Comienza nuestro tercer día completo en Amsterdam y aunque el cansancio va apareciendo en nuestros huesos no hace que nos levantemos con unas energías que solo aparecen cuando estás de vacaciones. Hoy tenemos un día bastante completo e interesante por parte de los dos. Por parte de mi chico porque es viernes y como leímos en varios diarios, todos los viernes se celebra un mercado de quesos en Alkmaar, primer pueblo que visitaremos hoy, y mi chico como un gran adorador de todos los distintos tipos de quesos que puede haber estaba ansioso por comenzar su cata personal. A mi no me gusta el queso, pero todo lo que conlleve mercado, sea de lo que sea, me encanta. Pero yo estaba más ilusionada por ir al otro pueblo que visitaríamos, Zaanse Schans, el pueblo de los molinos. Había visto cantidad de fotos y contaba los días que me quedaban por verlo con mis propios ojos, y ese día por fin había llegado.
Nos fuimos dirección Amsterdam Central y fuimos directamente a atención al cliente, donde pagamos los dos billetes de tren, que nos serviría para hacer la siguiente ruta y que nos costó unos 23 euros por persona aproximadamente.
Amsterdam- Alkmaar- Zaanse- Amsterdam. Hay que hacer algunos cambios de tren, perdonarme, no lo apunté. Pero os informan perfectamente y si no, seguid a la gente

Llegamos a la estación central con un tiempo magnífico. Desde el mismo momento en que sales de la estación encuentras carteles que te indican la dirección del mercado y por consiguiente, del centro del pueblo, con lo cual no hay pérdida ninguna. Lo primero hay que cruzar un canal (que raro

Comenzamos a caminar y vemos unas calles preciosas y un paraje que ya sabemos que es típico de alli.
Al poco llegamos a una plaza donde hay una iglesia y comenzamos a ver los primeros puestos con flores y semillas de todas clases.
Me encantaron estos bulbos.
El cartel del mercado de quesos te lleva a una calle comercial con tiendas para todos los gustos y colores. Nosotros no paramos ya que queríamos llegar al mercado temiendo la cantidad de gente que sabíamos que nos íbamos a encontrar. En la calle hay mucha animación e incluso una caja de música gigante, de estas antiguas, no recuerdo el nombre, que te hacía meterte en el entusiasmo de la gente e ir caminando con una sonrisa en la cara.
Y así llegamos a la plaza del mercado de quesos. No hacía falta carteles. El bullicio de la gente y los puestos con quesos de todas clases nos sirvieron para saber que ya habíamos llegado.
Aquí el primer puesto donde mi chico hizo su primera degustación personal.
En el canal puedes ver como van llegando las barcas con los quesos para ser pesados.
Puedes entrar en una especie de habitación para ver como trabajan los queseros para pesar los quesos, ver las herramientos que utilizan. Puedes además subirte a una báscula especial de quesos donde te pueden pesar.
Y así llegas a la plaza, donde se hace la fiesta del peso del queso. Los hombres y mujeres van vestidos con trajes regionales y se hace de algo cotidiano una especie de fiesta, donde incluso estaba la televisión grabando. Hay mucha gente, pero al ser siempre lo mismo suele haber movimiento, así que con un poco de paciencia no te costará mucho estar en primera fila para ver un poco del espectáculo.
Esto tiene que pesar

Algunas fotos para que os hagáis una idea de la cantidad de gente que hay.
Después de haber estado en todos los puestos y de que mi chico hiciera su degustación (no quedó ninguna clase sin probar) y de comprarse algunos quesos que la verdad no están muy caros, decidimos dar un paseo por el centro del pueblo, porque al fin y al cabo Alkmaar tiene más cosas que ver aparte del mercado de quesos. Os pongo algunas fotos para que os hagáis una idea.
Y volvimos a llegar a la plaza donde estaba la primera iglesia que vimos, no sin antes pararnos y sentarnos al lado de un canal para comernos un bocata de los que traíamos preparados

Y así, no sin antes de dar otra pequeña vuelta por los puestos, nos fuimos de Alkmaar con un gran sabor de boca, no nos estábamos equivocando con el planning establecido.


Cogimos el tren de nuevo, pero esta vez dirección de (a mi parecer) uno de los mejores sitios de Holanda, Zaanse Schans. La parada de tren se llama Koog Zaandijk, estad atentos y no bajaros en otra. Cuando te bajas parece que te has equivocado de sitio, ya que lo primero que veréis será una fábrica, pero nada, estáis en el sitio correcto. Andando unos diez minutos os encontraréis la primera toma de contacto con los molinos de Zaanse.
Y aquí tenéis un mapa con el recorrido que podéis hacer para visitar la parte de los molinos. Nosotros fuimos primero para la parte de los molinos, paseamos y al final cogimos una barquita que cruzaba el río y te dejaba en la otra parte del pueblo, lo cruzas y vuelves otra vez a este molino que acabáis de ver en la foto. Comenzó a chispear pero teníamos tantas ganas de ver lo que se divisaba a través del puente que esas gotas no nos asustaron. Nada más comenzar a andar en el puente nos quedamos embobados con las vistas, y como a veces las palabras sobran os dejo algunas de las miles de fotos que hicimos.
Y así, sin para de mirar hacia nuestra izquierda, cruzamos le puente. No sin antes esperar a que el puente se levantara ya que iba a pasar un barquito por debajo. Llegamos al pequeño pueblecito. Aunque tengo que decir que había demasiados grupos organizados y eso le daba al pueblo un toque super turístico a mi me encantó, me encantó las casas y sus detalles y me encantó el ambiente. La verdad es que los grupos organizados solo iban a ver las vistas y a entrar en la tienda que hay de zuecos, por lo que pudimos perdernos un poco y evitar así el ajetreo de la gente. En ocasiones parecía que estábamos alli solos. Os dejo algunas fotos para que os podáis imaginar como es el sitio.
Maravilloso sitio para dejar pasar los minutos
Hasta cisnes te encuentras. Y se dejan darles de comer
Hay también un pequeño museo donde puedes ver los utensilios y herramientas que se utilizan para realizar los zuecos y te hacen una demostración, que aunque sea en inglés, se entiende perfectamente puesto que ves que se hacen los zuecos a la misma vez que la explicación. Os dejo algunas fotitos.
Hasta zuecos patines, no me imagino yo con eso puesto...

Haciendo la demostración
Después comenzamos el paseo por los molinos y acabamos cruzando el río en la barca llevada por un matrimonio muy simpático, el marido hablaba un poco español, algo muy raro en estas tierras. Y luego fuimos paseando de nuevo hasta la estación de trenes, no sin antes echar un último vistazo hacia atrás e intentarnos grabarnos en las retinas este pueblo con tanto encanto.
Llegamos de nuevo a Amsterdam y cogimos la calle Singel y luego la calle Brouwersgracht para ir dirección el barrio Jordaan, un barrio precioso donde sus canales invitan a pasear y a perderse entre sus calles. Antes decidimos parar para tomar un cafe y disfrutar de la vista y tranquilidad de los canales.
Este hombre pensaría lo mismo que nosotros, pero el siendo más listo, decidió pintarlo para llevarlo siempre consigo
Después de renovar energía seguimos caminando y llegamos hasta las famosas casas barcos de Amsterdam, aquí os dejo algunas fotos.
Quien tuviera una casa asi y alli 8)
Al fondo de la foto se puede ver la torre de Westerkerk
Y andando nos encontramos con una taberna española!


Como no era hora para tal delicia, entramos solo para echar un vistazo y luego continuamos nuestro camino por el barrio Jordaan. Llegamos hasta la calle Rozengracht, la Mezquita de Amsterdam. Está situada en una gran avenida y la verdad es que afea un poco a la Mezquita, pero bueno, como nosotros teníamos tiempo y habíamos decidido dedicarle la tarde entera al barrio pues no nos importó acercarnos, pero es una visita prescindible. Si váis con el tiempo justo, creo que no merece la pena ir. De todas formas os dejo una foto para que os hagáis una idea.
De aquí nos fuimos paseando a la zona de bares y restaurantes de la zona de Leidsplein, si, se había convertido en nuestra zona para buscar bares para cenar debido a la gran cantidad que había. Una vez cenados nos fuimos al hotel dando una vuelta tranquilamente, comentando todo lo que habíamos vivido y lo que nos quedaba por vivir, al día siguiente nos tocaba más sensaciones que vivir.
