El último día del crucero era día de navegación por el Inside Passage, un recorrido bastante bonito que incluía cruzar la parte más estrecha de todo el crucero al pasar por los Seymour Narrows, una zona famosa por sus corrientes desde que el capitán Vancouver la describiera como one of the vilest stretches of water in the world. Como curiosidad y por deformación profesional, tengo que decir que la Wikipedia dice que la corriente puede llegar a tener un Reynolds de 10e9, es decir, altísimo (el Reynolds es un número adimensional que se calcula con las propiedades del fluido y la geometría de por dónde fluye, y que da una idea de la turbulencia del flujo), posiblemente el más alto del mundo observado en un canal de agua natural. Otra curiosidad de los Narrows: Ripple Rock era una montaña submarina, justo bajo los Narrows, que causó montones de naufragios (y muertes) y que acabó siendo volada en pedazos con más de 1000 toneladas de explosivos en 1958 para “limpiar” el paso, en lo que fue la mayor explosión intencionada no-nuclear en Norteamérica.


Inside Passage
El día fue bastante tranquilo. Hubo un par de charlas del naturalista, una de osos y otra sobre los Narrows en cubierta. Disfrutamos de los Narrows y del paisaje, y aprovechamos para hacer las maletas y dejarlas listas, porque esa noche se las llevaban para tenerlas preparadas al desembarcar por la mañana. Esa noche vimos el espectáculo en el teatro, un musical sobre Nueva Orleans que estuvo muy bien, fue una buena despedida para la semana. A la mañana siguiente llegamos a Vancouver y disfrutamos de las últimas horas del viaje…