Relax en Senggigi (LOMBOK) ✏️ Diarios de Viajes de Indonesia

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Senggigi (día 16: miércoles, 31 de agosto de 2016) - Senggigi, LOMBOK

Hoy no teníamos nada que hacer. Cuando nos levantamos desayunamos pancakes y desayuno continental, con zumo de naranja recién hecho y nos quedamos “doblados”.

El hotel lo buscamos cerca de la playa, pero estábamos muy chamuscados de los dos días haciendo snorkel y la crema para después del sol se la quedaron en el control de equipaje y no habíamos comprado más. Así que estuvimos en la habitación con el fresco del aire acondicionado y un rato en la piscina.
Con el superdesayuno que nos habíamos pegado no teníamos hambre para comer, así que a media tarde fuimos hacia el centro. John nos llamó un taxi. Nos costó 27.000 rupias.

Aprovechamos para hacer algunas compras. Aquí no había regateo, la mayoría de las tiendas tenían los precios puestos y encontramos alguna de souvenirs que nos gustó y compramos algunas cosas.

Después cenamos, en un restaurante de pasta, porque ya estábamos hartos de los sabores repetitivos de Indonesia. Cenamos muy bien. En Senggigi hay mucho turista y hay que vigilar con los precios del pescado, porque en algunos sitios no lo ponen y luego vienen los sablazos.

Calculamos las rupias que necesitábamos, ya que al día siguiente cogíamos el avión hacia Kuala Lumpur donde tendríamos otra moneda, y cambiamos en una casa de cambio, a muy mal cambio, pero no necesitábamos mucho.

Y rematamos con un masaje en un lugar que cerraban tarde. Yo probé el de cara y cabeza y me encantó. Duraba una hora y me hicieron una mascarilla y todo. Fue muy relajante, el que más me gustó de los tres. La peque se hizo la manicura de las manos y de los pies y el papi un masaje y afeitarse, ya que llevábamos una máquina eléctrica vieja que murió por el camino. Aquí nos reímos mucho porque la señora va y le quita la barba y le deja un bigote como el Burt Reynolds. Yo le decía que no, que no, que no le dejase así. Y ella entendía que no, que no, que no le quitara el bigote. Y cuanto yo más insistía, ella más se lo dejaba y más lo remarcaba. Hasta que nos entendimos y nos reímos todos mucho, sobre todo las chicas porque debían alucinar con los gustos de los extranjeros. Como lo hiba a dejar con esa cara...
Cogimos otro taxi Bluebird de vuelta. El precio fue de nuevo 27.000 rupias.

Ya sólo teníamos que recolocar el equipaje. La bolsa de los regalos iba que reventaba... Hicimos un rato de piscina. El agua estaba caliente... Y pronto a dormir.

Ha estado muy bien todo el día sin hacer nada. A estas alturas del viaje el cansancio va pasando factura.

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