Nos levantamos sobre las 06:30 para preparar el equipaje y desayunar tranquilamente porque a las 8:30 teníamos que estar en el muelle para hacer la excursión a Siete Altares y Playa Blanca. Después de la tempestad llegó la calma y tras la tormenta impresionante de la noche anterior, amaneció un día soleado precioso.
Dejamos el equipaje preparado y fuimos a desayunar. El desayuno, aunque no estaba incluido en el precio de la habitación era barato y completo y lo mejor es que lo servían en una terraza preciosa rodeada de vegetación y con vistas a la bahía de Livingston.
Cuando terminamos, hicimos el check out y pedimos un tuk tuk porque nos habían dicho que dejásemos el equipaje en las oficinas de la agencia en el embarcadero para que cuando llegásemos de la excursión, saliésemos directamente a hacer el tour del río y ya nos dejasen en el hotel que teníamos reservado en Río Dulce. Así lo hicimos y después embarcamos en un bote para ir a Siete Altares y Playa Blanca. Eramos solo 6 personas, una pareja de franceses, nuestros amigos argentinos y nosotros.
Nada más salir nos sorpendió ver una estatua en una islita en medio del mar. No supieron explicarnos muy bien el significado, pero bonita es bonita.

Fuimos bordeando la costa hasta llegar a Siete Altares. Lo primero que hay que hacer es entrar en el centro de visitantes y pagar la entrada, 20 Gtq por persona (algo más de 2€). El centro es realmente curioso, está en una palapa abierta y es muy auténtica, en una lado había una especie de altar con velas e imágenes y estaban quemando algo de un fuerte olor que por lo visto servía para repeler a los mosquitos, Palo Santo. allí te recibe un auténtico garífuna, te cobra y te explica el recorrido que tienes que hacer porque vas por tu cuenta, sin guía. "Si lo sé no vengo", dije yo cuando entramos en el recinto y vi de lo que se trataba. Son siete pozas de agua cristalina que corre sobre grandes piedras hasta llegar al mar Caribe, precioso, sí, pero es que tienes que caminar sobre esas piedras resbaladizas por donde corre el agua para hacer el recorrido. Primero se cruza la cascada grande, para lo cual hay una gran cuerda para agarrarte, pero a pesar de eso, impresiona y casi me doy la vuelta, pero me convencieron e hicimos una cadena entre los cuatro para cruzar mejor. Luego se sigue el recorrido por un lateral, siempre caminando sobre las piedras resbaladizas, hasta llegar a la última poza y cuando ya lo has conseguido, ufff, ahora vuelve por el mismo caminito. Lo pasé mal, pero me alegré de haberlo hecho. Desde luego no lo recomiendo para personas que no sean muy habilidosas porque es muy fácil resbalarse y caerse. Recomiendo llevar escarpines o calzado de agua porque si vas descalzo te haces polvo los pies con las piedras. El sitio es muy bonito, pero quizá no tanto como nos había parecido en las fotos que habíamos visto y es que, según nos contaron había llovido poco este año y llevaba poca agua.

Por fin salimos sanos y salvos y continuamos en el bote hacia los manglares, hicimos un pequeño recorrido entre ellos y seguimos hacia Playa Blanca, que como su nombre indica, es de arena blanca y es casi privada porque solo se puede acceder por mar. En toda la playa estábamos solo los seis de la excursión y los empleados de los chiringuitos que hay. Está bien montada porque tiene tumbonas, sombrillas, aseos, duchas, o sea, todo lo necesario. Nada más llegar una señora nos preguntó si queríamos encargar comida. Había dos menús, uno con pollo y otro con camarones. Elegimos el de camarones y cerveza por 90 Gtq (10€) por persona y lo encargamos para una hora determinada para poder disfrutar antes de la playa. Nos bañamos un rato, el agua estaba a buena temperatura y estaba limpia, pero no es el agua cristalina y azul de otras zonas del Caribe, esta es más bien verdosa. Después del baño, paseo por la playa y tomar un poco el sol, llegó la comida. El plato era bastante completo, camarones, arroz con frijoles, banana frita y un poco de ensalada. todo muy bueno. De postre nos pedimos un coco con ron, servido en el mismo coco por 30 Gtq (3,5€)

A las 14:30 salimos de regreso a Livingston. Se tarda una media hora en llegar y a las 15:00 ya estábamos en el muelle, recogimos el equipaje y después de despedirnos de nuestros amigos, que se quedaban allí una noche más, embarcamos en otra lancha para hacer el tour del río.
Íbamos cuatro personas, así que no le encontramos sentido a la historia que nos habían contado el día anterior, eso de que tenía que ser en tour privado, pero bueno, el caso es que ya estábamos ahí.
El principio del río desde el mar es el recorrido mas bonito, muchísima vegetación, manglares, etc.
Hacia la mitad del recorrido paramos 20 minutos en Agua Caliente, que es una especie de palapa muy bonita, donde hay un bar y una poza sulfurosa de aguas termales donde te puedes bañar. El agua está caliente, sale vaho y huele fatal, a huevos podridos, por aquello del azufre. Después de la parada continuamos, a ambos lados se veían pequeños embarcaderos y casas típicas de paja. Ya se estaba poniendo el sol y los colores del cielo eran preciosos.

Llegamos al pueblo de Río Dulce donde se bajaron el resto de ocupantes de la lancha y continuamos a nuestro hotel, Tortugal Lodge (1n) Hab Deluxe con cama extra grande. 520GTQ + 22%= 635GTQ o 73€. El hotel tiene su embarcadero por el que se accede directamente al área de restaurante y bar donde también está la recepción. Hicimos el registro de entrada y nos acompañaron hasta nuestro bungalow por caminos que atravesaban toda una selva. Cuando llegamos a él, me encantó, en la entrada tenía un letrero con el nombre, "Casa Elegante" y desde luego que lo era. En el porche que rodeaba todo el bungalow, había mesa, sillas, tumbonas y hamacas. Una doble puerta de cristal daba acceso al interior que era bastante grande y con varios ambientes. Por un lado, la cama enorme, luego una zona con sofá, escritorio, una mesa con todo lo necesario para prepararte un café o té y luego integrado en la habitación pero separado por un muro decorativo, estaba el lavabo sobre encimera con un espejo y a continuación la puerta de acceso al baño con el inodoro y ducha de obra. Nos encantó porque estaba muy bien decorado todo.

Nos duchamos y fuimos a cenar, menos mal que habíamos llevado una pequeña linterna porque el caminito de noche no estaba muy bien iluminado. En el restaurante había bastante ambiente pero no tardaron mucho en servirnos la cena que estuvo muy rica. Después nos tomamos unos gin tonics en el bar aprovechando el momento y la wifi para comunicarnos con la familia y después nos fuimos a dormir. Habíamos contratado con el hotel a un señor para que nos llevase a hacer una excursión por el río y el lago Izabal al día siguiente antes de que nos recogiera nuestro nuevo conductor para llevarnos a Tikal, así que había que madrugar otra vez ...