Después de una agradable y pausada mañana en casa debido a la lluvia, decidimos esperar a que parara de llover antes de continuar con nuestro viaje hacia Trinidad. Teresa, nuestra anfitriona, nos recomendó evitar la visita a "El Nicho" debido a las malas condiciones de la carretera, y recordando la difícil experiencia que tuvimos en la carretera hacia Cayo Jutías, decidimos seguir su consejo.

En cambio, elegimos un nuevo itinerario que nos llevaría a través del Criadero de Cocodrilos y la Cueva de los Peces. Mientras esperábamos a que amainara la lluvia, tuve la oportunidad de conversar con Nirka, la cubana que compartía alojamiento con el canadiense.
Me contó sobre su deseo de emigrar a otro país para montar su propio negocio y trabajar duro para tener éxito, aunque actualmente recibía ayuda económica del Estado y su novio canadiense también le ayudaba con los gastos.

Cuando finalmente paró de llover, iniciamos nuestro recorrido. Nuestra primera parada fue el Criadero de Cocodrilos, una fascinante visita que me permitió ver a los cocodrilos en su hábitat natural, aunque en condiciones de "semi-libertad".


Después de nuestra visita al criadero de cocodrilos, nos dirigimos a La Cueva de los Peces, el cenote más profundo y grande de Cuba, ubicado cerca de Playa Larga en la Bahía de Cochinos.
Nos encantó caminar por el sendero empedrado rodeado de exuberante vegetación y ser saludados por los cangrejos rojos que se encontraban en el camino. Aunque no pudimos bucear en el cenote, observamos cómo varios buceadores entraban y salían de la laguna que conectaba con el mar. Sin embargo, decidimos seguir nuestro camino debido a la falta de tiempo y la imposibilidad de hacer una reserva con anticipación para el buceo.

Durante nuestro trayecto, logré poner nervioso a Miquel con mis gritos cada vez que veía a un cangrejo rojo cruzando la carretera. No quería lastimar a ninguno de estos pequeños habitantes del camino.



Llegamos a Caleta Buena después de un largo trayecto en coche y con el estómago vacío desde Cienfuegos. El lugar parecía interesante y decidimos detenernos para explorar y comer algo. Al llegar al estacionamiento, un joven cubano se ofreció a aparcar nuestro coche por 3 CUCS. Sin embargo, una vez que ingresamos al recinto, nos dijeron que el costo de entrada era de 15 CUCS por persona. Nos pareció un precio exorbitante, pero el responsable nos aseguró que estaba "TODO INCLUIDO", lo que incluía acceso a la playa, hamacas, bebidas y comida.
Aunque el lugar no nos impresionó demasiado, decidimos quedarnos debido a nuestro cansancio y hambre. Después de dar una vuelta, estábamos a punto de irnos cuando el responsable se acercó a nosotros y nos ofreció quedarnos por 15 CUCS para los dos, ya que era tarde (como son estos cubanos


Después de reponer energías, seguimos nuestro camino.
Por la tarde llegamos a Trinidad y al principio nos sorprendió lo diferente que era de lo que habíamos visto hasta entonces. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que era una ciudad impresionante.

Para mí, junto con La Habana, es lo mejor que ofrece Cuba. Cualquier viajero que visite Cuba no puede dejar de pasar por Trinidad. Fuimos a alojarnos por dos noches, pero acabamos quedándonos cuatro noches, y honestamente, me hubiera quedado más tiempo si pudiera. Todo en Trinidad es perfecto: la comida es deliciosa, la gente es auténtica y acogedora, hay muchos lugares increíbles que visitar, y encontramos una de las mejores casas de alojamiento. Además, hay muchos lugares cercanos a Trinidad que son alucinantes y vale la pena explorar. Realmente disfrutamos de nuestro tiempo en Trinidad.

El primer día de nuestra estancia en Trinidad, tuvimos la suerte de alojarnos en Casa Carlos. Se trata de una casa impresionante en la que solamente pudimos estar una noche debido a la falta de disponibilidad. Sin embargo, disfrutamos de un desayuno excelente y de una noche de descanso muy agradable.
Después de instalarnos, decidimos explorar el centro de Trinidad.
Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que el ambiente nocturno de esta ciudad era muy diferente a lo que habíamos visto hasta entonces en Cuba. Fuimos a cenar a un restaurante del centro que nos llamó la atención porque toda la vajilla del local era del "Real Madrid". Nos resultó muy gracioso y no pudimos resistirnos a hacernos fotos con los platos. Un señor que resultó ser uno de los responsables del local, al vernos, se acercó a nosotros y nos preguntó si éramos españoles. Tras conversar con él, acabamos tomando una copa juntos. Fue una experiencia muy divertida.


