Día 16
Como he comentado anteriormente, al hacer la ruta de Hito Cajón a Uyuni son bastantes menos kilómetros, así que íbamos con tiempo de sobra para no tener que madrugar demasiado, salimos a las nueve de la mañana dirección al famoso Salar de Uyuni, situado a una altura de 3.653 metros, el trayecto desde San Juan fue de una hora, tras la cual, estábamos frente a este inmenso mar de color blanco que vio Neil Armstrong desde el espacio, un inmenso y hermoso paisaje teñido de blanco hasta donde te alcanza la vista, dicen que tiene más de 12.000 kilómetros cuadrados.
Hicimos una media hora de ruta por el salar donde no hay caminos ni rutas marcadas, hasta que nos detuvimos en medio del mar de sal, para hacernos una infinidad de fotografías a cual más divertida, jugando con la profundidad de campo, pasamos un muy buen rato y nos reímos mucho.
Para comer lo hicimos en la isla Incahuasi, situada en mitad del salar, es curioso que en mitad de la nada, se encuentre este bosque de cactus, algunos con una altura de más de once metros, mientras Limber nos organizaba la comida en unas mesas hechas con bloques de sal, fuimos a dar un paseo por los alrededores siguiendo haciendo fotos sin parar.
Tras la comida subimos a la parte mas alta de la isla para tener una visión de 360 grados del salar, como aún teníamos coca, tal y como nos explico Limber chupamos unas cuantas hojas, escupiéndolas cuando ya no tenían jugo, para ayudarnos un poco con la subida. Una vez arriba pudimos disfrutar de unas fantásticas vistas.
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De regreso en el todoterreno, fuimos al hotel de sal donde hay el monumento conmemorativo del paso del Dakar por el salar, donde recuerdo se estropearon un montón de motos y coches a causa de la sal, también hay una zona para que los turistas coloquen las banderas que quieran, de sus países o regiones.
La teoría es que teníamos que quedarnos allí para ver la puesta de sol, pero faltaban todavía casi tres horas, así que Limber nos propuso de ir a ver la zona de los reflejos y después visitar el cementerio de trenes en Uyuni, le dijimos que ok.
En la zona de los reflejos había bastante agua, unos tres centímetros, como no teníamos botas de agua preferimos no bajar del coche así evitar empaparnos el calzado, pero como a nuestra amiga Rosa le hacía mucha ilusión hacerse la foto, se descalzó y se metió en el agua, que según comentó después estaba muy fría y la sal se le clavaba en los pies, que casi no se atrevía a dar un paso, decidimos mover el coche para hacerle la foto así no tenía que moverse ella.
Tras la foto nos dirigimos al pueblo de Colchani , donde sus ciudadanos refinan la sal artesanalmente en sus casas para luego venderla. En esta población hay múltiples tiendas de trabajos con sal, de ropa y souvenirs, aprovechamos para comprar algún recuerdo de Bolivia, ya que los precios eran más económicos que en las grandes ciudades.
Al salir de Colchani fuimos hacia Uyuni, para ver el cementerio de trenes, se trata de todas las locomotoras de carbón que ya no usaban y que depositaron allí oxidándose en la intemperie, lástima que los grafiteros han pintarrajeado encima, una curiosidad para los que les gustan los tres, pero están bastante destrozadas todas las locomotoras.
Desde allí mismo vimos la puesta de sol. Como todavía nos faltaba un buen rato para el vuelo, Limber nos llevo al centro de Uyuni para visitarlo, hicimos un interesante paseo por el mercado, visitamos la catedral, y su famosa torre del reloj durante el recorrido pudimos ver bastantes habitantes vestidos con sus trajes tradicionales, la verdad es que Limber se portó muy bien con nosotros a parte de su amabilidad y simpatía en todo momento.
Llegada la hora nos traslado al aeropuerto donde con tristeza nos despedimos de él, ya que nos había hecho pasar tres días maravillosos. Nos fuimos de este tour de Uyuni realmente impresionados, es imposible plasmar en fotografías la grandiosidad de estos hermosos y desconocidos, por lo menos para nosotros, paisajes.
El aeropuerto de Uyuni es bastante pequeño, por lo que los trámites fueron rapidísimos, tanto de check-in, como el control de policía y el embarque. Salimos puntuales a las 20:40 h., el vuelo a La Paz fue cómodo y tuvo una duración de 55 minutos, como ya era de noche la temperatura exterior era de 2 grados, en estas zonas pasamos de 20 grados de día a casi de cero grados de noche.
Una vez en el aeropuerto de la Paz, nos trasladaron al Hotel Sajama, situado en pleno centro de la ciudad, un hotel correcto, que por lo menos no hacía frío como en los de Uyuni. Para cenar, preguntamos en recepción y nos aconsejaron una pizzería que estaba situada tres porterías al lado del hotel, en esta ciudad también nos aconsejaron no salir de noche a pasear, debido a la gran cantidad de robos.
Comimos muy bien, aunque nos pasamos pidiendo y acabamos muy llenos. Al regresar al hotel, fue muy curioso ya que no lo encontrábamos, estábamos los tres con cara de poker, resulto que por la noche, bajan una persiana metálica como si fuera de un local comercial para evitar robos, el recepcionista nos vio por la cámara y nos abrió una pequeña puerta incrustada en la persiana. Solo con este detalle, nos dimos cuenta que era verdad que de noche era una ciudad bastante peligrosa.