Recorriendo Vilnius.
Desayunamos temprano e inmediatamente después salimos a recorrer la ciudad en una visita guiada de unas cuatro horas, que nos vino muy para conocer muchas curiosidades y, sobre todo, para ubicarnos, ya que fue casi toda a pie, excepto la primera parada, en la Iglesia de San Pedro y San Pablo, que está un poquito alejada del centro. Teníamos como guía local a una señora muy simpática, profesora de historia y español, que incluso nos contaba chistes de “gracejo lituano” que no siempre lográbamos comprender. A lo largo de la avenida paralela al curso del río Neris, pudimos observar los rascacielos que, en la orilla opuesta, están transformando el perfil de la ciudad como muestra de su desarrollo económico y social, aunque tampoco es oro todo lo que reluce, como en cualquier otra parte.
Iglesia de San Pedro y San Pablo.
Su fachada principal estaba cubierta por toldos y andamios, pues está en pleno proceso de restauración, con lo cual nuestra primera impresión no fue demasiado halagüeña. Todo cambió en el magnífico interior de estilo barroco. Se empezó a construir en 1668, sobre un templo de madera anterior, bajo los auspicios de Michal Kazimierz, por entonces gobernador de Lituania, y que está enterrado en la iglesia.
Para la decoración interna, se contrató a Giovanni Pietro Perti y Giovanni Maria Galli, artistas italianos que esculpieron las más de dos mil figuras de estuco (pasta de grano fino de aspecto similar al mármol), tomando como base acontecimientos históricos y bíblicos. Hay figuras de todo tipo, personajes mitológicos, santos, animales, plantas, incluso una criatura demoniaca, cada una con un significado. Se presentan en solitario o agrupadas, formando escenas con un sentido filosófico o alegórico.
Recorriendo el templo desde la entrada en sentido de las agujas del reloj, se contempla el ciclo de la vida visto por el Creador, representado en una de las cúpulas. El templo cuenta con nueve altares, el principal dedicado a San Pedro y San Pablo. A principios del siglo XIX, se instaló en su interior un llamativo ambón de estilo rococó en forma de barco. La lámpara que ilumina la iglesia es de 1905 y reproduce la forma del Arca de Noé.
Me gustó mucho el interior de esta iglesia, cuya situación, un poco alejada del casco viejo, ha ayudado a conservar su estado original. Merece la pena que alguien te cuente a qué se refieren las figuras, pues así la visita cobrará más sentido. Si no, en la entrada, facilitan folletos en español a cambio de un pequeño donativo.
Paseando por el casco antiguo.
El itinerario a pie lo iniciamos cruzando la Puerta de la Aurora, la única de la antigua muralla medieval que se conserva hoy en día. Situada en la confluencia de las calles Bazilijonu y M. Dauksos, su origen se remonta a 1514, cuando era conocida como la Puerta de Medininkai, el pueblo al que se dirigía el camino que pasaba por allí. En el siglo XVII, los monjes carmelitas de la cercana Iglesia de Santa Teresa anexaron a la puerta una Capilla, que se reformó en estilo neoclásico en el siglo XIX. En su interior se conserva una imagen de la Virgen de Vilnius, en una pose poco habitual, sin el Niño y con las manos cruzadas sobre el pecho. El icono se puede ver desde el exterior a través de un balcón que está abierto a determinadas horas. La fachada sur de la puerta está decorada con un escudo de Lituania sostenido por dos grifos, criaturas míticas.
Seguimos por Ausros Vartu, una calle no muy ancha pero muy atractiva, con casas de colores, algunas convertidas en hoteles, restaurantes o galerías de arte, y varios templos, como la Iglesia Ortodoxa del Espíritu Santo o la Iglesia de la Santísima Trinidad, que más que nada destaca por su espectacular puerta de acceso de estilo rococó.
Pasamos junto al gran edificio marrón de la Sociedad Filarmónica y, tras meternos por varias callejuelas, llegamos hasta la Plaza del Ayuntamiento, un espacio alargado de forma triangular, donde tradicionalmente se desarrollaba la actividad comercial de la ciudad y se cumplían las ejecuciones, para lo cual había una picota en el centro. Además de ser la sede del concejo, el Ayuntamiento albergaba otros servicios como juzgado, tesorería, almacén de artillería, archivo y una cárcel en los sótanos. El origen de la institución se remonta al siglo XIV, si bien el primer edificio gótico sufrió muchas reconstrucciones a causa de los desperfectos causados por guerras e incendios. El actual data de finales del siglo XVIII y es de estilo clasicista.
En uno de sus flancos, se accede al Memorial que recuerda los guetos judíos que establecieron los nazis entre 1941 y 1943. Muchas de estas personas fueron obligadas a trabajar en fábricas o en el campo y otras, directamente, exterminadas. Hay paneles informativos que lo explican y también un Museo. Más adelante, encontramos otras alusiones a los antiguos barrios judíos.
Continuamos por la estrecha pero pintoresca calle Stikliu, que estaba muy adornada con motivos florales, casi con exceso en algún local, por lo que supongo que se trataría de una celebración especial.
Enseguida aparecimos en la entrada de la antigua Escuela Teológica, Alumnatas, establecida en 1582 para la educación de los sacerdotes católicos. Se puede acceder a un patio cerrado con arcadas y a otro abierto, que se asoma en forma de mirador a la fachada posterior del Palacio Presidencial y sus jardines. Resultan curiosas unas esculturas en las que dos elefantes sostienen un tablero de ajedrez, lo que se explica porque era un lugar muy utilizado para jugar, algo que continúa ocurriendo hoy en día.
Universidad de Vilnius.
Fue fundada en 1579 por Esteban I de Polonia, si bien su primer edificio fue la biblioteca, abierta por unos monjes jesuitas de origen español nueve años antes. Desde sus inicios, fue uno de los mejores y mayores centros científicos y culturales de la zona báltica. Actualmente, consta de más de una decena de facultades, distribuidas en una serie de edificios construidos entre los siglos XV y XVIII, lo que explica la mezcla de estilos arquitectónicos: gótico, renacimiento, barroco, clasicista… Ocupa toda una manzana en el casco viejo y se puede visitar pagando una entrada.
En cuanto a los patios (hay doce), no vi que pidieran el ticket para pasar al Patio Grande, desde el que se obtiene una estupenda foto panorámica con la Iglesia de San Juan de fondo. Está porticado y se comunica con la calle Piles a través de una portada.
Formando parte del complejo universitario, desde el Patio Grande se accede a la Iglesia de San Juan, también conocida como Iglesia de los Santos Juanes. De estilo gótico en sus orígenes, tras sufrir varios incendios, se reconstruyó en el siglo XVIII. La fachada actual fue obra de Jonas Kristupas Glaubicas, el maestro más destacado del barroco de Vilnius. A su lado se sitúa un campanario de 68 metros de altura, que se utilizó de almacén durante la época soviética. En el interior de la iglesia, se conserva el órgano de madera más grande del país.
Por todo el complejo se pueden observar símbolos astronómicos y esferas armilares, pero lo que más me llamó la atención fueron los frescos que se encuentran en el vestíbulo del Centro de Estudios Lituanos, adonde se llega tras subir unas escaleras desde el patio de Motiejus Kazimieras. Sus paredes y techos están cubiertos de pinturas, que fueron realizadas por Petras Repsys entre 1976 y 1985 y representan las estaciones del año, utilizando escenas tradicionales y símbolos de la mitología lituana que muestran una concepción arcaica del mundo.
A continuación, salimos a la amplia Plaza de Simonas Daukantas, rodeada de elegantes edificios, incluidos algunos de la Universidad, y donde destaca el Palacio Presidencial, sede oficial y residencia ocasional del Presidente de Lituania desde 1997. Sus orígenes se remontan al siglo XIV, cuando fue concebido como Palacio Episcopal. Tras la anexión del país por el Imperio Ruso, el edificio resultó muy dañado, por lo que fue reconstruido en el siglo XVIII, primero para residencia real (allí vivió el Zar Pablo I) y luego como sede de los gobernadores generales de Lituania. Su aspecto actual se debe a las obras realizadas entre 1824 y 1834, según el diseño del arquitecto ruso Stasov, en estilo imperio.
Plaza de la Catedral.
Es la más importante e imponente de Vilnius, desde la que se contemplan, además de numerosos edificios de varios estilos y bella factura, algunos de los lugares más interesantes de la capital lituana tanto por su arquitectura como por su significado histórico: la Catedral con su campanario, el Palacio de los Grandes Duques y la colina de Gediminas con su Torre, a las que me referiré más adelante.
Catedral de San Estanislao y San Vladislao.
Según se cuenta, la primera catedral se remonta al siglo XIII y fue erigida por Mindaugas, el fundador de Lituania. Los incendios y las guerras provocaron que tuviera que ser reconstruida varias veces, razón por la cual conserva detalles góticos, renacentistas y barrocos, si bien su aspecto actual se debe a la remodelación efectuada en el siglo XVIII en estilo clasicista. Es de rito católico y en su interior destaca la Capilla Real, donde se halla la tumba de San Casimiro. Se puede acceder libremente.
Campanario de la Catedral.
Situado junto a la Catedral, se trata de una torre que formaba parte de las defensas que protegían la ciudad en el siglo XIII y que pasó a utilizarse como campanario en el siglo XVI. Presenta la particularidad de que cada nivel está construido en un estilo diferente: la parte inferior es una base circular gótica, las dos plantas intermedias son barrocas y la parte superior, neoclásica. Está coronado por una aguja, una bola dorada y una cruz. Su altura total alcanza los 57 metros. Cuenta también con cuatro relojes de una sola aguja que indica la hora, al estilo medieval, cada uno en una fachada. Arriba hay un mirador al que se puede acceder pagando una entrada. No subí.
Palacio de los Grandes Duques de Lituania.
Forma parte del complejo arquitectónico del castillo inferior, que antiguamente ocupaba todo el espacio de la plaza, incluido el que ahora ocupa la Catedral. De la época medieval, solo se mantienen en pie el campanario de la Catedral; así como el contorno de los muros y restos de torre del castillo, que se encuentran expuestos en otro sitio. El lugar ya estaba habitado entre los siglos IV y VII, se supone que con construcciones de madera. La primera referencia de un castillo se piedra se remonta al siglo XIII, si bien fue en el siglo XVI cuando se edificó un palacio de estilo renacentista que se convirtió en la residencia del Rey de Polonia y Gran Duque de Lituania, Segismundo el Viejo. Sin embargo, fue su esposa, Bona Sforza, de origen italiano, la que más contribuyó al refinamiento de la Corte, contratando artesanos y cocineros de su país de origen, que introdujeron el cultivo de naranjos, limoneros, olivos y almendros. Se la recuerda en una placa situada en unos pequeños jardines anexos al Palacio.
Reformado en el siglo XVIII en estilo barroco, sufrió grandes desperfectos y resultó destruido a principios del siglo XIX. Fue restaurado en 2009 y actualmente se utiliza para exposiciones, conciertos y otras celebraciones. Frente al palacio, en la fachada que da a la Plaza de la Catedral, está el monumento dedicado al Gran Duque Gediminas, a quien se le atribuye la fundación de Vilnius. Fue inaugurado en 1996.
La calle Piles y sus alrededores.
Es una de las calles más famosas de Vilnius, en torno a la cual ha girado la vida de la ciudad desde el Medievo y a ella confluyen muchos callejones y callejuelas de sabor antiguo. Aunque no es muy larga, ya que va desde la Plaza del Ayuntamiento hasta la de la Catedral, siempre está muy concurrida, con sus tiendas de recuerdos, talleres de artesanía, bares y restaurantes, a uno de los cuales fuimos a almorzar. Tomamos la tradicional sopa de champiñones en un cuenco hecho de pan de centeno, carne de cerdo con verduras y un pastel de chocolate.