Almagro se encuentra a 203 kilómetros de Madrid y a 22 de Ciudad Real, la capital de la provincia. Esta población del Campo de Calatrava es conocida sobre todo por su Corral de Comedias y sus deliciosas berenjenas, pero cuenta con muchos otros atractivos para el visitante, como su arquitectura popular que bien merece dar un extenso y relajado paseo. Nos habían hablado muy bien de esta pequeña ciudad y teníamos muchas ganas de conocerla. Aunque suele refrescar por la noche, el verano no es el mejor momento para visitar las tierras manchegas porque el sol pega de lo lindo y el calor aplana, así que decidimos aprovechar un fin de semana de junio en que la temperatura aún no había subido demasiado y corría una brisa bastante agradable, lo que se agradece de verdad.
Foto del plano turístico municipal que hay en la Plaza Mayor
Almagro es conjunto histórico-artístico desde 1972, actualmente tiene unos 9.000 habitantes y su pasado más relevante está ligado a los Caballeros de la Orden de Calatrava, que se establecieron en la ciudad en 1222. Gracias a los privilegios reales conseguidos, se fortaleció el comercio y numerosas familias adineradas (algunas extranjeras) vinieron a residir aquí, siendo la más destacada la familia alemana Fugger (Fúcares en español), banqueros alemanes que financiaron al emperador Carlos V a cambio de los derechos de explotación de las cercanas minas de mercurio de Almadén. La ciudad aprovechó los beneficios del comercio y se embelleció con palacios, iglesias, conventos y monumentos, superando en importancia e influencia a la propia Ciudad Real, más aun cuando entre los siglos XVII y XVIII se fundaron las Reales Fábricas de Encajes y Blondas. Su máximo esplendor lo alcanzó entre 1750 y 1761, al convertirse en capital de la antigua provincia de La Mancha siendo Ministro de Hacienda el conde de Valparaíso. Posteriormente, con el cierre de las Reales Fábricas llegó el declive y la inevitable emigración. Fue hace unas pocas décadas que se descubrió el Corral de Comedias y su historia, que le otorgó el impulso necesario para convertir a Almagro en un destino turístico muy interesante a nivel cultural, complementado con lugares naturales cercanos de gran belleza, como el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (a unos 30 Kilómetros) y el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera (a poco más de 90 kilómetros).
Almagro también forma parte de la llamada "Ruta de Don Quijote", uno de los lugares que recorrió en sus aventuras el Ingenioso Hidalgo y que aspira a ser declarado Patrimonio de la Humanidad. La ruta está señalada con un aspa negro dentro de un cuadro verde.
A la izquierda de la portada de los Xedler, del siglo XVI, se ve el indicador de la Ruta de Don Quijote.
Nos alojamos en el Hotel Hospedería Valdeolivo, una antigua casa solariega manchega de finales del siglo XVIII rehabilitada y que ofrece ocho habitaciones. Cuenta con dos patios, en uno de los cuales hay una piscina, mientras que el otro tiene una fuente; el edificio está restaurado con detalles de buen gusto y las habitaciones son amplias y cómodas, igual que el cuarto de baño. El dueño es muy amable y ofrece información turística interesante. Está a cinco minutos caminando de la Plaza Mayor y hay suficiente sitio para aparcar en la misma calle del hotel; nos costó 71 euros el alojamiento para una noche (sin desayuno). También dispone de restaurante, pero no puedo opinar porque no lo probamos.
Los lugares más interesantes que se pueden visitar en Almagro son los siguientes:
La Plaza Mayor, que es única en España pues más que una plaza manchega guarda semejanza con otras plazas del norte de Europa, lo que se explica por la influencia que tuvo la familia alemana Fugger en la ordenación urbanística de la ciudad.
De planta rectangular, mide unos 104 metros de largo (lados norte y sur) por 37 de ancho (lados este y oeste), cuenta con dos flancos con soportales de piedra bajo dos galerías corridas, hoy en día cerradas por un acristalamiento de tipo nórdico en color verde, aunque originariamente estaban abiertas. En sus orígenes fue plaza de armas para convertirse después en enclave comercial.
En torno a esta plaza se encuentran algunos de los edificios más destacados de la ciudad, como el Ayuntamiento, la Casa Maestral, el Corral de Comedias y las casas solariegas de los Molina y los Rosales. Pero vayamos por partes.
El Ayuntamiento se encuentra en el lado este, uno de los menores. El edificio ha sido remodelado varias veces a lo largo de los siglos. La torre del reloj, que también tiene una campana, data de finales del siglo XVIII.
El Corral de Comedias está declarado monumento nacional y es el único en su género que se conserva en la actualidad como era en sus orígenes y para el fin que fue creado: las representaciones teatrales. Fue descubierto por casualidad en 1953 cuando se realizaban unas obras en un viejo mesón de la plaza; se remodeló respetando su trazado primitivo, que data de finales del siglo XVI o principios del XVII, en pleno Siglo de Oro, cuando las obras de teatro tenían lugar en los patios (corralas) de las casas o de las posadas, lo que se mantuvo hasta que Felipe V ordenó el cierre de todos los teatros en 1745.
Actualmente lo podemos ver tal como fue, un mesón de unos 300 m2 al que se le añadió un escenario empedrado en el patio, rodeado por dos plantas de galerías de madera con sillas para presenciar las obras y pintado en colores blanco y rojo (el de la arcilla típica de Almagro).
El Corral se puede visitar mediante visita autoguiada (3 euros) y también teatralizada (4 euros). Además, es escenario del Festival de Teatro Clásico, que se celebra durante el mes de julio. El resto del año, los fines de semana también se puede asistir a representaciones teatrales por la Compañía del Corral de Comedias, como fue nuestro caso. Había dos sesiones, una a las 21:00 y otra a las 23:00. Vimos “Casa con dos puertas mala es de guardar” de Calderón de la Barca. El precio de las localidades era de 17 euros, pero al reservarlas por internet hacen descuento, con lo que nos costó 15 euros por persona (no están numeradas, pero se ve bastante bien desde todo el recinto, tanto en el patio como en los pisos superiores). Nos gustó la experiencia, tiene un sabor muy especial ver una comedia del Siglo de Oro en un lugar como éste, de la misma época y para cuya representación fue concebido.
La Casa Solariega de los Molina está junto al Corral de Comedias, tiene fachada barroca enmarcada por dos columnas y cuenta con un precioso mirador.
Casa de los Molina. A la izquierda, la puerta y las taquillas del Corral de Comedias.
La Casa Solariega de los Rosales hace esquina con la calle Nuestra Señora de las Nieves, y también es de estilo barroco.
Los Palacios Maestrales se encuentran en la esquina norte de la Plaza Mayor, a la entrada de la calle Gran Maestre. Sufrió un incendio y del edificio original solamente se conserva un patio del siglo XV. Actualmente es sede del Museo Nacional del Teatro, que recoge documentación relacionada con el teatro desde el siglo XVIII hasta nuestros días. A destacar que su visita es gratuita los sábados por la tarde y los domingos todo el día.
Siguiendo la calle Gran Maestre, llegamos a la Plaza de Fray Fernando Fernández de Córdova ( fundador de la Universidad de Almagro en el siglo XVI), donde se encuentra la Iglesia de San Bartolomé y el antiguo Colegio de la Compañía de Jesús, de principios del siglo XVII, con una sobria fachada de ladrillo.
Exterior de la iglesia de San Esteban y Plaza y busto de Fray Fernando Fernández de Córdova.
Interior de la Iglesia de San Esteban.
Interior de la Iglesia de San Esteban.
Junto al Ayuntamiento se encuentra la Iglesia de San Agustín de los siglos XVII y XVIII. Actualmente está desacralizada y dedicada a centro de exposiciones, pero puede visitarse (2 euros) y son muy interesantes las pinturas de sus bóvedas, con motivos florales y escenas de la vida de San Agustín.
Ayuntamiento en primer plano, al fondo la antigua iglesia de San Agustín.
La Calle de Nuestra Señora de las Nieves, entre la Plaza Mayor y la antigua universidad (Convento de Santo Domingo), en la que se encuentran las mejores fachadas de la ciudad, como la que se conoce como Casa de los Xedler (que en realidad no perteneció a esa familia), la Casa de los Wessel o la Casa del Prior de San Bartolomé. Las tres están muy cerca y forman un rincón muy interesante.
Siguiendo la calle anterior, llegamos a la Plaza de Santo Domingo, uno de los rincones con más encanto de la ciudad, donde se encuentran la Casa del Capellán de las Bernardas, del siglo XVI, y el Palacio del Marqués de Torremejía, un llamativo edificio renacentista con portada adintelada con escudo, rematada con molduras de color azul.
Casa del Capellán de las Bernardas.
Si seguimos avanzando nos encontraremos con el Palacio del conde de Valdeparaíso, en el que destaca su imponente portada, flanqueada por dos torres. Enfrente, donde ahora está una placita con jardines, se alzaba antiguamente el Hospital de las Ánimas que fue demolido por orden del conde.
Otros edificios destacados son:
La Iglesia de la Madre de Dios, del siglo XVI y estilo gótico tardío con elementos renacentistas.
El Convento de la Encarnación del siglo XVI, que presenta en su fachada un imponente escudo del siglo XVIII de los Condes de Valparaíso.
El Almacén de los Fúcares (los Fugger alemanes), del siglo XVI, donde se realizaban las tareas administrativas y se almacenaba el mercurio. Destaca el zaguán, el patio y la escalera, que se pueden visitar por un precio de 2 euros. Es la sede de la Universidad Popular.
El Convento de Santa Catalina, que alberga actualmente el Parador Nacional. El Teatro Municipal, que data de 1863, de forma elíptica y estilo neoclásico. Fue remodelado a finales del siglo pasado.
La antigua cárcel, de la que no se conserva más que la portada barroca del siglo XVIII y que actualmente alberga la Biblioteca Pública Municipal.
El antiguo Pósito de 1614.
Pero sobre todo, merece la pena recorrer tranquilamente sus calles, típicas manchegas, con casas de dos plantas y fachadas blancas con ventanas resguardadas por rejas negras; sobrias por fuera pero que por dentro suelen guardar el encanto secreto de sus patios. Si coincide con vuestra visita, en la Oficina de Turismo os pueden informar sobre las actividades que desarrollan, en especial las visitas guiadas, que duran 2 horas y pueden ser muy interesantes (a veces enseñan los patios de las casonas, nosotros llegamos tarde).
Al caer la tarde, cuando el calor se apacigua, la Plaza Mayor se llena de gente que se sienta en las terrazas hasta bien pasada la media noche. Y eso fue precisamente lo que hicimos, sentarnos a cenar de tapas en la Plaza Mayor hasta que llegó la hora de ir a nuestra función teatral en el Corral de Comedias. Seguramente habrá sitios mejores (y más baratos) para cenar en Almagro (vimos varios restaurantes instalados en preciosos patios interiores con buena oferta gastronómica a precios comedidos), pero la llamada de la Plaza Mayor nos resultó irresistible, más aún con la agradable brisa fresquita que corría en la noche de aquel sábado.
Para terminar la jornada, el mejor colofón: un paseo por el barrio noble iluminado.
Como resumen solamente decir que me gustó mucho Almagro y es de esos lugares que tengo apuntados para volver.