Para el tercer día de nuestra estancia, 1 de febrero, teníamos programado el tour en catamarán al Atolón de Tetiaroa (la isla de Marlon Brando) que nos habían cancelado. Nos dieron como alternativa realizarlo el día 5, pero para entonces estaríamos en Moorea y como la hora de inicio era a las 5 y media de la mañana, no teníamos ferry para poder llegar a tiempo.
Como el tour en 4x4 al interior de la isla nos lo había gestionado el propietario de nuestro alojamiento, acordamos adelantarlo para ese día. Vinieron a recogernos una pareja polinesia en un todoterreno bastante destartalado y nos pusimos en ruta. Vi que tomábamos dirección oeste, cuando la carretera de acceso era por la contraria.
Íbamos charlando animadamente, cuando hicimos una primera parada en las Grutas de Mara’a. Les dijimos que ya las conocíamos y, después de un momento de duda por su parte, nos dijeron que era sólo para beber las aguas medicinales.
Continuamos la ruta en dirección oeste y, en este punto les dije que había visto en el mapa que el acceso al interior era por la dirección contraria. Nuevo momento de duda y la respuesta fue que entraríamos por el sur y saldríamos por el norte.
Retomamos las charlas sobre temas tan variados como las respectivas familias, trabajo, política, etc. y los kilómetros fueron pasando y también el cruce de acceso al interior de la isla por el sur. En este punto empezamos a preocuparnos.
Después de nuevos intentos de pararnos en los pocos lugares de interés que ya habíamos visto el día interior, les pedí que paráramos un momento al margen de la carretera y aclarar lo que estaba pasando. Nos dijeron que la carretera al interior estaba cortada al público después de un accidente mortal hacía poco y que, como alternativa, nos estaban haciendo el tour de la vuelta a la isla.
Enfado poco disimulable por nuestra parte y acuerdo de devolvernos la mitad de lo pagado. Como llevaban la comida preparada, paramos en unos merenderos en el Souffleur d'Arahoho.
A pesar de todo, mantuvimos el buen tono, comimos continuando la charla que llevábamos en esta segunda vuelta a la isla y terminamos el tour con otra promesa incumplida, que era la de internarnos lo más posible para ver el paisaje agreste de la parte alta de la isla.
Nos encontrábamos, por tanto, con dos excursiones frustradas en Tahití y sin nada programado para el día siguiente. Como habíamos dejado sin ver las tres cascadas de Faarumai el primer día, allí nos dirigimos.
Las cascadas se visitan siguiendo un sendero por el interior de la selva. El recorrido no es dificultoso, pero con mucho calor y humedad.

El acceso a las cascadas es por la misma carretera por donde se adentran los 4x4 para visitar la caldera del volcán. Por allí vimos pasar los coches de las agencias profesionales y averiguamos que sólo ellos estaban autorizados para adentrarse por los caminos de tierra desde el accidente de días anteriores.
De vuelta a Papeete, nos compramos billetes para el ferry del día siguiente a primera hora, pasamos por el hipermercado (tercera visita ya). Veníamos viendo por toda la isla la cantidad de gallos y gallinas que deambulaban sin parecer tener dueños. Estaban hasta en el parking de hiper.

Terminamos el día entre hacer snorkel en Playa Vaiava y prepararnos una buena cena.