SLOVENSKY RAJ es el nombre del parque nacional que vamos a visitar hoy, se llama Parque Nacional Paraíso Eslovaco. Vamos hacer la ruta más popular de este parque que recorre el cañón Sucha Belá.
Desayunamos temprano en casa y nos vamos hacia Podlesok, es la entrada al parque nacional, allí mismo dejamos el coche en un pequeño parking que cuesta 2€ y pagamos otro 1,50€ por persona para poder realizar la ruta. Tiene sentido que se cobre entrada a este parque porque para equipar los senderos hay que estar constantemente reparando multitud de plataformas de madera, escaleras, cadenas y eso tiene su coste. El recorrido es toda una aventura en la que te pasas todo el día haciendo equilibrio para no caerte.
La ruta que vamos a hacer comienza en Podlesok y continua por el camino verde hasta llegar al alto de Rumanová, desde aquí continuamos por el camino amarillo de la izquierda hasta enganchar con el camino rojo que vuelve a Podlesok atravesando el bosque. En el tramo verde vamos todo el rato por el mismo río, así que seguro que nos mojamos, en las zonas más profundas y estrechas se encuentran troncos para cruzar, piedras, o unas pasarelas que hacen con troncos en las que no hay baranda a la que agarrarte, hay que ir con buen paso y bien concentrados para no resbalarse.
Las partes en las que se suelta más adrenalina son en los saltos de agua. Como vamos remontando el río, para superar los saltos de agua han equipado escaleras metálicas y tramos de cadenas.
En el tramo más potente de escaleras nos encontramos a los primeros españoles que vemos desde que hemos llegado a Eslovaquia, eran dos chicos canarios muy simpáticos con los que nos dimos ánimos mutuamente para pasar el tramo más delicado.
El resto del camino continua lleno de pasarelas que suben y bajan hasta que en un punto el cañón comienza a abrirse y terminamos perdiendo de vista el río, tras una breve e intensa subida se llega al alto de Rumanová. Aquí nos volvemos a encontrarnos con los canarios y charlamos un rato con ellos. Ahora tomamos el camino amarillo hacia la izquierda y después cambiamos al rojo que baja por el bosque.
En total tardamos menos de 4 horas, teniendo en cuenta que nos paramos mucho para hacernos fotos y disfrutar bien del paisaje, hay opciones de hacerla más larga combinándola en el regreso con otro cañón. Es una ruta sencilla y preciosa, pero hay que estar pendiente de no resbalar, porque si nos resbalamos en algunos puntos es muy probable que te hagas daño.
Tal como llegamos de nuevo a Podlesok nos paramos en el primer bar y nos pedimos unas cervezas de medio litro con una hamburguesa y un perrito caliente con patatas fritas, la cuenta fueron 7,05€ entre los dos, me encanta Eslovaquia.
Ahora volvemos al coche y nos vamos hacia Brezno, parando por el camino en algunos sitios que nos gustaban.
Habíamos reservado habitación en Brezno porque nos pillaba a mitad de camino entre Poprad y Bratislava. El pueblo no tiene mucho que ver, lo principal está en la plaza central y se ve en un momento, estuvimos dando una vuelta y nos fuimos a descansar al hotel.
Salimos a cenar a un restaurante italiano que estaba en la plaza, el único que estaba abierto a las 20:30, pues el resto ya no servían comida. Tuvimos suerte porque estaba todo muy rico y una vez más muy barato.
Desayunamos temprano en casa y nos vamos hacia Podlesok, es la entrada al parque nacional, allí mismo dejamos el coche en un pequeño parking que cuesta 2€ y pagamos otro 1,50€ por persona para poder realizar la ruta. Tiene sentido que se cobre entrada a este parque porque para equipar los senderos hay que estar constantemente reparando multitud de plataformas de madera, escaleras, cadenas y eso tiene su coste. El recorrido es toda una aventura en la que te pasas todo el día haciendo equilibrio para no caerte.

La ruta que vamos a hacer comienza en Podlesok y continua por el camino verde hasta llegar al alto de Rumanová, desde aquí continuamos por el camino amarillo de la izquierda hasta enganchar con el camino rojo que vuelve a Podlesok atravesando el bosque. En el tramo verde vamos todo el rato por el mismo río, así que seguro que nos mojamos, en las zonas más profundas y estrechas se encuentran troncos para cruzar, piedras, o unas pasarelas que hacen con troncos en las que no hay baranda a la que agarrarte, hay que ir con buen paso y bien concentrados para no resbalarse.


Las partes en las que se suelta más adrenalina son en los saltos de agua. Como vamos remontando el río, para superar los saltos de agua han equipado escaleras metálicas y tramos de cadenas.


En el tramo más potente de escaleras nos encontramos a los primeros españoles que vemos desde que hemos llegado a Eslovaquia, eran dos chicos canarios muy simpáticos con los que nos dimos ánimos mutuamente para pasar el tramo más delicado.


El resto del camino continua lleno de pasarelas que suben y bajan hasta que en un punto el cañón comienza a abrirse y terminamos perdiendo de vista el río, tras una breve e intensa subida se llega al alto de Rumanová. Aquí nos volvemos a encontrarnos con los canarios y charlamos un rato con ellos. Ahora tomamos el camino amarillo hacia la izquierda y después cambiamos al rojo que baja por el bosque.

En total tardamos menos de 4 horas, teniendo en cuenta que nos paramos mucho para hacernos fotos y disfrutar bien del paisaje, hay opciones de hacerla más larga combinándola en el regreso con otro cañón. Es una ruta sencilla y preciosa, pero hay que estar pendiente de no resbalar, porque si nos resbalamos en algunos puntos es muy probable que te hagas daño.
Tal como llegamos de nuevo a Podlesok nos paramos en el primer bar y nos pedimos unas cervezas de medio litro con una hamburguesa y un perrito caliente con patatas fritas, la cuenta fueron 7,05€ entre los dos, me encanta Eslovaquia.
Ahora volvemos al coche y nos vamos hacia Brezno, parando por el camino en algunos sitios que nos gustaban.

Habíamos reservado habitación en Brezno porque nos pillaba a mitad de camino entre Poprad y Bratislava. El pueblo no tiene mucho que ver, lo principal está en la plaza central y se ve en un momento, estuvimos dando una vuelta y nos fuimos a descansar al hotel.


Salimos a cenar a un restaurante italiano que estaba en la plaza, el único que estaba abierto a las 20:30, pues el resto ya no servían comida. Tuvimos suerte porque estaba todo muy rico y una vez más muy barato.