Según he leído, un tercio del centro de Riga está construido en este estilo, lo que convierte a la capital letona en uno de los mejores destinos del Art Nouveau en Europa. En efecto, vimos muchos edificios de estas características por todo el centro urbano, si bien las mejores y más célebres representaciones se encuentran en las calles Elizabetes y Alberta.
Varios de los edificios más destacados fueron diseñados por el arquitecto M. Eizensteins, que representa la tendencia ecléctica, mientras que otros arquitectos se decantaron por elementos más decorativos y románticos. La calle Alberta es un verdadero museo al aire libre de este estilo. Además, cuando la vimos la primera vez era muy temprano y apenas pasaban coches ni había gente, con lo cual lo contemplamos todo tranquilamente y con detalle, aunque con colores más apagados al estar el cielo todavía nublado. Me gustó tanto, que regresé en otro momento para observar las fachadas por la tarde, con otra luz. Por eso, no todas las fotos están igual de brillantes, pues algunas las tomé cuando el sol iluminaba plenamente las casas.
En la zona, tampoco faltan edificios de corte romántico nacional con arquitectura de influencia popular y motivos etnográficos; y los que rememoran pasadas civilizaciones, la egipcia, por ejemplo, en uno muy bonito, con un par de esfinges presidiendo la entrada; y fachadas de corte racional, sin figuras ni ornamentación especial Hay mucha variedad y no solo en esta zona, sino repartidos por todo el centro de Riga.
Además del fantástico surtido de la calle Alberta, tampoco se quedan atrás en cuanto a belleza las casas de las calles Elizabetes, Smiliu, Valdemara y Brivibas o las de los bulevares Térbatas y Kronvalda. En fin, no puedo detenerme a analizar cada fachada ni cada edificio porque no tiene sentido y, además, lo haría mal. Dejo unas fotos de los que más me gustaron.
A primera hora de la mañana estuvimos allí con Alexander, que nos fue contando con pelos y señales el significado de cada color, de cada jarrón, de cada animal, de las cenefas, de los gestos de las caras de los personajes, sus risas y sus llantos, sus miedos y sus penas. Es increíble lo que puede haber detrás de las esculturas que aparecen en las fachadas y que solemos mirar con indiferencia o con admiración, pero sin sospechar siquiera que puedan albergar emociones tras sus supuestos rostros imperturbables de piedra. Nunca me lo había planteado de ese modo, la verdad. Todo cambia cuando te lo explica un experto que lo vive y que lo siente.
Y es que, sin percatarnos, muchos de los personajes que decoran las fachadas de las casas poseen una historia, se esculpieron a causa de algo y por una razón; y lo denotan en sus gestos de alegría, de esperanza, de dolor… Incluso se aprecian muecas distintas en las figuras que sostienen sobre sus brazos un gran peso; los hombres jóvenes lo soportan casi impasibles; los mayores, con sufrimiento, pero sin querer desistir, aferrándose a la fuerza que detentaron en su juventud. Detalles más allá de una simple alegoría.
Si os interesa la arquitectura (a mí me encanta, pero no entiendo demasiado), conviene hacer una visita guiada o ayudarse de una revista o folleto.
Por cierto que la Embajada de España también comparte un bonito edificio en esta zona; como contrapunto, casi enfrente aparece el que fue un edificio oficial construido en tiempos de la extinta Unión Soviética. ¡Vaya diferencia! Resulta innecesario explicar cuál es cuál, ¿verdad?
Y ya toca decirle adiós a Riga, una ciudad que me gustó mucho, sobre todo por la variedad de sus casas, por su ambiente y sus colores.