¡El último madrugón del viaje! Después del desayuno nos despedimos de nuestros amigos Masai. Algunos se despiden de nosotros con las fotos de la Polaroid en la mano y dándonos las gracias en varios idiomas. Salimos temprano hacia Nairobi, nos quedan (creo) unas 5 horas de coche por delante. Se nos hace ameno el camino contando las batallas de los días anteriores con nuestros compañeros de viaje. Cuando llevamos más de la mitad del camino recorrido, realizamos una parada en un mirador desde el que tenemos una bonita vista del Gran Valle del Rift:


(disculpad las manchas)
AVISO: el siguiente párrafo puede herir la sensibilidad de los lectores de creencias creacionistas.
Para los que son curiosos como yo: este valle es una fractura geológica que se extiende desde el Mar Rojo hasta Mozambique (por supuesto, pasa por Kenia) y es un accidente geológico de importancia vital en la evolución del Ser Humano, porque ésta fractura originó un cambio de clima: lo volvió mucho más seco en la parte este del continente Africano, lo que ocasionó la desaparición de una gran masa forestal que obligó a los simios que allí vivían a bajar de los árboles, dando lugar a los primeros homínidos. Se dice que el Gran Valle del Rift es la cuna de la Humanidad, y que África es el hogar de todas las personas del mundo. Y están en lo cierto; ésa es la magia del Gran Valle del Rift.
Seguimos el camino hacia Nairobi, llegamos a las afueras y nos dirigimos hacia el famoso restaurante Carnivore a pegarnos una buena comilona. Yo, harto de cargar con la cámara empiezo a dejar de sacar tanta foto. Después de algunos controles policiales llegamos al sitio, que está en lo que parece una urbanización. El restaurante está curioso. La comida no está mal, la sirven como en los asadores brasileños ensartada en una espada. Obviamente, todo carne. Yo probé de todo lo que tenían: cerdo, pavo, pollo, conejo, ternera… No tenían ninguna carne especial, lo único que se salía un poco de lo normal eran unas albóndigas de avestruz que en España también las he comido. En general, el restaurante no está mal, a mí como la carne me gusta pues quedé contento. A mi mujer, como la carne a ella ni fu ni fa, pues no le pareció gran cosa.
Después de la comilona nos vamos hacia el último hotel de Kenia, el Southern Sun Myfair. No parece gran cosa desde fuera, pero es un hotel acogedor, las habitaciones están bien y la comida no está nada mal. Tiene en el interior un restaurante de comida americana tipo Foster’s que aunque a mí no me gusta mucho, está aceptable.
Nos despedimos de nuestro conductor/guía, que aunque se le ve muy buen tío y estamos contentos con él, tenemos la sensación de que en algunos aspectos la cosa podría haber ido mejor.
Descansamos de tarde, y por la noche vamos al americano a cenar y… ¡sorpresa! Cazamos a un animal que no habíamos visto. ¡Un mosquito! Y además tamaño XXL. Le hago foto con el móvil, ya que había decidido dejar la cámara en la habitación:

Después de comernos unas hamburguesas, nos tomamos unas cervezas y volamos a la habitación a organizar un poco las maletas antes de dormir. Al día siguiente salimos hacia Mauricio.