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Hoy bajo por el sur de la costa caribeña. El objetivo es llegar a Cahuita. Para llegar se puede ir en bus, tomando la lancha a La Pavona, o se puede tomar una lancha que va a un pueblo que se llama Moin desde donde salen buses a Cahuita. La lancha a Moin es algo más caro pero muchísimo más rápido y escénico.
La lancha va todo el rato por un río paralelo a la costa hasta Moin. Tres horas de lancha donde hemos visto garzas y hasta cocodrilos. Es un trayecto bien bonito pero es tanto tiempo que es imposible no echar un pestañeo.
En la lancha iba con la italiana y su amigo francés. Al llegar a Moín, hay que ir a un pueblo que está al lado que se llama Limón. No había ningún taxi ni autobús y los Uber no llegaban. Hemos tirado de autostop y aquí la italiana la ha liado un poco parda. A lo lejos se veía venir una pickup pero justo delante iba un coche que se notaba a leguas que era chungo. Yo rápidamente he descartado levantar el dedo cuando he visto por el rabillo del ojo que la italiana lo levantaba. Aquí he pedido a Dios que no paren hasta que el coche de los chungos ha parado delante nuestra mientras la pickup seguía su camino. Efectivamente, en el coche chungo iban dos personajes con mala pinta, lo que en España llamaríamos megacanis, al punto de que yo he pensado no subirme pero la italiana y el francés, en su felicidad, estaban ya abriendo la puerta. De perdidos al río...
El trayecto solo ha sido 15 minutos, pues en ese tiempo ha empezado a decir el conductor que lleva de fiesta desde hace dos días, que su mujer no quiere que vuelva a casa porque se ha desentendido de su hijo, todo esto con la música a tope. Encima, el único que hablaba español fluido era yo, por lo que he tenido que seguirle el juego, mientras el francés y la italiana iban tan felices. Después de decirme que su mujer no quiere que vuelva a casa, ha sacado de la guantera un gramo de cocaína y me lo ha dado. Yo no quería cogerlo pero el tío insistía en que lo cogiera, vendiéndome todas las cosas buenas sobre la cocaína de Limón, que es muy pura y que le mire a él, que está perfecto. Yo le seguía el juego queriendo devolvérsela pero me insistía en que me dejaba el gramo por 20 dólares. Creo que se pensaba que le estaba regateando porque al final me lo ofrecía por 15. Al final el copiloto ha cogido el gramo y ha empezado a insistir en que la probara a la vez que abría la bolsita y sacaba un palillo. La italiana y el francés no se estaban enterando de la mitad. Gracias a Dios el trayecto ha sido corto y ya en la estación de autobuses ha guardado el gramo y ha dejado de insistir para pasar a desearnos lo mejor en nuestro viaje. El tráfico de drogas no quita la educación. Manda narices qué momento más malo. Luego se lo explicaba a la italiana lo que había pasado y ella me decía que sospechaba que las cosas no iban bien. Decía que le había levantado el dedo a la pickup pero cuando ha visto que ha parado el otro no ha sabido recoger cable. En fin, queda en una anécdota más.
En Limón he pillado el bus hasta Cahuita. Yo me he bajado antes del pueblo para quedarme en un camping que se encuentra en una zona de playa súper deshabitada, barra la estrella. El camping lo lleva un hombre que se llama también Charlie, como el de Monteverde. Está muy bien, frente a la playa, con perritos simpáticos y Charlie con conversación para años. Al hombre le encanta fumar marihuana y está todo el rato fumando. De ahi que el camping se llame "Smoky paradise". Le he contado la experiencia con el autostop y se reía diciendo que nos querían timar, que aquí el gramo de cocaína está a 5$.
He puesto la tienda y me he echado unas cervezas con él mientras me preparaba la comida, vaya hombre mas genuino, algo bueno que me estoy encontrando en Costa Rica es que la gente es encantadora, no se puede decir que no. Después de la comida me he echado una siesta en la hamaca de la playa y a la tarde me he ido a recorrer la playa. Es una playa igual que la de Tortuguero. No hay ni un alma alrededor y está llena de troncos. El oleaje es tal que impide el baño, lo increíble es que no hay ni un alma. Nadie en kilómetros. Solo el camping de Charlie y cuatro casas en las que se ve gente. Nadie más.
He estado paseando hasta el atardecer y hemos cenado junto a unos alemanes mientras Charlie me contaba la historia política de Costa Rica. Lo que pasa es que va tan fumado que a media narración se pierde y se queda callado escuchando la música, hay que darle cuerda y continúa. Es muy buena gente el hombre. Cero estrés tiene.
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:D Creo que durante unos días coincidimos en el pais aunque yo fui más de gringa, aunque eso sí, esquivándolos todo lo que me fue posible 
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