INTRODUCCIÓN
La última vez que mi marido y yo visitamos mercados navideños en Europa (los de Bélgica fueron) no había nacido nuestro pequeño (4 años ya), y desde entonces cuando se acercaban estas fechas nos entraba la morriña y nos planteábamos viajar. Pero entre que era muy peque, que se constipaba un montón, el frío,...en fin, que nos daba entre pereza y miedo viajar en invierno y al final nos quedábamos en tierra.
Pero este año....este año la cosa cambió...nos liamos la manta a la cabeza, nos proveímos de abundante ropa de abrigo (para nada porque luego tuvimos una media de 13 grados), buscamos vuelo y provistos de dalsy y paracetamol para media Alemania cogimos vuelo para HAMBURGO entre el 25 y el 29 de Diciembre.
¿Por qué Hamburgo? sencillo, era de las pocas ciudades que aún tendría mercados navideños en esas fechas y con vuelos que no fueran prohibitivos. Yo solo puedo viajar en vacaciones escolares, y quitando el puente de diciembre que me parece muy agobiante el tema aeropuertos, no tenía muchas más alternativas en las que nos pudiéramos compaginar mi marido y yo.
Viajar un 25 de diciembre (vaya o un 1 ó 6 de enero) tiene la ventaja de que los aeropuertos están prácticamente desiertos, lo que conlleva un embarque rápido, recogida de maletas inmediata, medio avión vacío para poderte poner cómodo y para mi un largo etcétera más.
Llegamos al aeropuerto de Hamburgo a las 15h. y las maletas y la silla de paseo de Hugo llegaron a la cinta antes que nosotros. Germanwings me ha sorprendido gratamente la verdad.
Allí cogimos el S-Bahn (línea verde 1) hasta la estación central (Hauptbahnhof) y allí hicimos transbordo a la U-Bahn (línea amarilla) hasta St. Pauli, donde nos alojaríamos. El billete desde el aeropuerto hasta la parada del hotel 3,10€ (vale tanto para la U-Bahn como para la S-Bahn)
En la Estación Central se me cae el primer mito de los alemanes: respetan sus instalaciones. Encontramos una estación central a rebosar de gente bebiendo en cualquier sitio y dejando botellas y botellines donde les parecía, y los ascensores con un olor a orín que echaba para atrás... Éramos carne de cañón con nuestras maletas y plano en mano mirando las líneas de metro


El trayecto desde el aeropuerto dura alrededor de 45 minutos y llegamos a Hamburgo con noche cerrada ya (a las 16:00h ya es de noche). Nuestro hotel está muy muy cerca de la estación de St. Pauli, en pleno barrio rojo...no asustarse!! allí encontramos desde familias con niños pequeños paseando, a las típicas "cacatúas" que iban al teatro, y mendicidad, mucha mendicidad; se me cae el segundo mito alemán...no es que pensase que Alemania era un país idílico sin pobreza ni miserias pero en tan gran escala desde luego no, llamadme ignorante. Aunque soy de las que piensan que muchos eligen ese tipo de vida...
Elegimos el hotel HOLIDAY INN EXPRESS HAMBURG-ST. PAULI-MESSE, un 3 estrellas, habitación doble mas sofá-cama, desayuno y wifi. Estuvo muy bien la verdad, el personal amable y servicial y el desayuno también muy completo, aunque masificado si bajabas a partir de las 9.30 (ya lo advertían).
En esta primera tarde, paseamos por el barrio rojo (nada tiene que ver con el barrio rojo de Ámsterdam, que a mi fue el primero que se me vino a la cabeza), tiene muchos locales de strippers, bares que ofrecen entretenimientos eróticos, y otros que nada tienen que ver con el sexo, varios teatros y muuucho ambiente. Allí está la famosa comisaría que sale en tantas pelis.
Después de familiarizarnos con la zona, cenamos en un Steak and Fish House, en Reeperbahn 42. La cena estuvo fenomenal, 2 snitzel enormes con diferentes tipos de patatas y salsa de champiñones, y por supuesto buenas cervezas alemanas, 30 euros.
Y al hotel que al día siguiente nos íbamos a Bremen...