El domingo día 13 nuevo madrugón: nos esperaba un largo trayecto de 650 kilómetros hasta Canberra y no queríamos que la noche se nos echase encima, así que enseguida nos pusimos manos a la obra. Nos resistíamos a abandonar Melbourne, por lo que una vez instaladas las maletas en el coche nos dimos un último paseo por el Queen Victoria Market para comprar los últimos souvenirs. A eso de las 10 de la mañana encendimos el gps del teléfono y pusimos rumbo a la capital australiana.
El viaje transcurrió sin incidentes y nos dejó en Canberra ya de noche. Nos alojamos en el Best Western Plus Garden, un motel a unos 7 kilómetros del centro que nos salió por unos 106 euros con desayuno. Bien, funcional, lo esperado en un motel de este tipo. Tras el check-in y pese a ser domingo noche nos dirigimos a las zonas que parecía que podían tener algo de animación y gente por la calle: los alrededores de Lonsdale St. en primer lugar, y el barrio de Manuka, con muchos restaurantes y cafeterías. Los sitios están bien, pero gente, a la hora que fuimos nosotros... casi ninguna:

Tras el desayuno del lunes 14 procedimos con el check-out y antes de enfilar rumbo a Sidney quisimos acercarnos a Weston Park, un parque enorme con un lago artificial en donde, según habíamos leído, se podían ver canguros en semilibertad. Y ¡bingo! ¡dimos con ellos!:






Tras unos cuantos cientos de fotos de los preciosos marsupiales pusimos rumbo a Sidney, de la que nos separaban algo menos de 300 kilómetros. Nuestra intención era llegar a las Blue Mountains para, al menos, echarle un vistazo a las famosas Three Sisters y darnos un garbeo por el visitor center del parque; pero el retraso con los canguros hizo que modificásemos nuestros planes y nos dirigiésemos a algún sitio que nos llevase menos tiempo. Así que fuimos directamente a Bondi Beach, visita que nos quedó pendiente desde que el año pasado el clima nos impidiese acercarnos a verla:







Tras el buen paseo por Bondi y una comida rápida en el McDonald's de la playa (36,75 AUD tres menús, 23,91 euros) nos fuimos a nuestro alojamiento en Sidney, que ya conocíamos del viaje anterior: Mariners Court Hotel, en el barrio de Woolloomoolloo. Buenas habitaciones con cocina y terraza en nuestro caso, un buen desayuno (raro por estos lares), parking excelente y sobre todo muy bien ubicado para acceder andando al downtown de la ciudad a través de los Jardines Botánicos. Tiene un horario en recepción un tanto extraño, pero no resulta un inconveniente. Nos salió en alrededor de 170 euros, aparcamiento incluído:



No perdimos mucho tiempo tras registrarnos y dejar las maletas en la habitación. Ya conocíamos el camino así que enfilamos directamente los Jardines para alcanzar Circular Quay, el puente de la Bahía y la Ópera de Sidney, Pitt St., Martin Place, Darling Harbour... Habíamos visto todo eso el año anterior, pero no dejó de asombrarnos:










Cenamos algo en el hotel y a descansar, que el día había sido largo. Nos despertamos el martes 15 temprano (como siempre) y, tras el buen desayuno, procedimos con el check-out y nos dirigimos hacia el norte a través del puente de la Bahía. Definir las vistas (y la sensación de conducir por ahí) como impresionantes es quedarse muy corto... Aparcamos cerca del parque de atracciones Luna Park (que estaba cerrado. Ojo: el párking en la calle sale por unos 6 AUD la hora, una barbaridad) y dimos un largo paseo a través del walkway hacia North Sidney. Nos hicimos unas fotos preciosas:





Nuestra última parada antes de ir al aeropuerto de Sidney fue la playa de Coogee, muy chula y casi más animada que Bondi Beach. Nos tomamos un par de cafés en la terraza del Little Jack Horner por algo menos de 9 AUD:




Y así finalizamos nuestra etapa australiana en este viaje. Nuestro vuelo salía a las 16:25 hacia nuestro nuevo destino: Hawaii.