Durante una corta estancia de dos días el pasado mes de mayo en la provincia de Granada, cuyo principal objetivo era visitar el Desierto de Gorafe, nos quedamos a dormir la noche prevía en Guadix, localidad que ya conocíamos un poco de una visita anterior, cuando nos detuvimos para almorzar de camino hacia Granada. En aquella ocasión nos quedó pendiente el Barrio de las Cuevas, precisamente uno de sus principales atractivos.
Guadix se encuentra en la parte centro-norte de la comarca accitana, en la provincia de Granada, de cuya capital dista 53 kilómetros, unos 45 minutos en coche por la autovía A-92 hasta la salida 292, donde se toma la carretera A-4100 que conduce directamente allí.
Situación de Guadix en el mapa peninsular e itinerario para llegar desde Granada que recomienda GoogleMaps.
Esta vez, veníamos desde Santa Pola y como luego seguíamos a Córdoba para la Feria de los Patios (en esas fechas está todo carísimo en la capital cordobesa) no queríamos gastar demasiado dinero aquí, así que olividé las “exquisiteces” y, por 51 euros, reservé una noche en el Hotel Mulhacén, de dos estrellas, situado en la Avenida de Buenos Aires, fuera del casco histórico pero a pocos minutos a pie de la Catedral y, lo que para nosotros era sumamente importante, con sitio en la calle para aparcar el coche gratis. Fue todo un acierto, pues estuvimos muy bien, su restaurante ofrece un menú correcto a buen precio y el recepcionista fue amabilísimo y nos proporcionó todo tipo de información turística, incluyendo mapas y valiosas recomendaciones. Un encanto de hombre. Por cierto que las vistas desde la habitación de la cuarta planta hacia los montículos eran espectaculares, con parte del pueblo, las casas cuevas y, al fondo, Sierra Nevada y el Mulhacén, con restos de nieve aún. De ahí el nombre del hotel.
Llegamos sobre las tres de la tarde y para no perder tiempo tomamos el menú del día en el hotel. Nada más acabar, salí a recorrer Guadix, pues quería ver algunos lugares que tenían un horario limitado por la tarde.
Ubicada a una altitud de 913 metros sobre el nivel del mar, Guadix cuenta en la actualidad con unos 19.000 habitantes y como consecuencia de su larga historia sus barrios son muy diferentes entre sí. Al menos, hay que proponerse visitar el casco antiguo y el Barrio de las Cuevas, por lo que es preciso organizarse bien si se cuenta con poco tiempo disponible.
Fotografía del plano turístico de un panel informativo municipal.
Empecé por el casco histórico, concretamente por la Catedral, que es lo primero que llama la atención a simple vista por sus dimensiones y sus espectaculares fachadas. Se obtiene una buena panorámica desde la Plaza Julia Gemella Acci, nombre de la colonia romana que dio origen a Guadix.
Catedral de la Encarnación.
Declarada Bien de Interés Cultural desde 1931, la Catedral de la Encarnación se construyó entre los siglos XVI y XVIII, aprovechando la estructura de una mezquita almohade y los restos de un templo visigótico del siglo X. Debido a su largo periodo de ejecución, presenta una mezcla de varios estilos. El interior se inició en gótico tardío, con bóvedas de crucería; más tarde, Diego Siloe convirtió el proyecto en renacentista; y, tras una larga pausa en la ejecución por falta de fondos, se terminó en estilo barroco, que es el predominante, siendo uno de sus ejemplos más bellos la fachada principal o de la Encarnación, que da a la Plaza de la Catedral.
Como los horarios varían según los días de la semana y hay diferentes tipos de entradas y precios, conviene consultar con antelación su página web : catedraldeguadix.es/ ...turistica/ Yo no lo hice porque no sabía a qué hora íbamos a llegar, así que, allí mismo, compré la entrada sencilla para el turno siguiente (Catedral, Piedad y Salas Expositivas), que me costó 7 euros, ya que la subida a la torre, que me hubiese gustado afrontar, no estaba disponible en aquel momento. El acceso se realiza por la fachada sur, la Portada de Santiago. La tercera portada, la norte, recibe el nombre de San Torcuato.
Por entonces, se estaba celebrando una exposición sobre la Sábana Santa, que pude recorrer, aunque no haré comentarios sobre lo que me pareció, pues teniendo en cuenta el tema la valoración es muy personal. En el interior del templo se permite tomar fotos sin flash.
Por lo demás, merece bastante la pena visitar el cuidado interior, donde destacan la Capilla Mayor con cúpula, el fantástico coro barroco tallado en madera y una excelente copia de la Piedad de Miguel Ángel que se exhibe en una de las capillas laterales.
Paseo por el casco antiguo.
Al salir, di una vuelta por el entorno de la Catedral: el antiguo Barrio de la Judería, la Iglesia de San Miguel y la Estatua del Cascamorras, que conmemora un popular festejo que se celebra en septiembre en Guadix y Baza. Cruzando el Arco de Palacio -que conectaba la Sede Episcopal con la Catedral-, está otro edificio emblemático, el Palacio de los Marqueses de Villalegre. Lo mandó construir la familia Fernández de Córdoba en el siglo XVI en estilo renacentista sobre un edificio musulmán anterior. Su fachada de ladrillo está flanqueada por dos torres con escudos. En el interior hay un patio mudéjar con galería de arcos de medio punto. El horario de visitas entonces era únicamente de mañana, así que no pude entrar a verlo.
Otro lugar imprescindible es la Plaza de la Constitución, a la que se accede desde la Plaza de la Catedral por una calle estrecha y atravesando un arco. Tiene su origen en el siglo XVII, está rodeada por galerías con arcos y columnas provistas de capiteles jónicos, si bien únicamente son originales las de la Oficina de Turismo Comarcal, donde se pueden ver también unas ruinas romanas del siglo II y un trozo de la muralla árabe del siglo XIII. Al fondo, se encuentra el Ayuntamiento nuevo. El antiguo edificio de los siglos XVI y XVII quedó devastado tras la Guerra Civil, lo mismo que el resto de la plaza. El conjunto fue reconstruido en 1949 con el Balcón de los Corregidores del lado contrario que en la primitiva Casa Consistorial.
Después, caminé un rato por los alrededores, hasta llegar al Arco de San Torcuato, que era una puerta fortificada abierta en la muralla para la defensa del acceso a la ciudad musulmana. Se la conocía como Bib-Bazamarín, que significa “segunda puerta de Baza”. Tras la conquista cristiana, su función militar pasó a religiosa cuando se erigió una capilla en la parte superior para honrar a San Torcuato, Patrón de Guadix. Cerca de la Catedral, junto a la medieval Torre del Ferro -que formaba parte de la muralla árabe-, se hallan los restos del Teatro Romano del siglo I, descubiertos en 2008 mientras se realizaban obras para un parking. Todavía está en fase de excavación. En las inmediaciones, vi un panel informativo con una “ruta de cine”, con los escenarios de varias películas famosas rodadas en la ciudad.
Otros lugares destacados, que ya conocía de la otra vez, son la Iglesia de la Magdalena, del siglo XV, la más antigua de la ciudad, la Iglesia de Santiago (siglo XVI) en la que trabajó Diego de Siloe, el Palacio de Peñaflor (siglo XVI), los Conventos de Santo Domingo y San Francisco y la Alcazaba musulmana del siglo XI.
Barrio de las Cuevas.
En este viaje, lo que más nos interesaba era esta peculiar ciudad troglodita, a la que dedicamos buena parte de la tarde. Guadix está considerada como la capital europea de las cuevas, ya que atesora más de dos mil viviendas subterráneas habitadas, la mayor parte con las comodidades de cualquier residencia moderna con las ventajas añadidas de una temperatura constante, entre 18 y 20 grados, mientras que en el exterior los inviernos son muy fríos y los veranos bastante calurosos. Además, la arcilla de los cerros en que están construidas actúa como aislante natural. Por todo ello, algunas de estas cuevas se han convertido en alojamientos turísticos de calidad.
Claro que su historia no siempre fue tan positiva, pues se empezaron a utilizar tras la reconquista cristiana, en el siglo XV, como refugio, ocupadas primero por los moriscos y más adelante por otras minorías no integradas. A partir del siglo XIX, con la llegada de viajeros y escritores europeos, las cuevas salieron a la luz pública, convertidas en un fenómeno romántico y pintoresco.
El Barrio de las Cuevas rebasa en extensión al propio núcleo urbano y supone un arco de este a oeste en torno a la ciudad. Las casas se edifican comenzando a picar desde el techo hacia abajo y la fachada supone un elemento de integración que se adapta al terreno. El portal se abre al resto de las estancias, que cuentan con armarios empotrados y carecen de puertas, sustituidas por cortinas que facilitan la ventilación.
Sin embargo, lo más característico son las chimeneas, que permiten la salida de los humos de las cocinas a través de una perforación vertical. Se montan sobre el cerro con argamasa y se encalan después, componiendo su tono blanco un paisaje muy llamativo en contraste con el marrón de los montículos en que se asientan, que presentan también formas muy llamativas. En fin, un entorno muy singular con fachadas, puertas y chimeneas, pero sin ventanas.
El Barrio de las Cuevas está algo apartado del casco antiguo, en la parte más alta de Guadix. Para ganar tiempo, subimos con el coche hasta el aparcamiento que hay cerca de la Plaza del Padre Poveda (también se puede tomar un trenecito eléctrico que sale desde la Plaza de la Catedral). Por el camino, vimos calles con casas populares y empezamos a meternos de lleno en el dominio de las casas-cueva.
Después de aparcar, entramos en Iglesia Cueva Ermita Nueva o Cueva de la Virgen de Gracia, Patrona del Barrio desde el siglo XVIII. La ermita primitiva fue destruida en la Guerra Civil. La iglesia exterior actual está conectada con un par de casas cuevas que cuentan con múltiples estancias, una de ellas dedicada a celebrar Misa. Todo el conjunto se puede visitar.
Muy cerca está el Centro de Interpretación Cuevas de Guadix, instalado en varias casas cuevas originales. Hay pases para el acceso y acababa de entrar el turno anterior. En vez de esperar al siguiente turno, preferimos pasear por todo el entorno. Además, no faltan vecinos que te invitan a pasar al interior de sus casas. Merece la pena echar un vistazo; incluso, charlar un ratito.
La mejor perspectiva general se obtiene desde el Mirador del Padre Poveda, al que se llega subiendo unas escaleras desde la misma plaza. Las vistas resultan espectaculares, con multitud de cerros de arcilla de formas inconcebibles, salpicados por impolutas chimeneas blancas y otras peor mantenidas o abandonadas, su antigua capa de cal manchada de tierra.
Parecen panoramas propios de otro continente. Seguramente nos llamarían más la atención de contemplarlos en Asia o África. En un extremo, un sillón de director señala que estamos en uno de los escenarios cinematográficos más prolíficos de Guadix. También se divisa el casco histórico casi al completo, presidido por la Catedral y la Alcazaba. Un mirador imprescindible.
A continuación, volvimos al coche y nos dirigimos hacia otro de los puntos de observación recomendados: el Mirador del Cerro de la Bala. Esta zona está más destartalada, sin tantas flores ni adornos. Por lo tanto, es menos turística, aunque por eso precisamente resulta más tranquila y solitaria; y, quizás, también más auténtica. Resulta un pelín complicado encontrar el acceso al mirador, ya que las indicaciones de GoogleMaps no son muy precisas. Pero no hay que desistir. Tomando como dirección el Barranco Armero, se deja el coche en la calle Cuatro Veredas Primera Cañada, al lado de un antiguo consultorio médico, justo donde sitúa GoogleMaps el mirador, aunque no está ahí exactamente, sino que hay que buscar al fondo unas escaleras y, luego, una empinada rampa. Nos ayudó ver a un chico asomado en lo alto. Cuando se marchó, nos quedamos solos. A otra hora, seguramente habrá otras personas que puedan servir de faro-guía para localizar el sitio desde la carretera .
Rampa y escaleras que hay que buscar. El mirador está arriba, donde las chimeneas blancas.
Vista hacia abajo desde las escaleras y puerta de casa cueva tradicional, sin arreglos exteriores.
Vista hacia abajo desde las escaleras y puerta de casa cueva tradicional, sin arreglos exteriores.
Antes de llegar al mirador, ya sorprenden las panorámicas que se abren hacia la izquierda. No obstante, como es una zona algo alejada del circuito turístico, pudimos encontrar algunos restos de basura, plásticos, botellas, latas de cerveza y refrescos... Espero que no se deteriore el sitio porque es una pasada.
Una vez arriba, las vistas son impresionantes: un paisaje inmenso salpicado de cerros, entre los cuales se esconden las casas, exentas o embebidas en las rocas, visibles las fachadas y las chimeneas, algunas de las cuales emergen del suelo; al fondo, todo Guadix con sus campanarios, torres y palacios, presidido por la inmensa mole de la Alcazaba, cuya estructura y dimensiones se aprecian mejor desde arriba que en sus inmediaciones.
Desde otro extremo, se divisa también Sierra Nevada, que quizás resulte más impactante en pleno invierno. Y la Vega, con el Valle del Zalabí y el Marquesado del Cenete. Impresionante. El mirador es grande y construido como un extenso balcón. No hay que perdérselo.
Nos costaba trabajo irnos de allí, pero todavía teníamos otro lugar para ver antes de que se hiciera de noche. Era una recomendación especial del recepcionista del hotel, que nos dio explicaciones exhaustivas, con plano a mano incluido, sobre la mejor forma de llegar hasta…
El Mirador del Fin del Mundo.
Figura en Google Maps. Desde Guadix, hay dos itinerarios para llegar: por Purullena (11 Km y 17 minutos en coche) o por Paulenca (6,3 Km y 19 minutos). La razón de tanta diferencia de tiempo es que en la segunda opción se circula el tramo final por una pista de tierra. Sin embargo, el recepcionista nos aconsejó con bastante insistencia que fuésemos por allí. Más tarde, comprendimos el motivo.
Itinerarios para llegar al Mirador del Fin del Mundo desde Guadix según GoogleMaps.
Conduciendo despacio por la pista, alcanzamos el mirador sin problemas, a la mejor hora, el atardecer, con la luz del sol poniente tiñendo de destellos cobrizos un paisaje árido, profundamente erosionado por la acción del viento y el agua, con cárcavas, cañones, canales, barrancos, chimeneas de hadas y otras formaciones geológicas que, en conjunto, suelen recibir el nombre de badlands. Era como un pequeño anticipo de lo que veríamos al día siguiente a mucha mayor escala en el Desierto de Gorafe.
En contraste, a nuestros pies, se extendía el alargado valle del río Alhama, con el toque verde de los olivos, almendros y frutales. Enfrente, la población de Beas de Guadix.
El panel informativo señalaba que estábamos en el paraje de Los Llanos, enclave perfecto para disfrutar de las vistas de los semidesiertos del norte de Granada, cuyo contrapunto lo ponen las numerosas acequias de origen árabe que dan lugar a las Vegas de la Hoya de Guadix. En total, teníamos ante nuestros ojos nada menos que ocho espacios naturales protegidos. De nuevo, una panorámica fascinante.
Junto al mirador, divisamos una extraña y estrecha pista de cemento rayado que bajaba en dirección a Beas, serpenteando entre los barrancos. El indicador ponía 1.000 metros y había un senderista dibujado. Consultando el mapa, vimos que podíamos completar una ruta circular y regresar a Guadix por el fondo del valle, pasando por Purullena. El recepcionista había insistido en que fuésemos por Paulenca, pero no había ninguna señal de prohibido circular en coche por aquella pista. Y decidimos probar.
No me atrevo a decir que se trató del kilómetro más largo de mi vida en coche (seguro que no), pero lo rondó. Fue un error meternos por una pista tan estrecha, en la que no caben dos coches, con un tremendo desnivel y tramos con precipicios a ambos lados, algunos sin visibilidad hacia adelante. Al principio, no nos dimos cuenta del problema; cuando lo descubrimos, ya no había remedio porque resulta muy arriesgado retroceder marcha atrás: solo quedaba rezar para que no viniese otro coche de frente. Afortunadamente, no apareció ninguno, aunque yo no quise ni mirar. Obviamente, no hice fotos .
En definitiva, un mirador con vistas fantásticas, si bien lo más acertado es llegar por la pista de tierra que sale desde Paulenca, o bien por Purullena, dejando el coche abajo y subiendo por la pista a pie, si bien hay que tener presente que es un kilómetro con un desnivel muy acusado.
El mirador desde abajo, ya en el valle, de camino hacia Purullena.
De camino de vuelta hacia el hotel, paramos en la Estación de Tren de Guadix, que se encuentra a las afueras del casco urbano. Inaugurada en 1895, a su alrededor se desarrolló un barrio que con el tiempo se convirtió en la pedanía de La Estación. Sin embargo, su mayor interés desde el punto de vista meramente turístico está relacionado con el rodaje de la película Indiana Jones y la Última Cruzada, pues en 1988 se transformó en la estación de tren de Iskenderun, población turca fronteriza con Siria, en la que transcurrían algunas escenas de la tercera entrega de la famosa saga, protagonizada por Harrison Ford y Sean Connery. Resulta curioso detenerse y echarle un vistazo.
Por la noche, salimos a cenar. No había mucho ambiente, pero tomamos unas tapas de jamón y queso con unas cervezas en una taberna del centro. Siempre me gusta sacar algunas fotos nocturnas de los sitios que visito, pero en esta ocasión solo hice una y poco vistosa, ya que no me sentía muy bien y preferí ir directamente al hotel para descansar, pues a la mañana siguiente teníamos que levantarnos temprano para hacer la excursión en 4X4 que habíamos reservado para recorrer el Desierto de Gorafe.
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