Desayunamos bajo un cielo cubierto de nubes un cafecito instantáneo acompañado de unos sobaos y, con las baterías cargadas de nuevo, nos disponemos a recorrer La Rochelle.
Ciudad amurallada y adoquinada con el lastre de los barcos que hacían la ruta de las Américas, conserva el tipismo en sus blancas fachadas y en sus zonas peatonales.
Tiene uno de los puertos más importantes de Francia, con una entrada preciosa custodiada por dos torreones y el paseo marítimo que lo rodea, un sitio encantador y no demasiado turístico.



Pasamos un buen rato descubriendo todas las calles y callecitas de la ciudad y entramos a un supermercado a comprar belcro de doble cara para afianzar nuestras cortinas (porque la noche había sido un caos). Después escribimos Carnac en el GPS y ponemos rumbo hacia allí para visitar sus famosos megalitos.
Tras más o menos tres horas en el coche y después de comprobar el precio desorbitado del gasoil en Francia, entramos por fin en el pueblo de la región con la historia más primitiva de esta parte del país: el Morbihan, que conserva los famosos megalitos (tipo a los menhires de Obélix jejejeje clavados en el suelo en vertical) desde hace miles de años. Chispeaba un poquito, el típico moja-tontos que se llama por aquí en el norte, y vimos el percal desde el coche dando un paseito por alrededor de los menhires, que todo hay que decir, nos defraudaron bastante no así como los pueblos típicos tan bonitos de toda la zona.omimos un bocata de sardinas y de postre...jejejeje pepinillos en vinagre

Así que en seguida nos dirigimos a Rochefort en Terre ("petite cite con caractere" o como se escriba, que viene a decir pueblo con encanto más o menos) que lo habíamos visto aquí en el foro como muy recomendado. Tras tres cuartos de hora por carreteras comarcales y atravesando paisajes con todas las tonalidades de verdes, llegamos a un precioso pueblo típicamente medieval con muchas tienditas de souvenirs, artesanía y sobre todo pastelerías y golmajerías...jejeje








Tras un rato pateando las callejuelas, decidimos poner rumbo ya hacia Malestroit, pero nos lleva un rato salir del pueblo porque las calles son casi todas peatonales.
Llegamos en menos que canta un gallo a nuestro nuevo destino y debo decir que es un sitio de paso obligatorio: una ciudad con un romántico canal que la separa en dos con casas que parecen extraídas de algún cuento de los hermanos Grimm y calles empedrada y peatonales...un sitio en el que podría vivir toda la vida sin dejar de gustarme.


A continuación, bajo una lluvia fina pero insistente, nos dirigimos hacia Concarneau, pueblo costero parecido a la Rochelle, con casa típicas de Bretaña y con un puerto desde el que se accede, por medio de un puente, al barrio antiguo de la ciudad.


Dicho barrio no es si no una fortaleza amurallada con casas super antiguas reconvertidas en tiendas de recuerdos, restaurantes con cartas de marisco, etc...

un sitio muy turístico pero bastante recomendable. Un paseo después por el barrio nuevo de la ciudad, un cafecito para entrar en calor (aunque estamos en agosto apetece un jersey y además llueve) y otro destino que visitar.
Queremos acabar esta etapa en Pont L´Abé, pero para llegar allí cruzamos Benodet, que es parecido a Salou o Benidorm y que no nos llama la atención como para quedarnos ni a cenar. Por fín llegamos al último destino del día, Pont L´Abbé, donde nos detenemos un rato largo junto a un canal para asegurar las cortinas. Damos un par de vueltas hasta que encontramos un parking adecuado para caravanas (con luz, agua, fuente, baños...una pasada lo bien preparados que están por aquí para este tipo de turismo) y nos metemos a dormir con ellos y a cenarnos un vaso de café calentito con sobaos jejeje.