Nuestro hotel lo cogimos en el centro, en zona peatonal, en un hotel con restaurante alemán y con precio concertado en el parking público Schlossberggarage. Ubicación espectacular, además nos dieron una habitación en el ático y teníamos hasta vistas:
Desde el centro de Friburgo se puede subir al Monte del Palacio de Friburgo. Con el funicular “Schlossbergbahn” se llega en tan sólo 3 minutos desde el Jardín de la Ciudad (“Stadtgarten”). Este funicular lleva desde el centro de la ciudad hasta lo alto del monte, nosotros subimos con el funicular y bajamos a pie, el precio del funicular me pareció carillo teniendo en cuenta el trayecto tan corto. Más bien, funciona como un ascensor. Está abierto hasta las 10 de la noche, excepto los martes que es solo hasta las 6 de la tarde.
Una vez arriba hay diferentes caminos para hacer rutas a pie, el funicular no lleva hasta lo más alto así que luego puedes terminar de subir caminando, nosotros no subimos mucho más, caminos por la zona, entre arboles y llegamos hasta una placita donde ya se divisaban bonitas vistas de la ciudad:
Una vez abajo nos fuimos al Stadtgarten, un parque grande y muy chulo, para descansar un poco tirados en el cesped, con columpios para los niños y baños públicos.
El centro de Friburgo es muy bonito, todo peatonal, con una arteria principal por donde pasa el tranvía, los canales de agua (Bächle) y la plaza de catedral super chula, con mercado por las mañanas.
En la plaza había un montón de puestos de fruta, y también de artesanía, además de varios puestos de salchichas, nosotros comimos aquí un perrito con salchicha alemana (con pan rico, no típico de perrito caliente) y salchichas hay de varios tipos, mi marido se pidió una picante y para mi y para mi hija otras dos que no lo eran, pero sinceramente no recuerdo los nombres, yo le tuve que preguntar a la chica del puesto cuales eran las que no picaban…. Eso sí estaban ricas

Me gustó el ambientillo de esta plaza y comerse aquí el bocadillo una turistada pero encantadora

En los pequeños canales que recorren la ciudad los niños lanzan pequeños barquitos con cuerda que venden en un puesto que hay en la arteria principal de la ciudad, aunque en general cualquier cosa que flote vale para que se lo pasen estupendamente un buen rato. Mi hija jugaba a saltarlos y hasta dos veces se cayó dentro, mojarse es lo más divertido.
En general Friburgo es una de las ciudades que más me gustó, para mi ya un indispensable de la Selva Negra.
Os dejo unas fotos:
Callecita con encanto:
Pasamos dos noches, en total un día entero y el ratito de una tarde, a la mañana siguiente partimos para nuestro siguiente destino, ahora sí en plena Selva Negra.