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A través de las ranuras de las cortinas, asomaron los primeros rayos de luz con su ansia de hacerte abrir los ojos...Otra vez las 8:00 de la mañana y ya arriba de nuevo, !!qué cruz!!
Apuramos el poco café instantáneo que nos quedaba y, como otro día más, nos preparamos para visitar los castillos del Loira, monumentos del lujo y el exceso de la nobleza francesa en otras épocas.
Primero fuimos al castillo de Chambord, un enorme mausoleo en medio de un frondoso bosque en el que la realeza y nobleza celebraban sus fiestas y sus escarceos amorosos...Nos recordó las típicas fiestas de máscaras venecianas en aquellos enormes salones y con los bailes de salón de aquellos tiempos...Nos gustó bastante aunque la verdad, nos esperábamos algo más...
Desde aquí fuimos a Clos Lucé, casa del genio Leonardo Da Vinci en la que se dice que vivió y murió y que está situada en la ciudad ribereña de Amboise. Según nos enteramos, el mismo rey de Francia, Francisco I le asistió en sus últimos momentos en una de las habitaciones de esta preciosa casa con reminiscencias italianas.
Las habitaciones inferiores estaban repletas de inventos del gran genio transalpino: máquinas de guerra (catapultas, tanques y lo más impresionante, armas de fuego para las que necesitaba pólvora cuando aún no había sido descubierta en Europa), máquinas de transformación de movimiento (cremallers, molinos, una especie de automóvil), máquinas para bombear agua y otras grandes maravillas del visionario...Una visita muy recomendable que recogimos de este foro.
Por los jardines de la casa había maquetas a tamaño real de los inventos y te demostraban lo increiblemente bien que funcionaban jejeje este tío era un artista, de veras.
Continuamos la ruta hasta Chenonceau, un poco desganados todo sea dicho, para visitar el chateau, pero nos debimos pasar el cruce y decidimos dejar la ruta del Loira para otro año con más tranquilidad jejeje...a veces hay que dejar cosas para ver otras, así que pusimos en el GPS Carcassonne (que marcaba a unas cinco o seis horas) y nos fuimos para allí tranquilamente viendo los viñedos y bodegas del centro de Francia.
Tras cinco horas y media de carreteras y autopistas llegamos, ya de noche, a Carcassonne y la vista de la Cité amurallada iluminada nos dejó anonadados. Dimos varias vueltas con la furgoneta para buscar algún sitio donde descansar tranquilos y mientras ojeando la ciudad. Por fín encontramos un hueco en un barrio residencial y nos encamamos que estábamos ya reventados...
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