Cazando con águilas ✏️ Diarios de Viajes de KirguistanRecuerdo de pequeño ver un documental en la dos de unos jinetes en Mongolia que utilizaban águilas para cazar y obtener así alimento. Siempre quise vivir la experiencia de acompañar a estas gentes a lomos de un caballo en medio de la estepa. Más...Diario: Kirguistán. Ahora o nunca⭐ Puntos: 5 (7 Votos) Etapas: 5 Localización: KirguistanRecuerdo de pequeño ver un documental en la dos de unos jinetes en Mongolia que utilizaban águilas para cazar y obtener así alimento. Siempre quise vivir la experiencia de acompañar a estas gentes a lomos de un caballo en medio de la estepa. Más tarde, preparando el viaje a Kirguistán, descubrí que esta forma de vida no es exclusiva de Mongolia, sino que se realiza también en Kazajistán y en el propio Kirguistán. Nos quedaba un día de viaje, y habíamos acabado ya todas las excursiones de montaña previstas. Nuevamente decidí recurrir a Ulan, al cual le pregunté si conocía a alguien que siguiese realizando esta centenaria tradición. Como no, Ulan me proporcionó el teléfono de una familia que se dedicaba a esta actividad, así que les contacté por whatsapp para ver de qué se trataba y ver si nos podía cuadrar. Los teléfono de contacto son +996707628571 (este es el de la hija a la cual no conocimos personalmente pero habla inglés), y el de Talai, el padre de la familia y cazador con águilas, +996703237443 (eso sí, no habla una pizca de inglés). Les contacté un par de días antes y lo cuadramos para nuestro último día. Tuvimos suerte de que casi todos bürkütchü (cazadores con águilas), se encuentran en la orilla sur del lago Issyk-kul, justo por donde teníamos que volver a Biskek, por lo que nos encajaba bastante bien. La típica actividad consiste en ver el águila, sujetarla en el antebrazo, y luego un espectáculo donde una persona corre con una piel de zorro atada a una cuerda sobre la que el ave rapaz se lanza. Los precios suelen ser de unos 50€ por persona, suele haber unas 10 personas o así y duran media hora (esa es la información que nos había trasladado otro español que conocimos pero que no contrastamos). La actividad que nos ofrecía esta familia, era pasar el día entero con ellos, dormir en su casa, y salir a cazar con el águila. Nos sorprendió esto último por varios motivos. El primero es que nos lo propusiesen ellos. El segundo, es que en verano no suele ser época de caza. Por lo visto las presas más comunes de las águilas están en época de cría por lo que escasean, y debido a los vientos cálidos (tengo dudas que esto sea cierto pero es lo que nos dijeron) a las águilas les es más complicado planear por lo que no están tan activas. Además, íbamos a estar solos en la actividad, sin más turistas. A excepción de un joven inglés, que no era turista del todo, ya que llevaba viviendo más de un mes con la familia. Iba a estar un par de meses más y se había comprado un caballo que pensaba regalar a los anfitriones a cambio del alojamiento en ese periodo. Por lo tanto, era más otro miembro de ellos que un turista. Gracias a él nos enteramos de bastantes más cosas de las que nos hubiésemos enterado si hubiésemos estado solo con la familia, pues salvo la madre, no hablaban mucho inglés. Nos comentó sorprendido que de todos los turistas que habían ido ese verano (habían turistas cada dos o tres días con la familia), fuésemos los únicos a los que habían propuesto ir a cazar, por lo que nos sentimos bastante afortunados. El precio fue de 150$ los dos, con alojamiento, cena y desayuno, además de pasar todo el día cazando con el águila. Ahora, echando la vista atrás, me parece un precio más que razonable, y más viendo el precio por solo el espectáculo que se ofrecía en otros sitios. El pueblo donde acudimos desde Karakol en marshrutka fue Tortkyol. Llegamos sobre las 11:30 de la mañana, y nos recibió en la ubicación que nos había pasado Talai, el padre de familia. Sin hablar una palabra de inglés, nos invitó a tomar té en su casa. Al cruzar la puerta, vimos sobre una mesa la primera de las tres águilas que tenía. Estuvimos conversando con la madre un rato, hasta que nos dijeron de salir. Nos presentó a dos de sus hijos, uno de apenas 11 años y otro de 19. Este último, se subió a un caballo con otro águila mientras a nosotros nos dijeron de subir a un coche. Así fuimos a Bokonbayevo, donde acudimos a casa de unos amigos de la familia en la que nos dejaron un par de caballos. Cuando nos preguntó si sabíamos montar a caballo, y le dijimos que posiblemente fuese la segunda vez que subíamos, se quedó sorprendido a la par que asustado por nuestra seguridad, por si teníamos alguna caída. Comenzamos así una cabalgata en la que se unieron los dos hijos junto con el inglés. El padre, iba en coche con el águila en el asiento del copiloto. Estuvimos una hora y media enfilando las montañas, hasta llegar a las faldas de éstas, donde le dio el águila a su hijo mayor y se despidió de nosotros. Comenzamos a subir por las laderas, donde sin los caballos hubiésemos estado todo el día para recorrer unos pocos kilómetros. Tras casi otra hora, llegamos a la cima y dejamos los caballos. Las vistas desde lo alto eran espectaculares con varios pueblos y campos de cultivo a nuestros pies y el lago Issyk-kul de fondo. Pero no habíamos venido a eso. El hijo pequeño, junto con otro niño y el inglés, se dedicaron a lanzar rocas a brechas en la montaña para de esta forma, asustar a los conejos y que saliesen de sus madrigueras. El águila iba en todo momento con la caperuza para que no estuviese estresada buscando presas. Pasado un rato, un conejo salió de un agujero a otro, y en un momento, el bürkütchü le quitó la caperuza, soltó la cuerda que mantenía al pájaro atado a su antebrazo, y lanzó al animal en dirección a la presa. En cuestión de segundos el águila se abalanzó sobre el conejo. Por suerte para éste, pudo esquivar las garras del ave y esconderse en otra madriguera. Tras esto, comenzó un proceso de recuperación del pájaro, que, gracias al inglés, entendimos para qué servía. Siempre, aunque falle la cacería, tienen que darle de comer un pedazo de carne. De esta forma el animal sabe que aunque fracase va a obtener recompensa. De otra forma, no habría diferencia alguna a cuando cazan en libertad y fracasan, por lo que podría optar por marcharse y no volver. Así, con este refuerzo positivo, se aseguran su fidelidad. El cómo recuperar el águila es bastante curioso. No vuelve al dueño como en los espectáculos de cetrería. Tiene que acercarse a unos cientos de metros de ella con la piel de zorro (la misma que usan en los espectáculos), atársela cintura, y correr para que el pájaro se crea que es otra presa y vaya a cazarla. De esta forma, una vez la tienen sobre la piel, le introducen debajo la protección que llevan en el antebrazo y le dan un pedazo de carne. Tras esto, le vuelven a poner la caperuza. A la pregunta de qué pasaría si el águila se iba al fondo del valle, que cómo la recuperaban, nos dijeron que tendrían que bajar andando (o a caballo) y podía ser una tarea de horas. Estuvimos varias horas lanzando rocas montaña abajo. Salieron un par de gazapos, pero decidieron no lanzar al águila al tratarse de crías y estar en época de reproducción. La verdad es que entendimos por qué no se realizan cacerías en esta época del año, porque fue un día caluroso y poco productivo. Volvimos a ver un conejo, y lanzaron al águila, pero se encontraba muy lejos y le dio tiempo de sobra a esconderse. Pese a no haber cazado nada, la experiencia de ir cabalgando junto al bürkütchü con el águila, y tenerla a esta a escasos metros sobre la cima de los acantilados con vistas al lago, fue una experiencia que nunca olvidaremos. Volvimos a eso de las cinco de la tarde, a caballo por supuesto, a Bokonbayevo, donde devolvimos los caballos a la familia, y nos llevaron en coche a Tortkyol. Teníamos una yurta en el enorme jardín junto a la casa. La familia dormía en las distintas habitaciones de la construcción, tales como el comedor y la cocina, ya que no cabían todos en los dormitorios). La ducha consistía en un bidón de agua sobre una construcción de bloques de hormigón, y el váter en un agujero en el suelo entre tres paredes hechas por tablones de madera. Hasta la cena, estuvimos haciendo tiempo en la yurta, y yo salí a fotografiar a las águilas, las cuales se encontraban dos de ellas en unos habitáculos con verjas, y la otra en una mesa atada a una de las patas. La cena fue exquisita y abundante, y estuvimos mucho tiempo hablando con ellos de cómo era España, de nuestras costumbres y de las suyas. Tras eso, uno de los niños fue a por un arco y estuvimos disparando a una diana. También trajeron un rifle de perdigones y estuvimos afinando nuestra puntería. Nos enseñaron la chaqueta del bisabuelo, hecha con pieles de cabras, y de más de 100 años de antigüedad. Poco antes de irnos a dormir, tuvo lugar la única turistada de la experiencia, si bien no fue algo excesivo. Nos sacaron las ropas tradicionales, y nos dijeron de subirnos a los caballos para hacernos unas fotos de recuerdo. En otro contexto me hubiese parecido violento, pero la verdad es que estuvimos a gusto y no llegó a ser incómodo, aunque si innecesario. Tras esto, y volver a tomar té y estar conversando otro buen rato, nos fuimos a dormir. Así terminó un día memorable. A la mañana siguiente, y sin madrugar, nos prepararon el desayuno, y nos despedimos de la familia. Nos dieron a modo de recuerdo una yurta de lana hecha a mano, y el gorro típico que usan los hombres. La verdad es que nos dio pena despedirnos, pero es uno de esos sitios a los que estoy seguro que más pronto que tarde volveré. Y posiblemente en invierno para poder ir a cazar de nuevo con la familia. Respecto a la vuelta a Biskek, y formas de transporte, no extenderé más esta etapa, pues creo que con las primeras uno ya se puede hacer una idea de precios de trayectos, duraciones, y costes de comidas y hoteles en la capital. Por otro lado, había dos cosas de esta actividad que me echaban para atrás antes de realizarla. El montar a caballo es algo que no me agradaba en un principio. Recuerdo las barbaridades que se hacen en sitios como Petra con los burros, o en el Sahara con los camellos, donde los animales viven en condiciones lamentables. En Kirguistán, la situación de los caballos es completamente distinta. Son casi uno más de la familia, y los utilizan porque a menudo no tienen los medios para llevar la vida seminómada que aún a día de hoy gran parte de la población sigue viviendo. No usan los caballos para sacar más dinero al turista sino que son parte de su identidad y día a día. La otra cosa que no me gustaba eran las águilas en cautividad. Aquí puedo decir que si bien lógicamente sacan provecho de tenerlas, en esta familia creo que acabarán desapareciendo. El motivo es que a diferencia de otras, realizan un turismo responsable, no pretenden tener veinte turistas todos los días y sacar un dineral, sino que ofrecen una experiencia cercana que permite conocer además su forma de vida. El dinero que ganan lo usan para pagar la universidad y formación de sus hijos, los cuales por lo que vimos no piensan seguir los pasos del padre, poniendo fin a esta tradición. Mi pensamiento es que las águilas van a seguir en cautividad hasta que el padre las liberé cuando se acerque el final de sus vidas (siempre las liberan para que pasen los últimos años en libertad). Haya turistas que vayan a verlas o no, no va a contribuir a que haya más águilas en un futuro en cautividad (hablo de esta familia, desconozco otros lugares), pues era la forma de ganarse la vida y llevar alimento a casa del padre, del abuelo y del bisabuelo. Por estos motivos, creo que de forma afortunada realizamos una actividad lo más respetable con la fauna local, y desde luego memorable. Así acabaron nuestros días en Kirguistán, un país que va a cambiar mucho en los próximos años y que perderá su esencia una vez llegue el turismo de masas, porque el dinero todo lo corrompe. Si estáis pensando en visitarlo, o si no lo pensabais pero este blog os ha creado la curiosidad, el momento es ahora o nunca. Índice del Diario: Kirguistán. Ahora o nunca
Total comentarios: 4 Visualizar todos los comentarios
📊 Estadísticas de Etapa ⭐ 0 (0 Votos)
Últimos comentarios al diario: Kirguistán. Ahora o nunca
Total comentarios: 4 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN LA ETAPA
Diarios relacionados on... en Kirgistán (Kyrgyzstan)
Un viaje de 23 días rodeando Kirguistán, y ahondando en sus costumbres y sus paisajes. La vieja...
⭐ Puntos 5.00 (2 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 17
Galería de Fotos
|