Tuvimos una pequeña explicación, y en cuanto nos dimos cuenta estábamos con el agua a la cintura. Terminamos de preparar la máscara y pusimos la cabeza en el agua para mirarnos los pies. ¡Era nuestra primera respiración bajo el agua! Lo cierto es que al principio me costó un pelín acostumbrarme y respiraba un poco con cuidado pero en cuanto vi a mi hija empezar a nadar cual delfín como que se me paso todo…nos tumbamos en el fondo y al ratito empezamos a nadar, enseguida estábamos en un arrecife de coral y peces multicolores nos rodeaban y antes de que me diera cuenta ya se me había olvidado la tensión y la respiración y todo era ver peces más cerca de lo que nunca los había tenido. ¡Pero si casi podía tocarlos! Estuvimos un ratillo relajándonos y empezamos el tour. Tengo que confesar que la laguna no tenía una profundidad mayor de tres o cuatro metros, al principio me pareció que igual no veíamos muchas cosas con tan poca profundidad, pero que equivocado estaba, por el contrario el hecho de saber que si me agobiaba podía sacar la cabeza fuera del agua me dio una tranquilidad total y no necesite hacerlo en ningún momento. Al principio la cosa es como ver a una gallina sin equilibrio…o sea que vas arriba y abajo con cada respiración profunda y los movimientos son todo menos sincronizados, por lo menos eso sentía y pensaba yo y más aun cuando veía al instructor que era como un pez mas bajo el agua, claro que cuando vi a mi hija ella también empezaba a parecerlo…eso me dio mucha moral, igual yo también acababa de la misma manera. Mi mejor consejo a todo el que lo quiera intentar es que al principio no se agobie ni se ponga nervioso, tiene todo el tiempo del mundo para hacerlo y ninguna prisa…esto hace que uno solo necesite darse un poco de confianza a sí mismo y en cuanto llevas unas cuantas respiraciones ya eres como Cousteau, jajaja, bueno así me sentía yo al cabo de un rato. Al poco tiempo, mi posición de nado fue mejorando y me fui encontrando cada vez mejor. En cuanto uno se siente a gusto y no se tiene que preocupar de nadar y flotar empieza a ver dónde está y lo que le rodea, ¡es un mundo totalmente nuevo! Y lo mejor es que podía interactuar con él, con cuidado y respeto, de repente los erizos de mar dejaron de parecerme amenazadores cuando los vi de cerca, las anemonas con sus brazos multicolores eran preciosas y los arbolitos de navidad, (así se llaman unos gusanos que se asemejan a los abetos y que al tocarlos se contraen) me fascinaron.
continuara...
