Con un gesto C. intenta darle al hombre unas monedas como pago a la información que nos ha estado proporcionando
- Para una cerveza siquiera - le dice, pero el hombre las rechaza un poco ofendido.
- Lo hago por gusto – contesta el hombre- solo quiero darlo a conocer y que todo el mundo la vea.
Es un hombre mayor, jubilado que vive en el vecino pueblo y que viene hasta aquí todos los días montado en su bicicleta para informar a los escasos turistas, no es fácil llegar ni hay muchas indicaciones, sobre todo lo que encierra la pequeña iglesia de Santa Margarita de Antioquia o Kopcany y en la que él trabajó cuando se hicieron trabajos de reconstrucción y consolidación hace unos años.
La iglesia, construida en el año 828 y esto hace que sea la iglesia más antigua de Centroeuropa que se mantiene en pie, está en medio de un prado y bajo la sombra de un árbol. Alrededor de ella la nada; solo bosques y prados, a los lejos se ven las tejados de las casas y el campanario del pueblo de Kopcany. Es una iglesia pequeña de estilo prerrománico de una sola planta y decoración y estructura muy simple. En su interior quedan restos de la policromía original y de dos tumbas. El hombre nos enseña dos pequeñas modificaciones, como un arco gótico a la entrada o las dos pequeñas ventanas del lado sur, que se hicieron en siglos posteriores a su construcción. Fuera, al lado de de la iglesia hay tres tumbas, que no son más que lapidas semiocultas por la hierba.
Me alejo un poco del grupito que forman C., A. y el hombre y hago una foto que creo artística en la que encuadro a la bici del hombre apoyada en una piedra en primer plano y al fondo la pequeña iglesia al lado del gran árbol que le da sombra.
A. y yo deambulamos un rato por la zona, mientras C. charla un poco más con el hombre, antes de volver andando hacia donde hemos dejado el coche. Caminamos despacio, disfrutando de los rayos del sol y de la brisa de septiembre. Montamos, Carlos y Adri delante, yo ocupando uno de los asientos traseros y tras arrancar y maniobrar para dar la vuelta, recorremos a la inversa el camino de tierra que lleva al pueblo. Los críos que vi al pasar antes y que me parecen sacados de una novela picaresca del siglo de oro, siguen allí, diría que en la misma curva jugando en el trigal, me pregunto, más bien tengo la sospecha de si no estarán haciendo pellas.
Al poco salimos a la carretera principal y dejando atrás la pequeña iglesia y el pueblo, nos dirigimos ahora a la bonita ciudad de Nitra.
Pero antes, y mientras viajamos por la llanura eslovaca un poco de historia. ¿Quién dijo que los viajes son para descansar?
Corrían los años finales del siglo IX D.C cuando el señor del principado de Moravia, un tal Mojmir I, venció a su vecino, un tal Probino, que gobernaba el principado de Nitra y con ello dio origen a lo que sería conocido por los bizantinos como la Gran Moravia. A la muerte de Mojmir, le sucedió su hijo que llego con la idea de liberarse de la influencia Franca, así que además de derrotar a un ejército que le envío el emperador, decidió también suplir la influencia del clero carolingio y para ello solicitó ayuda al Emperador de Bizancio que viendo su oportunidad decide mandar dos monjes Cirilo y su hermano Método, para que predicasen en aquellas lejanas tierras…
Pero volvamos al presente, estamos en Nitra a los pies del monumento que conmemora la primera traducción que los ahora santos Cirilo y Método, hicieron de la biblia al eslovaco antiguo. Es un monumento sencillo, una base circular en cuyo canto está escrito un versículo en eslovaco antiguo y en una pared cercana frente a la base su traducción al eslovaco moderno. No solo lograron cristianizar aquellas tierras, sino que también consiguieron que el eslovaco, fuese junto al latín, el hebreo y el griego, la cuarta lengua liturgia de la muy apostólica y romana iglesia católica.
El monumento está instalado junto a un imponente castillo, al que se accede por un puente de piedra bajo la severa mirada de entre otros santos de San Juan Nepomuceno y al lado de una preciosa Columna alegoría de la Peste. Tras pagar el euro de entrada, nos introducimos en el castillo que nos recibe con una estatua gigantesca de Juan Pablo II situada en medio del patio, ya que el castillo es también la sede de la Catedral de la ciudad.
Damos un paseo por el patio, miramos con curiosidad la catedral, precioso su campanario terminado en un techo de bronce y con forma de bulbo típico de la región, y sobre todos nos asómanos a las terrazas que permiten una panorámica completa de la ciudad y de su vecino monte Zobor
Tras descansar un poco sentados en las murallas y ver una pequeña exposición de fotos que hay en lo que era el foso del castillo, descendemos hacia el centro de la ciudad, no sin antes hacer una parada en la Plaza de Pribina. La plaza está formada por edificios decimonónicos pintados en suaves y palidos colores, rosa, verde, pero uno de ellos tiene la particularidad que su esquina está ocupada por la estatua del Corgon que con su pose de Atlante parece sostener el edificio. Para cumplir la tradición local, y asegurarnos un año de buenas suerte pasamos la mano por sus pies que como ocurre en todas los objetos que tiene la habilidad de atraer la suerte, ya sean las criadillas del toro en Wall Street o la columna del diablo en la mezquita de córdoba , tiene esa parte perfectamente pulida y bruñida. Pero ¿quién es este hombre al que le estamos tocando los pies y que da nombre a la cerveza local? Nada menos que un herrero, que con su fuerza y lanzando piedras desde lo alto de la muralla salvo a la ciudad del asalto de los turcos. Reconozco que si tuviese deseos de pasar a la posteridad y ser recordado me gustaría que fuese por algo así , no por apedrear a unos turcos sino concretamente a que una cerveza llevase mi nombre…
Visitamos la ciudad despacio, mirando sus bonitas casas, sus edificios del siglo XIX, su ayuntamiento, sus calles peatonales llenas de cafés y pequeñas librerías, nos acercamos a los restos de la muralla y observamos el comienzo del vía crucis por el que es famosa la ciudad. Gracias a Carlos que ayudo a montarla y conoce el lugar, nos acercamos a un pequeño museo local donde nos enseñan una de las más pequeñas pero a la vez más interesantes exposiciones que hayamos visto nunca sobre el Perú. Una exposición hecha y pensada para que los críos jueguen e interactúen, para que pregunten y se diviertan, realmente una vez más somos conscientes de que el tamaño no importa.
Estando allí, C. nos presenta a una amiga suya que vive en la ciudad y es profesora de español. Charlamos sobre el interés de la gente por el español, nos comenta que hay bastante gente interesada y nos invita a una de sus clases que va a comenzar en unos minutos. Desgraciadamente tenemos que rehusar su amable invitación ya que debemos volver a Bratislava con tiempo ya que por la noche ya que no queremos perdernos el comienzo del concierto de la radio televisión Eslovaca para el que tenemos entradas.