Llegó el día en que más madrugamos de todos. A las 4.30 estábamos en pie para salir a las 5.30 con un conductor particular y con nuestra caja del desayuno preparada en el hotel. 4 horas sin parar y conduciendo muy rápido nos separan de nuestro destino.
A las 9.30 de la mañana llegamos a Tulcea. Se trata de la ciudad portuaria más grande del delta del Danubio y punto de salida principal de los barcos que lo recorren, que es lo que nosotros vamos a hacer.
Vamos primero al Hotel Delta, uno de los más destacados de la ciudad. Allí compramos los billetes para el crucero que teníamos previamente reservados y que incluyen comida. El precio es de 40 euros (además teníamos que añadir una buena cantidad por el traslado en coche; la excursión nos salió a cada uno por unos 120 euros).
Fuimos al WC en el mismo hotel, desayunamos en el hall y luego nos fuimos a recorrer el puerto y a fotografiar los barcos. A las 10.30 horas todo el mundo subió a bordo.
El Delta del Danubio no es muy conocido a pesar de ser el lugar donde uno de los ríos más importantes de Europa tiene su desembocadura. Cuenta con tres ramificaciones o brazos llamados Chilia, Sulina y san Jorge. Fue declarada Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad en 1991 y es un paisaje muy bonito además de contar con una gran importante de especies. Tiene casi 5000 kilómetros cuadrados de superficie donde encontramos marismas, islotes, bancos de arena… Los islotes de juncos ocupan una extensión de más de 1500 kilómetros cuadrados, una de las más grandes de su categoría en el mundo. Hay unas 300 especies de aves, que es lo que más se ve.
Cormoranes enanos, pelícanos, garzas, cisnes o gansos de cuello rojo. Y puedo asegurar que se ven en abundancia; incluso vuelan por encima de nuestras cabezas. Pero también hay mamíferos (de esos sí que no vimos ninguno) como nutrias, visones, comadrejas, lobos, perros mapache, liebres; reptiles como la culebra de collar, la culebra de agua, la tortuga y muchas especies de peces (esturión, carpa, siluro, lucio, perca, etc). Y no es por asustar a nadie pero también hay ejemplares de esa hermosa araña llamada viuda negra.
El barco es espacioso aunque sin exageraciones. Éramos unas 50 personas, casi todos griegos.
Gozamos de un recorrido de varias horas, muy relajado, viendo las aves, y en un determinado punto llegamos a una zona de juncos en la que nos detuvimos un rato. Fue cuando nos llamaron para bajar al comedor. Nos dieron una sopa de pescado (a mí ensalada y varios tipos de jamón dulce), pescado rebozado con pisto (yo carne) y un pastelito. A media comida el barco dio la vuelta pero aún nos quedaba mucho de recorrido y muchos animales para ver. Incluso un pequeño pajarito azul eléctrico (vimos varios) que no sé qué es.
Llegamos a puerto a las 16.30, después de pasar por una zona donde hay barcos abandonados y de ver las letras de Tulcea en una colina y el minarete de una mezquita en el barrio turco.
Fuimos al WC y cogimos el coche de regreso a Bucarest. A medio camino empieza a lloviznar un poco (nos ha dejado en paz todo el día). Llegamos a las 20.30 más o menos, listos para cenar sopa y pollo con patatas.
A las 9.30 de la mañana llegamos a Tulcea. Se trata de la ciudad portuaria más grande del delta del Danubio y punto de salida principal de los barcos que lo recorren, que es lo que nosotros vamos a hacer.
Vamos primero al Hotel Delta, uno de los más destacados de la ciudad. Allí compramos los billetes para el crucero que teníamos previamente reservados y que incluyen comida. El precio es de 40 euros (además teníamos que añadir una buena cantidad por el traslado en coche; la excursión nos salió a cada uno por unos 120 euros).
Fuimos al WC en el mismo hotel, desayunamos en el hall y luego nos fuimos a recorrer el puerto y a fotografiar los barcos. A las 10.30 horas todo el mundo subió a bordo.
El Delta del Danubio no es muy conocido a pesar de ser el lugar donde uno de los ríos más importantes de Europa tiene su desembocadura. Cuenta con tres ramificaciones o brazos llamados Chilia, Sulina y san Jorge. Fue declarada Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad en 1991 y es un paisaje muy bonito además de contar con una gran importante de especies. Tiene casi 5000 kilómetros cuadrados de superficie donde encontramos marismas, islotes, bancos de arena… Los islotes de juncos ocupan una extensión de más de 1500 kilómetros cuadrados, una de las más grandes de su categoría en el mundo. Hay unas 300 especies de aves, que es lo que más se ve.
Cormoranes enanos, pelícanos, garzas, cisnes o gansos de cuello rojo. Y puedo asegurar que se ven en abundancia; incluso vuelan por encima de nuestras cabezas. Pero también hay mamíferos (de esos sí que no vimos ninguno) como nutrias, visones, comadrejas, lobos, perros mapache, liebres; reptiles como la culebra de collar, la culebra de agua, la tortuga y muchas especies de peces (esturión, carpa, siluro, lucio, perca, etc). Y no es por asustar a nadie pero también hay ejemplares de esa hermosa araña llamada viuda negra.
El barco es espacioso aunque sin exageraciones. Éramos unas 50 personas, casi todos griegos.
Gozamos de un recorrido de varias horas, muy relajado, viendo las aves, y en un determinado punto llegamos a una zona de juncos en la que nos detuvimos un rato. Fue cuando nos llamaron para bajar al comedor. Nos dieron una sopa de pescado (a mí ensalada y varios tipos de jamón dulce), pescado rebozado con pisto (yo carne) y un pastelito. A media comida el barco dio la vuelta pero aún nos quedaba mucho de recorrido y muchos animales para ver. Incluso un pequeño pajarito azul eléctrico (vimos varios) que no sé qué es.
Llegamos a puerto a las 16.30, después de pasar por una zona donde hay barcos abandonados y de ver las letras de Tulcea en una colina y el minarete de una mezquita en el barrio turco.
Fuimos al WC y cogimos el coche de regreso a Bucarest. A medio camino empieza a lloviznar un poco (nos ha dejado en paz todo el día). Llegamos a las 20.30 más o menos, listos para cenar sopa y pollo con patatas.