Han pasado siete años desde la anterior etapa a ésta, ya me apetecía volver a tierras sorianas, esta vez me acompañan mi marido y las tres perras. Salimos de Madrid prontito y a las 10h ya estábamos en Montejo de Tiermes, un pequeño pueblo con encanto, con caseríos de piedra, flanqueando lo que en su momento fue la calle principal por la que discurría la carretera que comunicaba esta localidad con las aledañas.

Antes de llegar al pueblo, paro en la carretera para hacer algunas panorámicas, cada vez me gusta más sacar fotos en conjunto de los lugares que conozco.


Aparcamos el coche cerca de la iglesia y nos adentramos por la calle La Peña donde encontramos una bella iglesia dedicada los santos Cornelio y Cipriano, se trata de la Parroquia Católica San Cipriano con acceso renacentista al atrio.

De la iglesia, sólo se conserva un fragmento de la galería porticada con cuatro arcos de medio punto, dos cegados con sillería y otros dos abiertos que se adornan con una sencilla chambrana y caen sobre parejas de columnas de capiteles achaparrados.





Detrás de la iglesia se encuentra el Ayuntamiento donde resalta el escudo con una atalaya defensiva musulmana y un pectoral celtibérico.

Paseamos por las calles del pueblo donde se aprecia claramente el contraste de casas de piedra con adornos tradicionales con otras pintadas en vivos colores.




Nos metimos por un callejón y salimos a esta pequeña laguna con una gran esplanada de césped, aquí mis perras correteaban como locas, es un sitio ideal para el relax e incluso para hacer picnic sentados en la hierba, para que los niños y mascotas jueguen un rato sin peligro de coches.


Continuamos paseando y admirando la arquitectura variopinta del pueblo, lo mismo ves una casa de piedra, que de ladrillo que de adobe con vigas de madera.



En la calle principal de La Peña se encuentra La Atalaya defensiva adosada a una casa sobre un resalte rocoso, tiene una altura de 10/12 metros y un diámetro de 5 metros aproximadamente. Es circular y realizada en mampostería.



No pueden oler un gato que se vuelven locas



En 20 minutos recorrimos el pueblo y nos ponemos en marcha para visitar la "joya de la corona" de nuestra ruta, atentos a la próxima etapa

