Chocó ✏️ Diarios de Viajes de Colombia

---

Día 7. Bogotá –Choco
Aquí empezaba la parte que más ilusión me hacía del viaje, la que consideraba que sería más diferente y a la vez la que más respeto me daba.
Sin duda fue la parte en la que peor organicé las cosas. Donde creí que todo aquello que había leído del tiempo necesario para las cosas, no sería tan exagerado. Donde, por momentos, más estrés pasamos. Pero sin duda, donde creo que tuvimos el mayor impacto del viaje.
Sabíamos que la costa del Choco es la zona más aislada de Colombia, no se puede acceder por carretera, ya que no las hay (en tal caso caminos de barro que nadie usa, excepto lugareños). Así que las alternativos eran avión/avioneta y un barco que tarda unas 8h y que debíamos desplazarnos mucho para poder coger. Nos decantamos por el avión.
Nuestro trayecto fue Bogotá-Medellín y Medellín-Bahía Solano. La vuelta la haríamos desde Nuquí, pasando también por Medellín.
Los vuelos no nos resultaron baratos, también hay que decir que esperamos mucho para comprarlos y que esto nos perjudicó. La ida nos costó unos 120€ por persona y la vuelta unos 150€ por persona. Hay que tener en cuenta que partíamos y regresábamos a Bogotá, si no tienes que hacer escala es más barato.
Como siempre los vuelos con retraso, sobre todo de Medellín a Bahía Solano. Al llegar al “aeropuerto” ves unas pequeñas pistas y el avión (de 50 pasajeros) tiene que frenar intensamente. Llovía, pero ya tienen unos paraguas preparados.
Una vez allí hay que esperar a que saquen las maletas y te las entreguen en mano desde los carritos. También hay que hacer cola para apuntarse en unas listas donde anotan el pasaporte y datos personales y profesión.
Los tuk-tuk esperan en la puerta para abordar a los viajeros. Pactas un precio para tu alojamiento. Algunos caminos estaban casi inundados pero los tuk-tuk son como anfibios que valen para todo.
Por el camino ya vas viendo un poco el reflejo de la zona, zona muy verde, exuberante, casas de madera, zonas donde acumulan residuos tipo vertedero…
El conductor nos dejó en el alojamiento que habíamos reservado, el Bien Germina Ya”. No está en Bahía Solano, si no que habíamos escogido alojarnos en la playa de el Almejal y la verdad es que acertamos. La playa es inmensa, muy larga, el alojamiento tiene vistas a ella y a 5 minutos andando estas en el pueblo (no en Bahía).
El alojamiento lo lleva una pareja, ella colombiana y él es vasco (!). Comentamos con él cuales eran nuestros planes, comentamos que para esa noche habíamos contactado con Asociación Caguama para hacer avistamiento de tortugas marinas.
Le preguntamos para hacer avistamiento de ballenas. Nos aconsejó una asociación Pacific Wildlife. Nos indicó que ir con un barquero del pueblo es más económico y que hay muchos, pero que ellos sólo te acercan a verlas, que no conocen y no saben explicarte nada de ellas y que incluso las agobian intentando acercarse demasiado rápido.
Hasta ahí todo muy bien, el problema vino cuando le dijimos nuestros planes para el Choco:
- 2 noches en Almejal
- 2 noche en Joviseña
- 1 noche en Nuquí.
A lo que él respondió:
no os habéis leído la información que te envié al hacer la reserva, verdad?
En ella explicaba (y también había leído en otros sitios), que sólo hay transporte “público” (una barca pública) los lunes y viernes, y en temporada en ocasiones los miércoles.
Sí que lo había leído, pero yo feliz pensaba que podría encontrar un transporte privado que nos llevase, que esto nos costaría algo más de dinero pero ya está.
La sorpresa fue que el coste del transporte público es de 60.000 pesos y, por los dos en privado nos costaba 700.000! 6 veces más!
A esto teníamos que añadir, que según había leído, no hay cajeros automáticos para poder retirar efectivo. Allí nadie cobra con tarjeta (no hay cobertura). Aquí es donde empecé a estresarme, ya que no tenía suficiente efectivo para poder pagar transporte, hoteles, excursiones y comida.
Desde el alojamiento llamaron para confirmar si habría transporte el miércoles, y como temíamos, no lo había. Llamó para confirmar precio del transporte privado y era el que él nos había dado.
Comentamos con el alojamiento que tal vez, en vez de dos noches que habíamos reservado sólo pasaríamos aquella y al día siguiente poder salir hacia Nuquí en transporte público. Esto implicaba que no podríamos ver allí las cosas que queríamos. También que tendríamos que anular el avistamiento de ballenas que ya habíamos reservado.
Entonces nos sentimos muy mal, nos explicó, que al barquero le habían robado la barca. Probablemente los narcotraficantes que envían desde allí a Panamá. Aquella barca estaba perdida dado que normalmente las hunden para no dejar rastro. Así que la chica se había pasado la tarde buscando otro barquero, moviendo cielo y tierra y al fin lo había encontrado. Si nosotros anulábamos, ellos tenían que anular la salida ya que sólo íbamos nosotros y una pareja de noruegos que se alojaban con nosotros.
Finalmente les dijimos que era un problema de efectivo, que no teníamos suficiente para todo. A lo que la dueña nos contestó que en Bahía Solano había un cajero automático y vimos el cielo abierto. Ya podíamos seguir más o menos con nuestros planes (mucho más caros, eso sí).
Decidimos salir a pasear por la playa. Pese a que la mayoría de los días el cielo está encapotado, la playa es muy bonita. No es bonita tipo las playas del caribe, es bonita en plan salvaje, natural, infinita.
De vuelta al alojamiento vimos un grupo de gente casi al final de la playa y unas cositas pequeñas en el suelo, nos dimos prisa para acercarnos. Era una liberación de tortugas baby! ¡Eran monísimas! Te pedían que te quedases quieto para no chafarlas cuando venían las olas. Pasamos bastante rato allí mirando y haciendo fotos sin apenas movernos e intentando no molestarlas. Al final, a las rezagadas las ayudaron un poquito a avanzar.
Al llegar al alojamiento, hablamos con una pareja de noruegos que también se alojaban allí y les explicamos lo de las tortuguitas y ellos nos dijeron que des del alojamiento habían podido ver ballenas.
La pareja se unió a nuestro avistamiento de tortugas por la noche. Vienen a buscarte al alojamiento. Hay que llevar linterna ya que la mayoría de las calles no están iluminadas, ni los tramos de bosque y la playa.
En un momento del camino cruzamos un puente bastante largo y dejamos el pueblo, entonces el hombre que nos acompañaba fue a buscar a otra persona y después saco su machete para continuar por entre campos y selva (no sabría decir bien bien). Finalmente llegas a la playa y una vez allí se trata de ir caminando y buscando señales en la arena que indiquen que este o haya estado una tortuga por allí. Por la playa caminas unos 7km en total y nos encontramos gente de la asociación haciendo el camino inverso.
Es cuestión de suerte, puedes verlas o no, pero nosotros tuvimos suerte. Vimos a una que estaba empezando a poner sus primeros huevos. Son pelotas de golf pero lisas. Estuvimos un rato mirando, enfocando lo menos posible a la tortuga. La chica de la asociación empezó a medirla y a recopilar los datos, la crotaló y nos esperamos a que acabase y tapase el agujero (para lo que tarda un rato). Después la tortuga hace los mismos movimientos en otras zonas para dejar marcas que despisten a depredadores. Seguidamente pone camino al agua a toda prisa sin mirar atrás.
Entonces destapan los huevos, los recuentan y los guardan para llevarlos a un lugar seguro. Hay gente que se dedica a cogerlos para venderlos o bien los perros los desentierran. Ellos los llevan a un recinto cerrado y los vuelven a enterrar y esperan a que salgan. Caminamos un rato más para ir al recinto y pudimos ver unas tortuguitas que habían nacido el día anterior y que esperarían allí un poco para ser liberadas.
Después volvimos, ya que había sido un día largo y estábamos cansados.
Esa noche habíamos cenado antes en el alojamiento y también desayunamos al día siguiente. Todo es vegetariano y comí por primera vez (y creo que última) una tortilla de patatas hecha con aceite de coco, la verdad es que es totalmente diferente. También le prepararon a Josep una infusión para el estómago, ya que no estaba muy bien.

Día 8. Bahía Solano
Nos quedaba arreglar el tema de pagar un transporte bastante caro de ida a Joviseña y luego volver atrás a Nuquí para tomar el vuelo de vuelta. Nos pusimos en contacto con el alojamiento de Joviseña a ver si ellos conocían algún transporte y que precio tenia. Su respuesta fue de 800.000 pesos (¡aún más caro!). También nos indicó, que no cogiéramos al primer barquero que nos diese buen precio, que el transporte en barca es peligroso en muchas ocasiones y debe ser alguien de confianza, que nos recomiende nuestro alojamiento o alguien de confianza y si no, era preferible anular nuestra estada allí.
Finalmente decidimos que valía más la pena ahorrar algo de tiempo y dinero y dedicarlo sólo a dos alojamientos en vez de 3. Pedimos alargar una noche en el Almejal y que contactaran con el barquero para darnos precio de ir a Nuquí un día más tarde.

Habíamos acordado en el alojamiento que vendrían a buscarnos dos tuk tuk para llevarnos al puerto de Bahía Solano.
Al llegar los tuk tuk llovía y vimos claro que necesitaríamos los chubasqueros que habíamos llevado. Al pasar por Bahía Solano pedimos que parara en el cajero y poder retirar el efectivo que tanto nos había hecho sufrir. El chico del tuk tuk era muy majo y nos hizo un poco de explicación de Bahía y también paramos a comprar algo de agua y alguna tontería para comer. Él mismo nos recogería a la vuelta de la excursión.
La Pacific Wildlife realiza unos estudios de la universidad de Medellín. A nosotros nos hizo la explicación una chica valenciana, licenciada en ciencias marinas y otro chico que hacen un estudio sobre el canto de las ballenas. Además, ellos trabajan en colaboración con gente local, subalquilan a un lugareño que los lleve en barca y luego comes en la casa particular del mismo.
Una vez en el puerto, nos explicaron un poco que es lo que íbamos a hacer, mientras lugareños pescaban y se tiraban al agua si era necesario para poder coger el pez.
Salimos en busca de ballenas y pudimos ver a una madre con su cría dando saltitos, bueno lo que ellos dicen cabezazos. La chica era muy maja y te explica un montón de cosas sobre las ballenas. Más tarde pudimos ver a un macho un poquito, pero ellos no pudieron localizar ningún canto. Al parecer sólo cantan los machos y cada canto es diferente según las poblaciones y evoluciona (estilo lenguaje), pero no saben que significan ni porqué lo hacen.
Josep como no estaba muy bien, se mareó, pidió una biodramina pero ya era demasiado tarde. Yo al verlo también tuve que pedir una, por si acaso. Como se seguía encontrando mal y habíamos perdido las ballenas, decidieron que podíamos ir a descansar un rato a playa Huina. Me pareció bien ya que había leído que era bonita, pero la había descartado por tiempo. Estuvimos allí un rato, algunos se bañaron, otros durmieron… La playa no me pareció tan bonita para todo lo que había leído, prefiero el Almejal.
Después ya nos dirigimos hacia playa Mecana, donde comeríamos. Pese a que no paramos, esta playa me gustó más, nos adentramos por el rio Mecana y empezamos a ver el cambio de vegetación y los manglares, algunos pajarillos y casas en la riba del rio. Llegamos a nuestro punto para comer, era casa del señor al que le habían robado la barca. Una casa de madera, elevada del suelo aproximadamente un metro, alrededor correteaban las gallinas. Tenían al lado un porche también elevado donde comimos. La comida, como no puede ser sino en esta zona, era pescado fresco frito, muy bueno. Junto con jugo y café después. Yo hice una pequeña siesta estirada en aquel porche y creo que alguno más también aprovechó. Los guías nos propusieron hacer un trozo del rio bajando arrastrados por la corriente. Nosotros y el chico noruego dijimos que sí, caminamos un poquito y llegamos a un meandro donde el agua se ralentizaba un poco y podías bañarte, subir a una riba y tirarte. El guía nos dijo que para bajar, pies y manos adelante y que él nos iría diciendo si izquierda o derecha o si debíamos levantarnos en algún sitio. Al principio daba un poco de cosa ver que te llevaba el agua sin nada a lo que cogerse, pero luego le pillas el gustillo. Yo soy un poco torpe para maniobrar, pero los demás iban muy bien. Haces varios meandros hasta que llegamos frente a la casa y salimos del río.
Nos secamos y ya fuimos de vuelta al puerto. La experiencia en general la encontramos muy completa, nos gustó mucho y nos llovió un poquito, pero nada serio.
Esa noche cenamos en el pueblo, no en la calle “principal” si no en una callecita, no recuerdo el nombre. Es una casa y el bajo lo ha utilizado como comedor y cocina, tienen un sofá y una tele y mientras cenábamos iba entrando gente y se sentaban allí a ver la tele. Comimos muy bien, pescado, para no variar. La mujer sufría porque aquel día los pescados eran pequeños y nos pedía que escogiéramos otro pescado. ¡¡Eran más que suficientes!!
Día 9. Almejal- Cascadas del Tigre
Habíamos hablado con el barquero que nos debía transportar a Nuquí, que en nuestro día 10 queríamos visitar las Cascadas del Tigre y estábamos pendientes de que nos dijera si nos podría llevar o no. Llamó a nuestro alojamiento y nos dijo que no podía ser y que al parecer todos los barqueros habían salido hacia la Ensenada, por lo que no podríamos ir.
Cómo queríamos hacer alguna cosa, preguntamos en el alojamiento y nos hablaron de un paseo en barquita de remo por uno de los ríos que desembocan en el pueblo, el Tundó. La verdad que las actividades que nos ofrecieron en el alojamiento las encontramos muy bien y ellos intentan proponer siempre actividades que estén registradas y tengan seguro.
El paseo en barca era por la tarde, así que decidimos que pasaríamos la mañana paseando en la playa.
Cuando llevábamos no mucho andado nos empieza a llamar a lo lejos desde una bicicleta, no le hicimos caso, así que el chico se acerco hasta nosotros. Nos dijo que el barquero de Nuquí le había comentado que queríamos ir a la Cascada del Tigre y podía llevarnos.
Nos lo arregló todo para que estuviésemos a tiempo para nuestra excursión en barca y nos reservo comida en el sitio donde cenamos para que nada más llegar ya tuviésemos la comida hecha.
Nos alegramos muchíiiisimo de poder haber ido a estas cascadas. Nos gustaron mucho, las cascadas, el entorno, todo.
Iban 3 turistas más, el guía y un acompañante. Durante el comino llovió un poco, además pudimos ver un par de tortugas nadando. Llegamos a la playa y se veía una cascada, no muy grande. Aquella era la cascada del tigre en la playa y más arriba estaba la cascada de dentro de la selva, pero primero íbamos a ver otra cascada que caía también directamente a la playa.
Podías bañarte en la poza de la arena o bien en la superior donde la fuerza del agua era mayor. Después volvimos para hacer el camino a la cascada de dentro de la selva. Nos indicó que debíamos pagarle al hombre que vivía en la playa, por el “mantenimiento del camino”, 5000cop/ persona. El acompañante se quedó en la playa y el resto empezamos a subir por unas escaleras empinadas y no en demasiado buen estado. Seguíamos con cuidado al guía, más que nada por no resbalar, ya que todo estaba húmedo y cruzabas el rio en muchas ocasiones.
El camino también nos gustó mucho, pudimos ver esa selva donde no hay 5 milímetros de suelo donde no haya una planta.
Cuando llegamos nos quedamos embobados con la cascada, no por lo grande que es, que no lo es, si no por el sitio en general. Parecía que hubiese venido un paisajista a decir donde se tenían que ubicar las plantas. El guía nos enseño que dentro de la cascada hay una cavidad donde podías estirarte y que te cayese el chorro en la espalda. Otro punto donde ponerse de pie para notar la presión del agua también. Tirarse a modo tobogán era otra opción.
Como en muchas ocasiones, las fotos no le hacen justicia.
Pasamos un buen rato allí. Después deshicimos camino, al llegar a la playa el acompañante nos había abierto unos cocos para tomar el agua y vimos una ranita muy chula.
Pusimos rumbo de vuelta. Comimos tal y como nos habían reservado, de nuevo barato y muy bien, 21000 cop en total.
Empezamos nuestro paseo en barca, el guía, su hijo que justo llegaba de la escuela y nosotros. El paseo es muy agradable, no hay ruido de motor, es muy diferente a ir en lancha. Oyes a los pajaritos y demás bichos. El guía te explica muchas cosas del ecosistema, lleva un libro de aves para poder ir enseñándote. Llega un punto en que bajas de la barca y caminas un rato para llegar a una cascada, no es muy grande, pero está bien. En el camino vimos varios tucanes. A la vuelta en barca pudimos ver un Martín pescador en acción.
El día fue muy completo y estábamos muy contentos, mojados todo el día entre los baños y la lluvia, pero muy contentos.
Día 10 Nuquí
Era el día en que íbamos a hacer camino a Nuquí y visitar aquella zona durante un par de días. La noche anterior, a mitad de noche empezó a llover fuerte y por la mañana seguía lloviendo. Al despertarnos en el alojamiento nos dijeron que habían llamado para decir que por el momento la barca no podía salir, por el estado de la mar.
Empezamos a preocuparnos un poco, ya que es una zona que sabes cuando empieza a llover, pero no cuando va a parar. Nuestro vuelo salía en dos días des de Nuquí. Teníamos que haber salido del alojamiento sobre las 8.30 de la mañana y eran las 11h y no habíamos salido, pensamos que probablemente deberíamos pasar allí otra noche. Sobre las 12h nos dicen que vendrá el barquero a buscarnos, que aunque seguía lloviendo el mar estaba bien, le preguntamos si realmente el barquero era de fiar y nos dijeron que si.
Pudimos salir, pero el viaje fue bastante bastante malo, la barca iba picando en cada ola, el trayecto duró entre 1,5h y 2h. Acabamos con el culo dolorido...
Como en principio íbamos a estar en 3 zonas, pero lo redujimos a dos por el tiempo y dinero de transporte, esa noche no teníamos reserva. El barquero nos dijo que conocía a alguien que alquilaba habitaciones a muy buen precio. Fuimos para allá y lo tenía ocupado, no nos pareció que fuese un gran sitio. Así que decidimos ir al hotel donde teníamos ya reservada la siguiente noche. Todo el camino recorrido lo tuvimos que deshacer, ya que el hotel está al lado del embarcadero y del aeropuerto, Hotel Acuali.
Preguntamos en la recepción si había la posibilidad de hacer alguna excursión, pero al llover y la hora que era, ya no era posible. Reservamos una excursión para el siguiente día a la ensenada y joviseña. Fuimos a comer a un sitio que nos recomendaron, no recuerdo el nombre, fue correcto.
Pasamos la tarde dando paseos con el paraguas a ratos y en el hotel, no hay mucho que hacer en Nuquí, es mas un punto base. La playa no es especialmente bonita, pero no había más que hacer.
Vimos que había gente que llevaba todo el día esperando en el aeropuerto y su vuelo no pudo salir. Como ellos dicen el Chocó es “sal si puedes”.
Día 11 Nuquí
Al día siguiente seguía lloviendo y en la recepción nos dijeron que las excursiones estaban canceladas. Pasamos el día igual que la tarde anterior, entre paseos, habitación y un barecito muy correcto que había en el bajo del hotel y donde llega el wifi del hotel.
Nuestra preocupación iba en aumento, no por no poder realizar actividades o excursiones, si no porque veíamos como no podían salir los vuelos y la gente se pasaba el día entrando y saliendo del aeropuerto esperando noticias.
Nuestro vuelo salía al día siguiente sobre las 7h y teníamos 50 minutos de escala para coger el vuelo de Medellín a Bogotá y en el mismo día, a las 19h teníamos el vuelo a Cartagena. Ya, ahora lo sé, ilusa de mi! Tres vuelos en un día! Saliendo del Chocó?! Había sido arriesgar demasiado.
Decidí ir a la oficina de la compañía aérea a preguntar que si en caso de que al día siguiente pudiera salir el vuelo, si las personas que llevaban dos días atrapadas tendrían preferencia y entonces nos quedaríamos nosotros sin volar. Nos dijeron que no, que nosotros teníamos preferencia en nuestro vuelo.
Día 12 Traslados-Cartagena
En la recepción del hotel nos avisaron de que estuviésemos las 2h antes en el aeropuerto (a 15 pasos del hotel) y que una vez hecho el check-in ya desayunáramos. Esto era, porque si no te presentas a la hora del check-in, por mucho que el vuelo vaya tarde o no haya salido, pueden dejarte en tierra y colocar otras personas que estén esperando.
Así lo hicimos, a las 5am nos levantamos, despertamos al personal del hotel para que nos abriesen, cogimos las maletas y al aeropuerto. El personal llegó tarde, pero esperamos hasta que llegaron, facturamos la maleta, nos pesaron a nosotros con nuestro equipaje de mano. Entonces nos dijeron que el aeropuerto de Medellín estaba cerrado por la lluvia y que no sabían cuando podría salir el vuelo, pero que creían que si saldría en el día. Nervios a flor de piel.
El hotel nos había dejado la llave de la habitación por si queríamos volver mientras no salía el vuelo.
Finalmente llegó el avión y salimos sobre las 9h. Vimos como 3 personas se quedaron en tierra, aún estando el avión allí, porque no habían podido llegar antes de cerrar el check-in. Nosotros estábamos preocupados ya que salíamos de Nuquí, en el avioncito de 17 plazas, a la hora que debíamos estar saliendo de Medellín.
Al llegar a Medellín como todo iba con retraso no habíamos perdido nuestro vuelo. Llegamos más tarde a Bogotá, pero con el tiempo suficiente de volver a casa de Robert, hacer una lavadora-secadora, ducharnos y preparar el nuevo equipaje.
Cuando llegamos a Cartagena era de noche, el calor y la humedad eran sofocantes.
Nos dirigimos al hotel Casa India Catalina, dejamos los trastos y salimos. No cenamos ya que llevábamos los horarios un poco girados con tanto aeropuerto y viajecitos. Si que tomamos alguna copa en alguna de las terrazas que hay.
Fue un poco chocante venir de una zona tan tranquila y meterse de golpe en uno de los sitios más turísticos. En resumen, Cartagena nos pareció bonita, el casco antiguo, pero encontramos que hay un exceso de turismo y el calor y la humedad son exagerados. Era necesario el aire acondicionada para dormir, y eso que no nos gusta.

---