A la mañana siguiente nos preparamos unos cafés acompañados por la bollería, mermelada y zumos que nos había dejado Fabio (había supermercados cerca de Termini donde fuimos comprando más cosas para el desayuno, a gusto de cada uno) y a eso de las 10:15 nos fuimos de nuevo al metro (7 paradas hasta Ottaviano) para el punto fuerte del día: Museos Vaticanos (11am)
Ni que decir tiene que saquéis las estradas por internet u os morireris haciendo la cola interminable que hay; por el camino te asaltan los supuesto guías para que les contrates y saltarte la cola, pero diciendo que ya tengo billete te dejan en paz. Así pues, rodeando la gran cola entramos por la que pone Billete por internet, que apenas había 10 personas, y en nada estábamos pasando el arco de seguridad y cambiando las hojas por las entradas que tienes que escanear en los tornos de acceso al museo más adelante. Fijaos porque ya antes de entrar había esculturas, como el Laoconte o el Augusto de Prima porta.


Ya los recorrí enteros en su día, echando horas y horas, así que esta vez nos centramos en salir a ver la Piña del jardín:


El pabellón de los mapas:


Las estancias de Raffael con la soberbia Escuela de Atenas:

La interpretación del Inocencio X de Velazquez por Francis Bacon (por mencionar algunas obras):

y por supuesto el plato fuerte: La Incomparable Capilla Sixtina, obra cumbre de Miguel Ángel:





























Sé que no se pueden hacer fotos, culpable, pero a uno se le van los dedos cuando le empieza a doler el cuello de admirar tanta genialidad, así como el Juicio Final:


Por supuesto recordamos nuestra pedida de mano 2 años antes, delante de tantísima gente, podéis verlo en mi diario anterior sobre Roma

Roma 2013
Nuevamente hicimos caso de lo aprendido del foro, y tras cerrarles a mis suegros la boca y limpiarles la baba de pura admiración

Volvimos a pasar la mano por los pies de San Pedro (nunca se sabe), disfrutar con el Baldaquino, la cúpula de Miguel Ángel, su Piedad…



A eso de las 13:15 estábamos sentados junto a la Columnata de Bernini, tras saludar a la Guardia Suiza Vaticana, comiendo los bocatas y el tentempié que habíamos traído en las mochilas:




Como podeis apreciar el tiempo fue fantástico, calor pero soportable, con brisa, no como el horno que fue la vez anterior en Agosto.
Después nos fuimos dando un paseo parando en las tiendas de souvenirs y comprando los deliciosos gelatos romanos, hasta Castell Sant’Angelo, donde había muy buen ambiente, puestos, turistas, artistas callejeros, sobre todo en el elegante Ponte Sant’Angelo.



Nuevamente gracias al Google maps me di cuenta que la Piazza Navona estaba a apenas 11 minutos andando por lo que sin prisa nos encaminamos en esa dirección. Sigue siendo espectacular la entrada a la plaza, que conserva la forma del antiguo Estadio de Domiciano que se situaba aquí, con la espectacular Fontana de los Cuatro Ríos, otra obra maestra de Bernini


llena de anécdotas y curiosidades, como por ejemplo que el que representa al río Nilo tenga la cara tapada ya que en aquella época no se conocían aún sus fuentes (habría que esperar a 1859 y John H. Speke):

o qué el que simboliza al río de la Plata se tape con la mano como para no querer ver la fachada de la Iglesia de Santa Inés en Agonía, obra de su rival Borromini, que para que me entiendan los de la ESO, eran el Messi y Ronaldo de entonces…..


Aquí nos sentamos un poco a descansar, que el suelo romano cansa lo suyo, viendo la cantidad de caricaturistas que había (como en la Plaza Mayor de Madrid), restaurantes, gente al sol etc

continuando hacia la Piazza della rotonda y el Panteón de Agripa, único en su género con la mayor cúpula (43,44 metros de diámetro) de hormigón del mundo, en donde se encuentra enterrado el pintor Raffael asi como Reyes italianos, como Umberto I o el padre de la patria, Vittorio Emanuel.



Saliendo y por la calle a mano izquierda, la Via della Minerva, encontramos una cafetería con menú turístico a 10€, con 1º,2º, agua y postre, y como estábamos algo cansadetes comimos ahí sin muchas pretensiones, unas lasañas y la típica cotoletta alla milanese (chuleta de ternera empanada).


De aquí, y tras recargar energías, continuamos hacia el Campo de’Fiori, previo paso por el Obelisco de la Piazza della Minerva, obra de..adivinad..efectivamente, Bernini!, en donde se puede leer en latín: “..es necesaria una mente fuerte para sostener una sólida sabiduría”, de ahí que se eligiera un elefante para sostener el obelisco egipcio:

Esta coqueta plaza, Campo di Fiori, en donde actualmente se celebra un mercado, de fruta, flores y souvenirs, como no, era donde antiguamente se hacían las ejecuciones, fé de ello da la estatua del malogrado Giordano Bruno (en cuya base podéis ver las etapas de su juicio y condena en unas placas), que preside el centro de la plaza, y que, debido a sus teorías sobre múltiples sistemas solares, un universo infinito etc. (cosas que no le venían muy bien a la Iglesia), fue quemado aquí en 1600.

Al fondo vimos el Palacio Farnese pero nunca me ha gustado mucho así que no vi necesidad de enseñárselo a mis suegros.
Nuevamente y gracias al gps vi que en la parada de Corso Vittorio Emanuele-Argentina, había dos autobuses, el 40 y el 64 que terminaban en Termini (9 paradas), con lo que nos subimos sin ticar los billetes otra vez ya que iba llenísimo y nos plantamos junto a la estatua de Juan Pablo II en Términi en 20’, desde donde nos fuimos al apartamento a descansar y estirar las piernas (mi suegra tiene 74 años tampoco queríamos forzar mucho, aunque caminar mucho en Roma es inevitable).

Algo más descansados y aseados nos fuimos, aprovechando los tickets que no habíamos gastado en el autobús, en el Metro a 4 paradas a la famosa Piazza Spagna, otro punto de encuentro de la juventud romana, a la que le tocaba ésta vez ser restaurada y limpiada, la verdad que se veía muy bien:

Con lo que decidimos subir por Via Condotti, la de las tiendas caras, hasta enlazar con la Via del Corso y de aquí ir dando un paseo por ésta concurrida calle hacia la Piazza del Poppolo con su gran Obelisco y sus leones (ésta vez no tuvimos que refugiarnos a la sombra del obelisco ni meter la cabeza bajo el agua de los leones, como la vez anterior en Agosto).



De aquí fuimos a echar un ojo a los puestos del mercadillo que hay siempre junto a la entrada a los jardines de Villa Borghese, en la Via di Villa Ruffo, para terminar la noche cogiendo el metro en Flaminio y volviendo al hotel en 4 paradas, (Termini) en donde cenamos en un restaurante junto a la propia estación.