna oficina de turismo, entramos en un Sturbucks que está justo al lado de la estación a preguntar y nos facilitaron un mapa. Era muy fácil, hay que coger recto por la calle de en frente a la estación y seguir hasta llegar a la plaza del pueblo donde está la catedral (y la oficina de turismo). Comenzamos a andar y cuanto más nos adentrábamos en el centro más nos iba gustando lo que veíamos.
La calle que te lleva a la plaza del pueblo es peatonal, con detalles muy bonitos. Y la cámara comenzó a funcionar.
Los detalles que tienen las casas son preciosos.
Y así, andando y disfrutando del empezar a funcionar de las tiendas, llegamos hasta la plaza principal donde está situada la Catedral. Antes de empezar a dar un paseo y echar mil quinientas fotos (todo sea dicho) entramos a preguntar en la oficina de turismo. Nada más entrar vimos que los mapas costaban dinero, si, el mismo mapa que la chica del Sturbacks nos había dado gratis y pensando que lo mejor que podíamos hacer era perdernos un poco por las calles, salimos de la oficina de turismo y empezamos a disfrutar del pueblo. Os pongo algunas fotos que sacamos.
La Catedral es preciosa, y si os gusta la fotografía, hay muchas perspectivas para sacar fotos geniales

Y andando, llegamos a un gran canal donde estaba el primer molino que veríamos en este viaje, el Molen de Adriaan.
Era un sitio super tranquilo y precioso, te daban ganas hasta de pintarlo, como esta señora que nos encontramos. Una buena vista para el salón

Y así estuvimos, paseando, para nosotros la mejor forma de conocer Harleem. Os pongo algunas de las fotos que hicimos.
Y así, paseando por sus calles, llegamos de nuevo a la plaza.
Y aquí vimos unas tiendecitas de lo más graciosas, digo por su tamaño claro y por las mascotas que había en las puertas de algunas de ellas

Y ya nos fuimos de vuelta a la estación, no sin antes pararnos en un puesto de patatas fritas para probarlas por fin. Y os digo una cosa, no sé que tendrán, pero están....pffff riquísimas!! Nosotros las pedimos con mahonesa y estaban espectaculares!! No dejéis de probarlas.
Y ya, con el hambre quitado, nos fuimos de vuelta a Amsterdam. Mi opinión particular de Harleem, a mi me encantó. Creo que es un pueblo con bastante encanto y muy cercano de Amsterdam que merece una visita. Pero claro está, todo depende del tiempo que tengáis. Si váis con el tiempo muy justo, considero que puede ser prescindible y dejarlo para otra ocasión, eso sí, si tenéis tiempo como nosotros tuvimos, no dudéis en acercaros. Creo que no os arrepentiréis.

Llegamos de vuelta a la estación central de Amsterdam y volvimos a comprobar el gran bullicio que hay, al parecer es a todas horas. Y nos fijamos en los taxis tan curiosos que tienen, muy parecidos a los que hay en Venecia

Al fondo se puede ver Sint Nicolaaskerk, la entrada es gratuita y merece la pena entrar. Es bastante bonita por dentro.
Entramos por la calle Zeedijk y aquí nos dimos cuenta que entrábamos en el barrio chino. Más que nada porque en el barrio chino los letreros con los nombres de las calles vienen con los nombres escritos también en chino.
En esa misma calle hay numerosas banderas gays, coincidía en el tiempo que estuvimos alli de los festivales gays que se organizan en la ciudad en el mes de julio. Además, podemos encontrar también un templo (pequeñito) chino. Desde luego estos holandeses tienen de todo!!

Y así, seguimos paseando sin mapa y sin rumbo, adentrándonos y dejándonos llevar pos las calles de Amsterdam. Os dejo algunas fotos.
¿Hay bicicletas?


Mirad que terracita, lo mejor el año de construcción.
Y asi, andando, llegamos a uno de los numerosos mercadillos que tiene Amsterdam. La verdad es que no compramos nada, bueno si, unos imanes para el frigorífico (si, colecciono imanes


Después de bichear por el mercadillo llegamos al Barrio Rojo y allí vimos el primer Coffeshop de Amsterdam.
En la misma calle hay varios Coffeshops de esta cadena y tienen además su propia tienda con artículos y ropas de la conocida marca Bulldog. Como dato de interés, al lado de esto Coffeshop está la calle más estrecha de Amsterdam, donde en algún tramo no caben dos personas a la vez.
Mirad que maravilloso sitio para pararte a tomar un café. Fue un rato fantástico el que pasamos en esta mesa charlando de las cosas que estábamos conociendo y de lo que nos estaba pareciendo Amsterdam.
Seguimos caminando y llegamos al barrio de Spui y andando nos encontramos, en la calle Voetboogstraat[b] (que es la calle adyacente a Kalverstraat) el puesto de patatas fritas famoso que os comentaba en etapas anteriores [b]Vleminckx. Y si, están riquísimas, desde luego unas de las mejores patatas fritas que hemos probado nunca y la salsa...sin palabras. El lugar es muy pequeño y se forman colas rápidamente. Cierran, para mi gusto, relativamente temprano y además puntualmente. Os lo comento porque algún que otro día me quedé con las ganas al llegar demasiado justa de tiempo.

Seguimos paseando y, casi sin darnos cuenta, se nos cayó la noche encima. Nos fuimos caminando para el hotel y nos paramos en un italiano a cenar en la zona de Leidsplein donde hay una gran variedad de bares de todos los gustos. El bar donde cenamos estaba bastante bien, tenia todas las pizzas y toda la pasta a cinco euros el plato. En total con las bebidas incluidas nos salió la cena unos 14 euros aproximadamente. Como nuestro nivel adquisitivo no es para tirar cohetes, cenamos en este restaurante en un par de ocasiones mas. Primero por el precio y segundo porque la comida estaba riquísima

Después de cenar nos fuimos dando un paseo hasta el hotel. Había sido un día inolvidable y lo mejor es que quedaban muchas cosas buenas por llegar.
Bicicletas en Amsterdam