![]() ![]() COSTA DEL SILENCIO- EL MÉDANO- ACANTILADO DE LOS GIGANTES ✏️ Diarios de Viajes de España
Por suerte Karim solo duró unas horas, y mientras barría la península nosotros amanecíamos con un bonito día de sol y calor. Debido al temporal, el acceso al Teide estaba cerrado, así que decidimos que prescindiríamos de la visita en esta ocasión...![]() Diario: Tenerife: hay turismo más allá de El Teide⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Etapas: 4 Localización:![]() Por suerte Karim solo duró unas horas, y mientras barría la península nosotros amanecíamos con un bonito día de sol y calor. Debido al temporal, el acceso al Teide estaba cerrado, así que decidimos que prescindiríamos de la visita en esta ocasión y seguiríamos disfrutando de sus playas, tan codiciadas cuando se vive en Madrid. Desayunamos pronto y nos vamos hacia la COSTA DEL SILENCIO. Es una zona de acantilados, playas y piscinas naturales con un paseo precioso por el que caminar admirando la inmensidad del océano. A media mañana cuando el calor ya apretaba nos dirigimos hacia ÉL MÉDANO, una playa ideal para la práctica de deportes acuático, y que combina a la perfección lugares para la familia, para deportistas, para parejas... El viento aquí no cesa, de ahí la cantidad de deportes que se pueden realizar, pero estarás resguardado por la propia orografía de la playa. Hugo pasó un buen rato jugando con su arena oscura, y nosotros tomando el sol contemplando al fondo la famosa Montaña Roja. Estábamos encantados. Volvimos al hotel a picar algo y tomar un poco el sol. Los chicos son abducidos por los animadores que les proponen un partido de volley playa a clientes contra trabajadores, y allá que se van. Mientras yo disfruté de mi hamaca, el sol canario y un mojito. Cuando el partido dio por finalizado, nos fuimos a ver atardecer a la zona del ACANTILADO DE LOS GIGANTES. Ponemos el navegador al Puerto de Santiago y aparcamos en una calle que encontramos muy cerquita de donde comienza el sendero para llegar a los miradores. El acantilado de los Gigantes, antes se llamaba la Muralla del Infierno, y es que su geografía volcánica y el color de sus rocas parecían indicar que allí comenzaba el fin del mundo. En algunos puntos del acantilado se alcanzan los 600 metros de altura, una pasada. El sendero que lleva a los miradores ya merece la pena de por sí, pero si además encuentras un día donde el mar está agitado por el paso de un temporal como nos pasó a nosotros, entonces ya es espectacular. Bajamos hasta abajo del todo, el acceso estaba cerrado al público pero todo el mundo pasaba a contemplar semejante espectáculo. Nosotros nos quedamos en la parte alta, pero hubo auténticos inconscientes que incluso se metieron en el mar a experimentar la fuerza de las olas, de locos vamos. Allí nos quedamos embelesados, completamente embrujados mirando las olas y el atardecer hasta que se hizo de noche por completo. Dimos un paseo por los alrededores y volvimos a nuestro hotel para cenar y tomar las últimas copas del viaje. Índice del Diario: Tenerife: hay turismo más allá de El Teide
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