Día 16- Jaipur: Tour de un día en "La Ciudad Rosa" ✏️ Diarios de Viajes de Sub Continente IndioDormir en cama nos sentó de maravilla aunque hubiésemos preferido tener unas horas más. A las 11 hicimos el check-out, nos guardaron las maletas y el tuk tuk de anoche nos estaba esperando para inciar la ruta. Desayunamos en el tuk tuk unas...Diario: INDIA Y NEPAL POR LIBRE: 21 INTENSOS DIAS Y UNA TOTAL AVENTURA⭐ Puntos: 4.3 (6 Votos) Etapas: 23 Localización: Sub Continente IndioDormir en cama nos sentó de maravilla aunque hubiésemos preferido tener unas horas más. A las 11 hicimos el check-out, nos guardaron las maletas y el tuk tuk de anoche nos estaba esperando para inciar la ruta. Desayunamos en el tuk tuk unas galletas y paramos en un puesto a probar el Jalebi, un dulce típico de India hecho de masa y sirope que conocimos gracias a la película Lion. La primera parada fueron los cenotafios Gatore Ki Chhatriyan, a la espalda del Fuerte Amber. Es un lugar tranquilo y solitario que además está siendo rehabilitado, pero esperábamos algo más... Con un poco de mimo, le podrían sacar mucho más partido. Lo más destacable fue ver a un mono pegándole un guantazo a una mujer cuando trataba de recuperar la comida que le había robado y el par de collejas con las que la remató el marido. Menos mal que se rieron. La entrada fueron 30R cada uno. Después nos dirigimos ya al mayor atractivo de la ciudad: El Fuerte Amber. Desde abajo es majestuoso y no solo el fuerte en si, sino las murallas que suben y bajan por todas las montañas de alrededor. Hacía mucho calor pero afortunadamente había poca gente… Subimos las escaleras a pie, descansando en las sombras… Despúes de lo de Nepal eso era pecata minuta, pero el calor afectaba. Pagamos 500R por la entrada normal de mi chico y 100R por la mía ya que conseguí que el carnet joven colara como el de estudiante. Disfrutamos mucho de todas las estancias del palacio, sus puertas, pasadizos, miradores y decoración con relieves, espejos y cristales. También disfrutamos de la graciosísima obsesión que tienen los hindúes con las selfies. Se pueden tirar como 60 en cosa de un minuto, todas con poses diferentes y de lo más sugerentes. He aquí una muestra. Terminada la visita, neustro chofer nos llevó a la parte de atrás para ver los depósitos de agua y lo que en su día fue la piscina del maharajá. De vuelta a la ciudad, pasamos por el Water Palace, en medio del lago. Algo insulso, pero pilla de pasada. Como el conductor nos venía anticipando, después nos llevó a un taller textil, una de las industrias más típicas de Jaipur. Nos repetía una y otra vez que no sintiéramos presión para comprar, pero que si deseábamos algo, mejor adquirirlo allí que en el bazar, ya que la calidad era superior y contribuía a ayudar muchas mujeres del campo que se dedicaban a producir esos diseños. Allí nos recibió un hindú con un peinado muy noventero y nos mostró como estampaban las telas con tintes naturales. Era curioso, no lo negamos. Finalizada la visita, nos acompaño a la tienda y nos repitió tantas veces lo de que no sintiéramos presión para comprar que al final la sentíamos. Lo que pasaba es que las cosas eran muy monas y cuando nos dijo el precio (50 Rupias por unas funfas típicas de cojín), nos llevamos un par de ellas preciosas. Cuando nos marchamos, lamenté no haberle encargado a ese un contenedor entero para revenderlo en España… en Zara Home por cada una, nos hubieran cobrado 15 o 20€. La siguiente visita fue al Templo de los Monos, situado en un entorno de lo más decadente. El templo en sí estaba descuidado y los aledaños, rodeados de cantidades ingentes de basura. Veíamos varios geupos de jóvenes subir y bajar… no tenían buena pinta pero tampoco podíamos decir que parecieran peligrosos. Subiendo hasta el punto más alto, nos cruzamos con una niña que se encaprichó de mi pulsera repelente de mosquitos: un trozo de goma amarilla de lo más simple. No hubiese tenido problema en dársela, pero se agarró a ella y empezó a tirar diciendo “Give me, give me” hasta romperla. No me gustó nada. Está claro que en un entorno así es difícil tener una educación adecuada, pero no me hace nada de gracia la idea instaurada de que los turistas somos ricos y tenemos la obligación de darles a ellos, los pobres, lo que nos pidan ¿Y si se tratara de alguna pulsera cara o de algún recuerdo familiar? Afortunadamente no era así. Subimos hasta la cima del templo y al menos contemplamos una buena panorámica de toda la ciudad, porque el templo en sí no era nada del otro mundo. Descendimos de nuevo entre monos y nos dirigimos a otra de las joyas de la ciudad: el Hawa Mahal, también conocido como “El Palacio de los Vientos”, construido para que las mujeres de la corte pudieran observar lo que acontecía en la ciudad. Por fuera nos gustó mucho, pero no entramos porque precisamete el atractivo del edificio estaba en el exterior. Se nos hizo bastante tarde y preguntamos al conductor si nos podía llevar a un sitio donde hicieran un buen pollo tandoori, la asignatura pendiente del viaje. Nos llevó al rstaurante Green Tandoori, un lugar modesto pero limpio y con buenos precios. Pedimos un pollo tandoori entero (no mezclar con la salsa verde de la que lo acompañan porque es FUEGO), arroz vegetariano, pollo changezi típico de la zona, un naan de queso y otro de ajo, con una cocacola y dos aguas. Sólo pagamos 610R. Estaba todo muy rico, pero también muy muy picante… algo muy común en India en general y en el Rajastán en particular… ahí le añaden una dosis extra. La verdad es que creíamos que después de comer nos iban a llevar al City Palace pero nos dejó en el hotel y ya era más de media tarde y cerrarían en breve. Tampoco le discutimos, porque dejamos que él fuera quien marcara el ritmo… Fue un error. Nos refrescamos un poco en un baño común y descansamos al fresquito del aire acondicionado en el hall, momento que también aprovechamos para echar un ojo a los libros y guías de viaje que prestan en el Pearl Palace gratuitamente. Después, caminamos hacia la zona de la estación de autobuses en busca de un cyber y cuando dimos con uno, el irrisorio precio de 20R por hora hizo que estuviéramos una entera allí cada uno con su ordendor, poniéndonos al día con la familia y redes sociales. Al regresar al hotel, aunque aún sin mucha hambre porque habíamos comido tarde, subimos al Peacock, el restaurante de la azotea. No podíamos irnos sin probarlo despúes de todas alas buenas opiniones que habíamos leído, y después, tenemos que decir que estuvo a la altura. Es un sitio fantástico, con música chillo ut, muy bien decorado y con una parte internacional y cocina india actual y de calidad. Pedimos un thali para compartir, así probábamos un poco de todo, y yo además me lancé con un Thandai, una bebida india hecha con leche helada, azafrán, cardamomo y almendras. Me estaba conteniendo con los zumos y lassis por no volver a los problemas de estómago, pero leí la descripción y eso tenía que probarlo… Estaba delicioso. Gracias a uno de los componentes del thali, descubrimos otro de los hits del viaje: el Gulab Jamun. Un dulce exquisito que volvimos a probar en otros lugares pero ninguno superó al del Peacock. Nos gustó tanto que pedimos una “ración” más de eso y el total de la cena acabó siendo de 540R. Sobre las 10:30, cogimos un tuk tuk por 50R y regresamos ala estación de tren para coger el que nos llevaría a Jaisalmer. Un largo trayecto de 12 horas en el que al menos iríamos sólos en compartimento privado de clase AC1. Pero a la noche le quedaba otra de las anécdotas del viaje. Ahora lo contamos casi riéndonos, pero fue desesperante en el momento. Resulta que en los trenes sólo suele haber un vagón de clase AC1. Nosotros lo localizamos pronto y nos metimos en un compartimento cuyo número coincidía con el que figuraba en nuestro billete. Como tampoco hay nadie que te informe, pues poco más podíamos hacer salvo eso. Nos pusimos cómodos y al poco tiempo nos dormimos agotados… Al rato el revisor entra sin llamar y nos pide los billetes. Al mostrárselos, vemos que no nos encuentra en la lista de pasajeros y nos dice con gestos que esperemos. Cuando volvió al rato, me pasó el móvil en el que alguien en inglés me explicaba que el tren se iba a dividir en determinado punto y teníamos que cambiarnos en la siguiente estación a un vagón AC1 del final del tren, ya que en el que estábamos no llegaría a Jaisalmer. Le dije que nos acompañara alguien que nos indicara el vagón correcto y nos dijo que sin problema. Total, que nos vestimos y esperamos a llegar a la siguiente estación, donde bajamos al tren acompañados del hombre que se suponía que nos iba a indicar. Seguimos caminando junto al interminable tren y el señor empezó a aligerar el paso y a decirnos que fuéramos más deprisa. El tren comenzó a sonar y ya íbamos corriendo, pero en esas vemos que empieza a moverse y el señor nos abandona y salta a un vagón de sleeper. Nosotros, flipándolo, corriendo e intentando avanzar mientras gritábamos “STOP” a pleno pulmón (para nada). Al final vi una puerta abierta en sleeper, lancé a ella mi malete y salté dentro… En tren aceleraba y mi novio me lanzó la suya y saltó el después. Estaba tan enfadada que me puse a despotricar en todos los idiomas y tiré del freno de emergencia ante la incrédula mirada de los viajeros del vagón. Dio igual. El tren se paró un minuto y nadie vino a ver que pasaba. La impotencia era tremenda. No hay absolutamente nadie que te informe, que te oriente, que te ayude…. Y sabiendo que hay gente a la que han tenido que mover, echan el tren a andar y te dejan tirado de madrugada en un apeadero en medio de vete tú a saber donde y no pasa nada. Estábamos bastante alterados y creemos que con razones de sobra. Afortunadamente, no todo el mundo es así y los chicos del vagón intentaron ayudarnos recopilando información y en la siguiente parada un par de ellos nos acompañaron al vagón correcto…. Esa vez fuimos volando y bien pegaditos al tren por si acaso. Al llegar al correcto, vimos a un trabajador que nos saludaba sonriente en plan… “¿Dónde os habíais metido?” Que risas… ¿no? En fin, el señor no teía la culpa pero asún así se discul´po y por fin pudimos tumbarnos y descansar tranquilos. Menos mal que estos malos ratos luego se convierten en vivencias y experiencia. GASTOS DEL DÍA PARA 2 PERSONAS - Tuk Tuks: 800R - Comida: 610R - Cena: 540R - Entradas: 660 R - Internet: 40R Total: 2650R (Souvenirs Aparte) Índice del Diario: INDIA Y NEPAL POR LIBRE: 21 INTENSOS DIAS Y UNA TOTAL AVENTURA
01: Motivos, preparativos y presupuesto inicial
02: Día 1- Escala y noche en Abu Dhabi. Visita de Mezquita Sheykh Zayed
03: Día 2- Llegada a Katmandú. Plaza Durbar y Thamel
04: Día 3- Katmandú: Trámites, Patán y Swayambhunath
05: Día 4- Katmandú: "Patsupatinath", Kopan y Boudhanath de día y de noche
06: Día 5- Nagarkot, Bhaktapur y el real Pashupatinath
07: Día 6- De Katmandú a Pokhara: EL INFIERNO
08: Día 7- Relax en Pokhara
09: Día 8- Poon Hill Trekking I: Nayapul - Ulleri
10: Día 9- Poon Hill Trekking II: Ulleri - Ghorepani
11: Día 10- Poon Hill Trekking III: Ghorepani - Ghandruk
12: Día 11- Poon Hill Trekking IV: Ghandruk - Kimche y vuelta a Pokhara
13: Día 12- De Pokhara a Varanasi: Odisea por tierra
14: Día 13- Varanasi: Primer contacto y ceremonias en el Ganges
15: Día 14- Varanasi: Hinduísmo y Budismo en la ciudad sagrada
16: Día 15- Agra y su maravilla: El Taj Mahal
17: Día 16- Jaipur: Tour de un día en "La Ciudad Rosa"
18: Día 17: Jaisalmer: Excursión al Desierto del Thar
19: Día 18- Jaisalmer: La Ciudad Dorada
20: Día 19- Jodhpur: La Ciudad Azul
21: Dia 20- Delhi: Qutab Minar, Lotus Temple & India Gate
22: Día 21- Delhi: Fuerte Rojo, Jama Masjid, tumba Humayun... y traca final
23: Gasto total y conclusiones
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