Una vez comimos en Parada La manzana, hicimos ruta hacia Jarabacoa. El paisaje poco a poco iba cambiando, y no tenía nada que ver con la idea de paisaje caribeño que tenemos preconcebida.
Llegamos a Jarabacoa a primera hora de la tarde y nos instalamos en el hotel Gran Jimenoa, un buen hotel que estaba en oferta por internet. El hotel tiene buenas instalaciones y unas vistas impresionantes sobre el río.

En Jarabacoa nos llevamos varias decepciones con las visitas que habíamos programado. Para empezar, no pudimos ver el salto Jimenoa, que hace un recorrido por pasarelas bastante interesante, porqué por unas lluvias las pasarelas habían caído. Unos días después supimos que esas lluvias habían sido hacía meses y que aún no habían arreglado el camino.
Según la web www.jarabacoard.com/ ...-que-hacer , otra cosa que podíamos visitar era la Ruta del Café. Fuimos dirección Manabao y no encontramos dicha ruta, pues, para variar, no estaba señalizada. En Manabao nos dijeron que tenímos que desandar la ruta y tomar el desvío a Los Dajaos. Allí fuimos hasta que se acabó el camino. Encontramos a una pareja, Nati y José Cruz, que se habían trasladado allí, desde Santo Domingo, hace unos cuarenta años. Los dos estaban muy orgullosos de haber sido partícipes de la reforestación de la zona, de haber acogido a los primeros médicos españoles que llegaron a la zona como cooperantes, de haber ayudado a construir los primeros retretes en las casas o de cooperar en el Sonido del Yaque (cabañas turísticas dirigidas por personas de la zona). Compartimos con ellos un buen rato, pero de ruta de café… nada de nada. Según nos dijeron, las lluvias habían estropeado el camino y ahora estaba impracticable.

Allí José nos llevó a dar una vuelta por los alrededores y a visitar la catedral de Bambú, que él mismo había plantado.
En la web anterior también aparecía el Balneario La Cortina, que estaba en el camino a Jarabacoa. Así pues fuimos a hacer la visita. Otra decepción, pues el balneario es una tomadura de pelo. Consta de una fuente de agua que parece una cortina, porque el agua se distribuye uniformemente en una anchura de un par de metros. La caída de agua es pequeña, quizá un metro, no como se ve en la foto. Esta agua va a parar a una piscina pequeña en la que cuesta 100 pesos bañarse. Nos quedamos tan perplejos que ni nos bañamos.
Pocos quilómetros después estaba el balneario Las Guazaras, pero lo vimos desde la carretera, pues ya habíamos tenido suficientes decepciones aquel día.

Lo que sí que vimos fue el Salto de Baiguate, que está bien, y La Confluencia, que es la confluencia de los ríos Jarabacoa y Yaque del Norte, pero a la que no le vi la gracia. El pueblo de Jarabacoa está bien, tiene todos los servicios que un turista puede necesitar, pero no sé si vale la pena ir si no es que se quiere hacer deportes de aventura. También hay paisajes espectaculares, sobre todo yendo por la carretera hacia Constanza. Espero que algún día actualicen la página web de Jarabacoa y no hagan perder el tiempo a los turistas.