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El primer plan para el día de hoy era ver el cambio de guardia en el Palacio Real. Para llegar hasta allí, cogimos el autobús 1A, que pasa por el centro. Supuestamente, para justo detrás de la Iglesia de Mármol, pero como cuando fuimos estaba esa zona en obras, nos bajamos en la calle Borgegarde, justo la paralela de detrás. También se puede llegar en metro, en la parada Marmokirke.
El Palacio es un conjunto de cuatro edificios, llamado Amalienborg. De estilo rococó, hay algunos edificios que están abiertos al público, pero muchos otros sirven de residencia. Uno de ellos; de hecho, es donde vive la Reina del país. La entrada, que cuesta 95 kr, se puede combinar con el Castillo de Rosenborg.
Volviendo al tema inicial, el cambio de guardia es “todos los días” a las 11:30h. y lo entrecomillo porque solamente se lleva a cabo cuando está la Reina en su Residencia. La cuestión es que cuando llegamos, no sabiendo esta información, me fijé que el mástil estaba vacío, por lo que la buena señora no debía de estar. La continuación, os la podéis imaginar pasaron las 11:30 y ahí no sucedía nada… así que mi gozo en un pozo…
Lo que se ve en el fondo, es la Iglesia de Mármol o Frederiks Kirke, la que vimos el viernes y justo acababa de cerrar. Pues todos los que estábamos esperando el cambio de guardia entramos allí. La entrada es gratuita, por lo que animaros a entrar! Se trata de un templo barroco y luterano, pequeño pero bonito, con una gran cúpula. A ésta se puede subir, pero el número de personas está limitado.
Cuando salimos, hicimos una parada en el 7-Eleven que, para quien no lo conozca (antes había muchos en España) es una tienda pequeña, donde puedes comprar bebidas y algunos tentempiés, revistas y artículos de primera necesidad.
Andamos unos 10-15 minutos a nuestra siguiente parada, que era el Castillo de Rosenborg. Desde allí, tenéis que bajar la calle Store Kogensgade y girar a la derecha por Dronningens Tværgade, la cual ya deja en los jardines del Castillo. Los jardines están fenomenal y, como ese día hacía bueno, fue estupendo dar una vuelta por allí, había un montón de daneses aprovechando las buenas temperaturas y tomando el Sol.
El Castillo, fue construido como residencia veraniega para un monarca, llamado Christian IV, aunque dejó de utilizarse al poco tiempo. Se puede visitar por dentro, donde hay un museo que cuenta la historia de la corona danesa y se pueden ver varias estancias. El precio es de 105 kr y, como os decía en el párrafo del Palacio, se pueden combinar las entradas. Aunque no vayáis a entrar, la verdad es que vale la pena verlo por fuera, llama mucho la atención que esté prácticamente en el centro de la ciudad:
Justo por la parte de atrás, se encuentra el Jardín Botánico que es gratis. Nosotras, como no, lo encontramos en obras, pero puede estar bien pasear por dentro y relajarse con las plantas. También, en esa zona, se encuentran varios museos, como la Galería Nacional Danesa, por si quisierais ver más museos.
Nuestro siguiente objetivo era la Torre Redonda, o Rundetårn. Pasando por Nørreport, gran plaza que sirve también de intercambiador de transportes, y con la calle Kultorvet llegas en nada. Está situado en la parte que os comenté ayer, en el casco histórico de la ciudad. La subida son 25 kr pero vale la pena subir, dicen que son de las mejores vistas de la ciudad. La torre es del siglo XVII y en la subida puedes ver un observatorio astronómico, biblioteca y salas de exposiciones. La subida no es nada exigente, son 7 vueltas en cuesta, solo hay un tramo final que son escaleras, cuyo última parte es difícil que entren dos personas a la vez. Pero la verdad es que la recompensa vale la pena, tienes una panorámica de la ciudad 360 grados
La verdad es que cuando llegamos arriba, estaba muy muy nublado, como veis en las fotos, pero permitía una buena visibilidad, hasta se ve el puente de Øresund. Para los que no sepáis que tiene de especial este puente, separa Dinamarca con Suecia (la ciudad a ese lado es Malmö) y sirve tanto como carretera como para trenes, siendo el puente combinado tren-carretera más largo de toda Europa con sus casi 8 kilómetros. Además, es el protagonista de una serie sueco-danesa, llamada así “El Puente” que fue adaptada en EEUU y que os recomiendo. Es por eso, que me hacía ilusión verlo, aunque fuera de lejos, ya que se encuentra cerca del Aeropuerto (de hecho, desde el avión también se puede observar sus grandes dimensiones).
Para nuestra desgracia, empezó a llover un poco, por lo que no nos pudimos quedar tanto como deseábamos. De ahí, nos fuimos a comer a otro de los sitios que había visto por internet que estaban bien y costaban poco: Paludan Café. He de decir que me encantó y me dio pena que al día siguiente nos fuéramos y tuviéramos que comer en el aeropuerto, porque me quedé con las ganas de probar muchos platos. La comida es normal, de sándwiches, pasta, hamburguesas e incluso carnes, woks, etc. A muy buen precio, bien presentado y casero. Puedes comer por unas 89 kr (unos 11 €) con bebida gratis, porque tienen agua de grifo. Además, lo que también le hace especial es el lugar, siendo una librería. Muy instragrameable todo!!
De verdad, como encima está en el centro, os lo recomiendo al 100%.
Ya por la tarde, pusimos rumbo a uno de los principales atractivos de la ciudad: el Parque de Atracciones Tivoli. Este Parque es uno de los más antiguos del mundo, data nada más y nada menos de 1843 y la verdad es que conserva ese aire antiguo. Además de las atracciones más típicas (montaña rusa, noria, lanzadera, etc.) tiene una serie de edificios que bien valen una visita como la pagoda y tori japoneses, la Fragata San Jorge o el Edificio del restaurante Nimb, de estilo árabe. Y todo ello emplazado en medio de la ciudad, lo que lo hace aún más especial.
No solo vale la pena si queréis montaros en las atracciones, sino que también os podéis pagar la entrada para visitarlo. El precio varía según la época, a nosotras solo la visita nos costó 140 kr (unos 17€). Dentro, si te apetece subirte a alguna atracción también puedes comprarlo. Además, son muchos los restaurantes para cenar, en el mapa que te dan a la entrada, puedes ver las especiales de cada uno y la horquilla de precios.
Os aconsejo visitarlo el sábado por la tarde por lo siguiente: lo primero, veo fundamental verlo por la noche, es sumamente preciosa la iluminación del Parque y lo segundo, el sábado por los espectáculos que hay. En verano, a las 22 hay actuaciones en el escenario principal, a las 22:45 hay un espectáculo de luces en el lago que está cerca de la pagoda y a las 23:45 el broche de oro lo ponen los fuegos artificiales para hacer de esta una de las experiencias que más recordaréis de la ciudad. Y no os preocupéis por el transporte, nosotras pudimos coger el bus de vuelta a esas horas sin problema
Os dejo algunas fotos para que veáis lo mágico que es todo
No se me ocurre una manera más mágica de terminar nuestro último día completo en la ciudad...
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