País Somba ✏️ Diarios de Viajes de Benin

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Es nuestro quinto día y nos damos cuenta que desde que bajamos del avión, no hemos visto ningún blanco. En todos los rituales, bailes, tribus que hemos visitado, éramos los únicos occidentales.


Hoy, seguimos subiendo hacia el norte, nos acercamos a la zona más montañosa de Benín, la Sierra de Atakora, donde viven los Somba, originarios del sur de Burkina Faso. Esta etnia animista, agricultora y ganadera, es conocida por sus escarificaciones faciales, mucho más finas que las de los Holi o Yoruba, que imitan la decoración de las fachadas de sus viviendas, las Tata Somba son sus casas de dos plantas hechas de adobe y que se asemejan a un castillo.


Llegamos al País Somba, estamos en Boukombé, aquí encontramos el primer grupo de turistas, unos grupo de unos diez franceses que venían en una furgoneta. Nosotros vamos a conocer una de sus viviendas por dentro. En esta zona se nota más presencia animista, fetiches y amuletos decoran y protegen las entradas de cada vivienda.




¿Paredes escarificadas?



En la parte de abajo, tienen la cocina, guardan el ganado, una despensa y si habita algún anciano, habilitan un dormitorio para que no tenga que subir a la planta de arriba, ya que las puertas son muy estrechas. En la parte superior se encuentran los graneros y las habitaciones de la familia.




Nos resulta curioso, que hoy la persona que nos introduce en el pueblo sea un niño de unos 10-12 años, al preguntarle Assou el motivo, nos quedamos a cuadros . Resulta que no tiene bolígrafo, como resultado no puede ir a la escuela. Daba la casualidad que llevábamos un bolígrafo de esos de cuatro colores. Dárselo, verle la cara de asombro y verle como se va a toda prisa a la escuela es otro momento que te hace pensar.

Los Somba son muy cercanos, no les importa que les hagas fotos.





En este poblado se encuentra el punto más elevado de Benín, con vistas hacia Togo.




Regresamos al pueblo, hay un ritual de las mujeres Somba, en la que cantaban y bailaban al ritmo de los tambores, nos invitaron a bailar con ellas, hicimos el ridículo un rato y nos hicimos unas risas. No estuvo mal, pero después de lo que habíamos vivido, no nos dejó huella.






Nos volvemos al coche, vamos a continuar hacia la frontera con Togo, allí se encuentran algunas aldeas entre llanuras salpicadas de Baobabs con sus viviendas, que son prácticamente idénticas que las Tata Somba de Benín, pero las togolesas son patrimonio mundial de la Unesco.





Las entradas a sus casas están llenas de fetiches que alejan a los malos espíritus. Aquí viven más intensamente el vudú. Se percibe algo, han hecho algún sacrificio hace poco tiempo.








Regresamos de nuevo a Benín y debido al calor que hacía, decidimos no ir en busca de los Fulani Borgu (había que caminar al ser nómadas) e ir acortando camino, que la jornada de mañana es de muchos kilómetros.

Paramos a dormir en un hotel, del que no quiero ni acordarme del nombre, ahí si que tuvimos que cerrar los ojos para no ver.....

Esto es aventura, cada día

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