Levantarse y tomar un desayuno francés en la terraza, no tiene precio. Patricia prepara unos desayunos estupendos; zumo de naranja, macedonia de frutas, unos grandes trozos de quesos de distintas variedades, algo de pastelería y, por supuesto, exquisito pan francés. Esto del pan puede parecer una obviedad, pero debo comentar que en Francia se come un pan de auténtica masa madre, muy rico, sano y natural, costumbre que hemos perdido en España, desgraciadamente. Finalmente, nos tomamos el café y la tostada con mantequilla y mermelada casera elaborada por Patricia. Lo dicho; un desayuno de 10 para empezar el día.
Esta nueva jornada la dedicaríamos a visitar Minerve, un pueblo medieval clasificado con el sello de calidad “Les plus beaux villages du France”. En la Edad Media fue el centro feudal del Vizcondado de Minerve, vasallo de Narbona. Durante la cruzada albigense, se convirtió en uno de los refugios para los cátaros de la región debido a sus defensas naturales. Se trata de un pueblecito muy pequeño, que se recorre en apenas hora y media a pie. El coche hay que dejarlo obligatoriamente en el parking de entrada. El calor tan intenso, y el seco y pedregoso rio, junto con el entorno árido y rocoso, hicieron algo pesada y decepcionante la visita.

Desde aquí nos acercamos a conocer la Abadía benedictina de Saint Pierre y Saint Paul en la localidad de Caunes-Minervois. La entrada nos costó 6 euros y dentro había exposiciones de obras contemporáneas (llamaba la atención un Renault 2CW de color rojo en el claustro), y alguna sala dedicada a restos arqueológicos de la antigua abadía. La particularidad es el mármol rojo que decora la iglesia por todas partes, pero el efecto final resulta feo y recargado. La reforma general de la abadía es bastante deficiente.


Emprendimos el camino de regreso al hotel, pero de camino, atravesamos el Canal du Midí a la altura del puerto Trebés, y decidimos acercarnos a una de las barcazas que te dan un paseo turístico. La salida estaba prevista en los 5 minutos siguientes y la cosa tenía muy buena pinta. Compramos los tickets y nos embarcamos. Además del capitán, nos acompañaba un guía agradabilisimo que daba las explicaciones en francés y en español para nosotros dos. Nos informaba de la historia de construcción del Canal, de curiosidades varias y del funcionamiento de las esclusas. El paseo fue verdaderamente interesante, muy entretenido y bonito, y al mismo tiempo, muy refrescante en aquella tarde de tanto calor. Hicimos infinidad de fotos preciosas.

Al acabar el recorrido en barco, nos fuimos hacia Carcassonne, con la intención de visitar el castillo de la Cité, cuyas entradas ya habíamos sacado previamente (online), para evitar las colas de acceso. El castillo condal, edificado sobre un domus del siglo I, fue la fortaleza que albergaba a los vizcondes de Carcasona.


Construido a principios del siglo XII sufrió varias modificaciones posteriores. Durante la visita encontraréis también un breve documental donde se explica la historia de Carcassonne y del castillo (está en francés, pero tiene subtítulos en español e inglés). Observando su arquitectura, percibiremos claramente que el castillo era una fortaleza defensiva ubicada, a su vez, dentro de otro fuerte, la Ciudadela: su posición en altura le permitía una vista panorámica más allá del río Aude. El recorrido por las galerías de madera, las torres defensivas, o la pequeña capilla románica, no decepciona en absoluto. A la salida, cenamos en nuestro restaurante favorito unas cuantas tapitas típicas de la zona. Concluido el día y cansados, nos fuimos a dormir.