El viernes día 18 madrugonazo para subirnos a una aeronave de Hawaiian Airlines a las 7:50 horas rumbo a Las Vegas, a donde llegaríamos a eso de las 16:30 tras algo más de cinco horas y media de vuelo. Los billetes nos costaron 796 € incluyendo una maleta en bodega por cabeza, y el vuelo resultó tranquilo y (dentro de lo que cabe, claro) cómodo:
Llegamos puntuales a Las Vegas aunque nos entretuvimos un poco en la recogida de equipajes, ya que nos equivocamos de cinta... Mea culpa, que no seguí las indicaciones del aeropuerto. Aún así, tras subirnos sin problemas al tercer coche del viaje (otro SUV, un Hyundai Santa Fe, esta vez con Avis: 487 € por seis días, incluyendo la puñetera tasa one-way, que casi fueron 220 pavos) enfilamos nuestro hotel: el Silverton Casino, bastante alejado del Strip pero muy bien de precio para nuestras intenciones (114 € la noche, sin desayuno), que no eran otras que hacer una parada técnica antes de poner rumbo hacia Utah y Arizona y visitar unos cuantos parques nacionales. El hotel bien, monstruoso como casi todos los casinos de Las Vegas (era nuestra tercera visita a la ciudad, por cierto...) pero con habitaciones amplias y mucho parking. Aunque el gps no nos indicó bien la ruta para llegar hasta la entrada, así que también dimos una o dos vueltas antes de hacer el check-in. Luego, un paseo por la trampa para turistas que es el Strip y, eso sí, una tremenda cena en The Buffet del majestuoso hotel Bellagio, a razón de unos 48 pavos cada uno:
El sábado 19 de mayo otro madrugón, desayuno en el Starbucks del hotel (nuevamente carísimo: casi 26 $ por dos cafés, dos bollos y un zumo) y enseguida nos pusimos en ruta hacia nuestra primera cita del día: el parque nacional de Zion, en Springdale, Utah:
Aquí comenzó el verdadero espectáculo de esta etapa de nuestro viaje: el paisaje que se contemplaba desde la carretera. Nada más salir de Las Vegas nos adentramos en el desierto de Nevada, que pese a lo desolador que puede parecer a simple vista comenzó a ofrecernos algunas panorámicas abrumadoras, fabulosas. Y al traspasar la frontera con Arizona, y posteriormente la de Utah, la inmensidad de lo que veíamos nos mantenía a los tres en silencio en el coche, disfrutando sin más de la belleza del horizonte. Las fotos jamás le harán justicia:
Llegamos a Zion casi al mediodía. Nos encontramos con una larga fila de coches en el acceso al parque pero que se movía bastante rápido. Pagamos 25 $ por entrar (es la tasa por un vehículo con hasta 6 pasajeros, si no recuerdo mal) y tras dar un par de vueltas dejamos el coche en el parking del visitor center. Le dedicamos unas cuantas horas al parque, y la fama que tiene es bien merecida:
De Zion nos fuimos a Page, de nuevo en Arizona, atravesando una vez más parajes espectaculares y algún pueblo con muy buena pinta como Kanab. En Page está Antelope Canyon, un cañón espectacular que no nos dio tiempo a visitar; pero sí nos hicimos algunas fotos en Horseshoe Bend, un meandro del río Colorado que no puede ser más fotogénico:
De ahí nos fuimos a Kayenta, donde teníamos el motel de esa noche: Wetherill Inn, 149 € habitación triple con desayuno (complimentary, muy básico) y parking:
El camino se hizo largo. Anocheció enseguida y encima no había cobertura de datos, con lo que nos costó unos minutos dar con el alojamiento. Tras aprovisionarnos en una gasolinera atendida por chicas de la tribu navajo (el 90 % de la población de esta zona es de esta tribu. Lógico: está en el centro de la Navajo Nation) nos retiramos a descansar. Al día siguiente, domingo día 20, nos tocaba uno de los platos fuertes de nuestro viaje: Monument Valley, donde ya habíamos estado hacía un par de años pero que no pudimos visitar en condiciones al llegar tarde: en aquella ocasión no habíamos conseguido pasar del visitor center desde el que sí, hay unas vistas que quitan la respiración; pero nosotros queríamos habernos adentrado en el valle y no pudimos. Así que nos vimos obligados a programar de nuevo la visita...
No voy a decir nada porque no puedo describir este lugar con palabras. Sólo dejo estas fotos y vídeos:
Abrumador. Después unas horas boquiabiertos y tras miles de disparos con nuestros móviles seguimos rumbo norte hacia Moab, nuestro destino ese día, pasando entre otros sitios por el punto donde Forrest Gump dejaba de correr en la película:
Muy simpático el momento. También pasamos por Mexican Hat, Bluff, Blanding (aquí me pusieron la única multa del viaje: 120 $ por ir a 46 millas/hora en un sitio limitado a 30)...:
El camino seguía siendo extraordinario. Al llegar a Moab nos encontramos un pueblo animadísimo, más grande de lo esperado y en un entorno precioso, rodeado por un Muro enorme que le daba aspecto de estar aislado del mundo. Nos encantó:
Y tras el check-in en el Big Horn Lodge (114 € sin desayuno) nos fuimos al Arches National Park, a observar los famosos arcos naturales de piedra. Hay más de 2.000, al parecer. Sólo teníamos un par de horas o tres antes de anochecer, así que fuimos directamente a los sitios más emblemáticos del parque. Nos gustó mucho también:
Así finalizamos el domingo día 20. El lunes una vez más a levantarse muy temprano porque nos esperaba un buen trecho hasta nuestro destino de ese día; pero antes nos metimos entre pecho y espalda un desayuno como dios manda en el Moab Grill, local muy cercano al motel y del que ya teníamos información desde antes de salir de casa. Es lo que tiene internet... Pagamos 50 $ incluyendo propina por dos de tostadas francesas con huevos y bacon, una de huevos rancheros, un zumo y café para los tres:
Después check-out y rumbo hacia nuestro objetivo del día: Aspen, en Colorado. Una vez más el camino fue lo mejor de todo: ya llevábamos información sobre la carretera 128 que unía Moab con la interestatal 70 en poco más de una hora, pero hay que estar allí para creerse lo que uno iba viendo. La carretera bordea el río Colorado a través de un cañón que, en algunos tramos, casi da miedo. No tenemos fotos porque no hicimos ninguna parada, pero disfrutamos del paisaje como niños ante su primer regalo de Reyes. Nos dejó casi sin aliento.
Tras dos paradas técnicas en Fruita (en el habitual Starbucks: 8,03 $ por dos skinny flat white), muy cerca de Grand Junction, y en Glenwood Springs (que, como curiosidad, presume de haber sido elegida ciudad más divertida de USA hace unos años...), llegamos a Aspen a primera hora de la tarde:
Nos registramos en el Molly Gibson Lodge tras un atascazo de mil pares a la entrada de Aspen. Y allí nos dimos cuenta de que habíamos cometido un pequeño error de cálculo. La temporada de invierno había finalizado el pasado día 1, y la de verano comenzaba el último fin de semana de este mismo mes; lo que significaba que durante el mes de mayo la ciudad está al ralentí y aprovechan para hacer obras en todos lados. Consecuencia: el lugar estaba casi vacío, los locales cerrados por vacaciones al estar entre temporadas (incluidas las pistas y las estaciones de esquí, con lo que ni siquiera pudimos subir en teleférico a ninguna de ellas) y el ambiente no podía estar más desangelado... Aún así teníamos dos días por delante que intentamos aprovechar al máximo; y de paso, como las circunstancias nos obligaban, dedicamos unas cuantas horas a descansar. Vimos la ciudad, el John Denver Sanctuary, el pueblo vecino de Snowmass (muy bonito, pero vacío también) y un lugar que nos encantó: el parque estatal de Maroon Bells, con un lago entre montañas fantástico:
El miércoles 23 también madrugamos para dejar el Molly Gibson. Pagamos 212 € por dos noches, desayuno incluido. Muy bien, pero hay que tener en cuenta las circunstancias que escribí antes: es temporada baja (bajísima, más bien) y de ahí los precios asequibles en un lugar que, en invierno, está fuera de nuestro presupuesto. Tras desayunar en el Aspen Hotel, casi contiguo, pusimos rumbo hacia nuestro último destino de esta etapa: Denver. Una vez más la ruta en sí fue lo mejor: atravesamos las Montañas Rocosas que nos ofrecieron unas increíbles panorámicas de enormes bosques y valles nevados, pueblos incrustados entre paredes casi verticales de piedra con nombres pintorescos (Frisco, Silver Plume, Blackhawk) y cielos tan cubiertos que en algunos tramos las nubes incluso dejaron caer copos de nieve... ¡a finales de mayo! Costaba imaginarse cómo sería el invierno por allí si la primavera ofrecía ese espectáculo... Nuestra primera parada fue en Vail, una encantadora villa con las que dicen son las pistas de esquí más grandes y largas de USA pero que, al igual que Aspen y Snowmass, estaba prácticamente vacío. Con decir que el parking público era gratuito, cuando en temporada alta cuesta 30 $, estés una hora o todo el día... También hicimos un breve stop antes de llegar a Denver en un pequeño pueblo llamado Georgetown, una vez que terminamos el descenso desde las Rocosas:
Al mediodía llegamos a Denver, sin contratiempos en cuanto al tráfico. Aparcamos en un parking lot de Cherokee St. al que ya le había echado el ojo antes de iniciar el viaje: 15 $ por seis horas, aunque en realidad el ticket marcaba hasta las 9 de la mañana del día siguiente. Nuestra intención era dar un paseo por la 16th St Mall, la principal arteria comercial de la ciudad, y el barrio de LoDo (lower downtown), del que había leído que era alternativo y con tiendas de vanguardia. Así lo hicimos:
Comimos en un enorme Whole Foods Market cercano a la remodelada Union Station: 44,39 $ los tres. Luego procedimos con las últimas compras y una visita al Capitolio de Colorado antes de retirarnos a nuestro alojamiento del día: La Quinta Inn Denver Gateway en Aurora, ya cerca del aeropuerto internacional de Denver. 116 euros con un buen desayuno y aparcamiento:
Y ya a descansar. Nos quedaba la última etapa de nuestro viaje alrededor del mundo: un par de días en Nueva York.