1 de abril. Queridas y queridos: Ya estamos en Capri!
La última noche en Sorrento, que era sábado, fue una noche toledana, llena de ruidos de la calle desde la que nos llegaban las juergas y gritos de los grupos de estudiantes que eligen este lugar para su viaje de fin de curso. Nos fuimos de Sorrento sin la pena de otros sitios, y encima el taxis que nos llevó al puerto en apenas 3 minutos nos cobró 15€, mas que los napolitanos que son los que tienen la fama y con los que hicimos trayectos más largo.
La travesía ha sido corta y con pocas vistas porque el día ha estado brumoso y fresquito, pero la llegada viendo la isla frente a nosotros si que fue emocionante. Nuestro alojamiento en Anacapri, a la que fuimos en el autobús público, nos ha quitado el mal sabor de boca de la mala noche. “Il Sogno”, es un B&B en una casa de los años 60 muy bonita, donde tenemos una habitación amplia con el baño con cerámica de la zona, con dos balcones y una terraza que rodea la habitación con vistas al mar, en un sitio muy tranquilo, rodeado de jardines, y donde sólo escuchamos el canto de los pájaros porque son sendas peatonales, en las que para el transporte se utilizan pequeños triciclos.
[align=center]Llegando a Capri
La última noche en Sorrento, que era sábado, fue una noche toledana, llena de ruidos de la calle desde la que nos llegaban las juergas y gritos de los grupos de estudiantes que eligen este lugar para su viaje de fin de curso. Nos fuimos de Sorrento sin la pena de otros sitios, y encima el taxis que nos llevó al puerto en apenas 3 minutos nos cobró 15€, mas que los napolitanos que son los que tienen la fama y con los que hicimos trayectos más largo.
La travesía ha sido corta y con pocas vistas porque el día ha estado brumoso y fresquito, pero la llegada viendo la isla frente a nosotros si que fue emocionante. Nuestro alojamiento en Anacapri, a la que fuimos en el autobús público, nos ha quitado el mal sabor de boca de la mala noche. “Il Sogno”, es un B&B en una casa de los años 60 muy bonita, donde tenemos una habitación amplia con el baño con cerámica de la zona, con dos balcones y una terraza que rodea la habitación con vistas al mar, en un sitio muy tranquilo, rodeado de jardines, y donde sólo escuchamos el canto de los pájaros porque son sendas peatonales, en las que para el transporte se utilizan pequeños triciclos.
Una vez alojados nos fuimos a ver la Iglesia de San Michel de Anacapri que tiene un espectacular suelo en cerámica que representa la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, rodeados de todos los animales que os podáis imaginar. Esta Iglesia comenzada a finales del siglo XVII, tiene planta octogonal de gruz griega, y su magnífico pavimento en mayólica fue diseñado por Francesco Solimera a principios del XVIII. Desde la tríbuna del Órgano al que subimos se divisa perfectamente y también se puede recorrer por el borde de la planta.
Después nos fuimos a otra villa de ensueño, la villa San Michele de Axel Munthe, repleta de antigüedades, restos arqueológicos, jardines, flores y vistas sobre las costas sorrentinas y amalfitanas. Es muy interesante leer el libro “La Historia de San Michel”, escrita por este médico y escritor sueco, humanista y precursos del derecho de los animales, que vivió la mayor parte de su vida en este lugar. La villa situada a 327 metros sobre el mar, tiene un privilegiado emplazamiento, y en su diseño Axel Munthe además de la influencia romántica de la época quiso en ella plasmar las ideas de la Grecia Clásica: " Mi casa debe estar abierta al sol, al viento y a la voz del mar, como un templo griego, con luz, luz, luz por todos los sitios". Imprescindible su visita.
Nos asomamos después a la escalera fenicia, trazada por los griegos y única forma de comunicación, a través de sus 800 escalones, de Anacapri con el puerto de Marina Grande, hasta que se construyó la carretera en 1877. Nosotros hemos preferido el autobús público que nos ha llevado cómodamente a la cosmopolita Capri, afortunadamente muy tranquila en estas fechas.
La isla es preciosa y es verdad la fama de romántica porque tiene unos rincones increíbles. El aire muy norteafricano-mediterráneo, casas blancas y con las cubiertas en semibóbedas que tanto nos sorprendieron en Positano y la costa amalfitana en general. Desde la Piazzeta donde nos saludaba su torre campanario hemos subido por sus laberínticas calles y sendas a Villa Jovis, uno de los palacios del emperador Tiberio en la isla, desde donde reinó del año 27 al 37. una subidita considerable pero que merece la pena por sus impresionantes vistas y el significado simbólico de los restos, a la que entramos cuando casi ya estaban cerrando, deprisa sin parar pudimos recorrerla al completo.
Hemos continuado por el sendero que lleva al arco natural, donde hemos descansado en unos banquitos estratégicamente colocados, disfrutando de las inmejorables vistas.
No hemos podido entrar en la Cartuja, Certosa di San Giocomo, porque los domingos por la tarde está cerrada, un motivo para volver. También se encontraba cerrada la vía Krupp, una antigua vía romana que va bajando hasta la Marina Piccola.
Aún nos ha dado tiempo a la vuelta de descansar, tomar un baño relajante en nuestra superbañera, y de ver la puesta de sol desde el balcón con un sol medio medio oculto por unos pinos, con un limonccelo. Para terminar el día hemos ido a cenar a un cercano restaurante que nos han recomendado Claudio y Serenella, los amables dueños del B&B, “Arcate”, donde hemos pedido unos ricos platos de pasta: espaguetis a la vongole y pecaris a la pescatore, este último riquísimo y una panna cotta de postre. Así que ahora a descansar que mañana queremos dar la vuelta en barco a la isla y entrar en la gruta azul. Besos y se nos está terminando este viaje tan bonito que compartimos con nuestros correos por las noches. Más besos[/align]