El día siguiente, que empezó sin luz tal que así, jaja,
El primer bus sale a las 9 de la mañana de la misma parada donde nos dejó el viazul, así que no había pérdida. Mientras esperas a que llegue, que es bastante puntual, puedes ver el recorrido que hace en un poste informativo.
Al montarte, pagas el billete que son 5 cuc por persona y tienes acceso al bus desde las 9 de la mañana a las 6 de la tarde. Puedes subir y bajar las veces que quieras y cogerlo en cualquiera de las paradas que vienen señalizadas. Es bastante útil si quieres ir a visitar el mural de la prehistoria, las cuevas del indio, alguno de los hoteles de los alrededores…
Después de estudiarnos las paradas, decidimos hacer la más turística: El mural de la prehistoria. Se trata de mural de 120 metros de altura por unos 180 de largo pintados en plena naturaleza con esos colores tan llamativos que llaman la atención en medio de este paisaje tan verde y bonito por precisamente su naturaleza. Igualmente es curioso de conocer. Hay un sendero que se puede recorrer caminando, pero como andábamos pendientes del horario del bus, decidimos hacerle solo unas fotos y volvernos a subir para evitar tener que esperar al siguiente bus una hora y media después. De todas las personas que ibamos en el bus, solo una pareja decidió quedarse a pasear.
Nuestra siguiente y principal parada fue en la cueva del indio (5 cuc por persona). A pesar de que la cueva esté acondicionada para los visitantes, al visitar el interior de la cueva, te imaginas a los guanahatabeyes escondidos durante la conquista de los españoles en el siglo XVI. Sorprende ver las estalactitas y estalagmitas, tan bien conservadas y, a la vez, contrasta con las lanchitas que surcan la cueva por dentro para ser enseñada. Los guias de cada embarcación tiran de imaginación para alumbrarte a distintas formas naturalmente hechas haciendo mención a parecidos razonables con las estalagmitas… Desde luego es bastante curioso.
Y no solo es bonito su interior. Los alrededores son también para disfrutarlos paseando. Junto a la cueva del Indio podeis encontrar el Rancho de San Vicente que está bien acondicionado para los que quieran comer allí. Nosotros decidimos comer en Viñales a mitad de mañana para luego volvernos a montar en el bus y seguir de ruta.
Se nos ocurrió la idea de pasar parte de la tarde en la piscina así que después de comer, nos fuimos a una de las primeras paradas del bus turístico: El Hotel La Ermita. Nos cobraron por el acceso a la piscina y las tumbonas 3 CUC por persona (muy barato ya que en la guia hablaban de unos 7 CUC por persona) y una vez allí, disfrutamos del bar de la piscina que servía bebidas muy muy bien de precio (cerveza y limonada frapé por 3 cuc).
Lo que no nos salió bien del plan es que contábamos con coger el último bus que salía a una hora concreta de viñales, así que hicimos cálculos para estar en la puerta del hotel con unos 15 mins de antelación a la hora aproximada. Debe ser que el autobusero tenía muchas ganas de marcharse a casa por ser domingo y cuando estábamos recogiendo las toallas en la piscina, vimos que el bus pasaba por la puerta del hotel y se marchaba. Antes de su hora!!
Así que super indignados, tuvimos que pedir un taxi a Viñales que nos salió por 5 CUC. Fue barato, pero nos enfadamos por el detalle de no haber respetado el horario, que nos hizo gastarnos dinero cuando realmente teníamos el autobus de vuelta ya pagado con la entrada que pagamos por la mañana hasta las 6. Cosas que pasan en los viajes, jajaja!
Volvimos a casa a pesar de haber perdido el bus y nos fuimos a cenar pronto. Esta vez nos dejamos recomendar por las opiniones de Trypadvisor y de la guía de viaje. Decidimos ir a restaurante el Olivo. Restaurante siempre lleno, de comida mediterránea. Al principio dudamos ya que no tiene mucho sentido salir de España y pedir comida española. Pero viendo que todo el viaje ibamos a estar comiendo pollo, arroz y cerdo, decidimos variar.
Dani quedó encantado con el conejo al chocolate que pidió. Yo creo que pedí cerdo. De lo que me acuerdo perfectamente es de avisaros que las patatas bravas SON MUY BRAVAS! No apto para los que no les guste el picante. Mira que a nosotros nos encanta pero estas patatas estaban incomestibles de fuertes. Para que yo deje patatas bravas en un plato, ya tenían que estar picantes… Me quitó el sabor de todo lo que comí a continuación. No os digo más.
Al día siguiente era mi cumple así que teníamos reservada la mejor de las excursiones en Viñales: Playa Jutías