Etapas relacionadas:
- Forau d'Aiguallut y Coll de Toro, Benasque (Huesca).
- Portillón de Benasque (Huesca): Espectacular brecha entre España y Francia.
- Las Gorgas de Alba, Baños de Benasque (Huesca).
- 2 Rutas desde Cerler (Huesca): 3 Cascadas; Rincón del Cielo y Pico Cogulla.
- Rutas desde Benasque (Huesca): Valle de Estós - Ibón de Escarpinosa.
Continuando con las rutas de senderismo que hicimos durante nuestra última estancia en Benasque, en esta ocasión voy a referirme a dos de ellas. Al comienzo de la etapa dejo los enlaces de otras rutas por la zona que figuran en este diario.

El día previsto para hacer la ruta hacia el Ibón de Gorgutes amaneció con mucho viento y, además, con unas nubes espesas y muy sospechosas hacia Llanos del Hospital, donde comienza. Aun así, fuimos hasta el aparcamiento, pero empezó a chispear, incluso apareció la niebla, con lo cual la aplazamos hasta la mañana siguiente, ya que se desaconseja con mal tiempo. Como en Benasque lucía un sol espléndido, la cambiamos por la Ruta de los Tres Barrancos, a la que me referiré en segundo lugar.
Ruta Ibón de Gorgutes.
Ruta de los tres barrancos.



Ruta al Ibón de Gorgutes.
Tras el amago fallido del día anterior, la mañana se presentaba soleada en Benasque y también menos ventosa. Desde la terraza de nuestra habitación en el Hotel Ciria se veía muy bien el horizonte hacia Llanos del Hospital y vimos que el enorme manojo de nubes allí alojado durante toda la jornada previa había disminuido muy considerablemente. Así que, aunque nos marchábamos ese mismo día, decidimos volverlo a intentar, pues su distancia permite completarla tranquilamente en media jornada.

Para llegar al comienzo de la ruta, hay que seguir la carretera A-139 en dirección a Llanos del Hospital hasta que acaba, a la izquierda de la carretera de La Besurta, unos 12 kilómetros y 15 minutos en el coche si no hay cortes en la carretera. Desde aquí salen varias rutas que cuentan con aparcamiento. El de esta ruta es el último, si queda sitio, claro. Esta vez hubo suerte.

Ya desde el lugar donde se ubica el aparcamiento, a los pies de la Corona de Remuñé, pudimos contemplar la zona donde se instaló en el medievo el Hospital que atendía a los peregrinos que cruzaban los Pirineos, pues era lugar de paso entre Francia y España. De ahí el nombre de Llanos del Hospital. Los coches aparcados le quitaban algo de encanto, así que pongo una foto tomada desde más arriba.

Datos de la ruta.
Los datos de la ruta según la Oficina de Turismo de Benasque son los siguientes:
- Distancia: 6,8 kilómetros en total (recorrido de ida y vuelta por el mismo camino).
- Duración: 3 horas 40 minutos.
- Desnivel: 575 metros
- Nivel de exigencia técnica: media
- Nivel de exigencia física: media
Recomendada en otoño y verano.

Nuestra ruta.
Los datos de mi copia de wikiloc fueron parecidos: 6,11 kilómetros totales, 5 horas de duración incluyendo paradas y bocadillo y 549 metros de desnivel (altitud mínima 1.785 metros y altitud máxima, 2.328 metros). Coincido en calificar la ruta como moderada.


Esta vez no tuvimos dudas repecto a iniciar la caminata, pese a que en la cumbre hacia la que nos dirigíamos se distinguían algunas nubes cerradas, aunque nada que ver con el panorama del día anterior.

Tras el indicador de la ruta, a la izquierda, parte un pedregoso sendero entre bloques de granito que gana altura rápidamente. Esta zona, de unos 300 metros, es bastante incómoda y algo fatigosa, aunque sin otras dificultades técnicas que mirar bien por dónde se pisa para no tropezar con rocas o raíces. El bosque, de pino negro y rododendros, nos protegía del sol y del viento. En los escasos metros de descanso, podíamos contemplar un sinfín de bellas flores pirenaicas y, a lo lejos, alguna cascada. También pasamos junto al indicador que señala el sendero que viene desde Llanos del Hospital, donde también es posible iniciar esta ruta. Desconozco si esa vía es más o menos dura.


Al cabo de un rato bastante largo teniendo en cuenta que no habíamos avanzado ni un kilómetro, el sendero pasó a transcurrir por praderas alpinas y se volvió algo más cómodo, aunque sin perder su constante pendiente hacia arriba, lo cual cansaba las piernas pero agradaba a la mirada, pues las panorámicas pasaban paulatinamente de ser bonitas a espectaculares, con el glaciar de la Maladeta como protagonista.


El río bajaba en tropel, formando preciosas cascaditas, cuya caída principal pudimos divisar desde un puente de madera que tuvimos que cruzar para dirigirnos al lado contrario del Barranco de Gorgutes.


Las nubes venían constantemnete desde la zona francesa y se desvanecían en la española, pero según subíamos estábamos más cerca de la frontera y sabíamos que íbamos a pillar algo de niebla.


En un momento dado, nos despistamos un momento, lo que fue suficiente para errar en el sendero (no nos explicamos cómo porque está muy bien marcado). Fue un trecho pequeño, hasta que la vista de un ibón no anunciado nos hizo sospechar. Era bonito, menos mal.

Volvimos atrás y recuperamos el sendero correcto, que tras una nueva y acusada pendiente nos condujo hasta los Ibones de la Solana, que quedan a la derecha. Hay que caminar unos pocos metros para verlos de cerca, pero resulta sencillo y agradecido.


Al fin, tras superar un pequeño collado, pudimos divisar el Ibón de Gorgutes, eso sí, a trazos, porque la niebla iba y venía, en segundos despejando las aguas o cubriéndolo por completo. Al frente, se hallan las cumbres del Mal Pintrar y el Puerto Viejo, que habíamos podido ver mejor desde más atrás. .



El sendero continúa bordeando el agua hasta el Puerto de la Glera (unos quince minutos más), frontera entre España y Francia, que ofrece unas hermosas panorámicas, desde las que se aprecian las diferentes orografías de las vertientes pirenaicas de ambos países. Claro, cuando la niebla lo permite. No era el caso, así que no llegamos allí. Una pena.


Sin embargo, sí que contemplamos las maravillosas vistas hacia el Glaciar de la Maladeta y el Valle de Benasque, con su sinfín de picos, entre los que reina el Aneto.


El camino de retorno se hizo más rápido y menos cansado, al ser cuesta abajo y, sobre todo, por tener enfrente constantemente unas panorámicas fantásticas, que mantuvimos frente a nuestros ojos mientras tomábamos los bocatas, muy cerca del puente de madera sobre el río y su cascada.


Resumen.
Una ruta corta pero muy bonita por las panorámicas que ofrece. Aunque no presenta dificultades técnicas ni puntos peligrosos, la pendiente es acusada, hay muchas rocas y raíces, con lo cual requiere cierto esfuerzo. Si se pilla un día despejado hacia Francia, compensará llegar al Puerto de la Glera. Personalmente, no la haría con lluvia. También hay que tener precaución por la niebla.

Ruta de los Tres Barrancos.
Esta ruta la hicimos una tarde soleada, pero con un viento fuerte y muy desagradable. Parte del puente de piedra de Benasque, así que no tuvimos que mover el coche para nada.

Datos dela ruta.
Eran los siguientes, según el folleto que nos dieron en la Oficina de Turismo de Benasque:
- Distancia: 4,4 kilómetros (recorrido circular)
- Duración: 2 horas 15 minutos
- Desnivel: 400 metros
- Dificultad: media/baja


Nuestra ruta.
Los datos de mi copia de wikiloc quedaron así: distancia 4,65 kilómetros; duración, 2 horas y 31 minutos; desnivel, 274 metros (altitud mínima, 1.130 metros; altitud máxima, 1.412 metros). Calificación: dificultad baja para quienes estén acostumbrados a hacer senderismo en montaña.


Iniciamos el recorrido sin fijarnos en el sentido recomendado. Al parecer, era el contrario del que tomamos, ya que el ascenso inicial por aquí es algo más empinado y en dirección contraria tienes siempre Benasque y Cerler de frente. En fin, tampoco nos importó mucho; incluso, lo preferimos así porque afrontamos una bajada más paulatina que agradecieron nuestras rodillas.


Desde las orillas del río Ésera, con sus huertos y cultivos, tomamos un sendero en continuo ascenso, en medio de un bosque de abedules, álamos, fresnos y cerezos, que al final dejan paso al pino negro.


Según ganábamos altura, las vistas sobre Benasque y Cerler, y más adelante también de Anciles, se volvían más espectaculares. Luchando contra el viento, realmente molesto, fuimos pasando por los Barrancos de Tuca del Mon, Sobarriba y d’els Molins (el más bonito en mi opinión, ya que se cruza un arroyo y hay otra vegetación).


Al final, descendimos por el serpenteante camino de Puyegarbes hasta llegar de nuevo al Puente de Piedra.

Resumen.
Una ruta entretenida y sencilla, aunque tampoco puede considerarse un paseo, pues tiene una buena pendiente. Las vistas resultan espectaculares, si bien se van repitiendo al tener de frente siempre la misma vertiente del valle, que vamos divisando a diferentes alturas.
