Llegamos a Addís Abeba a las 4 de la madrugada. Nos encontramos una ciudad dormida y en silencio. De camino a nuestra guest house encontramos un bulto en la calle. Era un pequeño saco de plástico y mi intuición me hizo preguntar a mi acompañante si ese bulto inmóvil sería un niño, incluso pensé en tocarlo con el pie para comprobar si se movía. No sé porqué, pero no lo hice. A las pocas horas, tras una ducha y un buen desayuno, decidimos emprender nuestro primer paseo por Addís. Al salir de la casa observamos estupefactas que aquel bulto que habíamos visto horas antes se abría y asomaba la cabeza de un niño pequeño de 5 ó 6 años que salía del saco. Había dormido dentro del plástico cerrado, hecho un ovillo, para protegerse del frio nocturno. Los siguientes dias intentamos localizar al niño para darle una manta y algo de comer, pero no fue posible.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En las calles de Addís Abeba duermen muchos niños, la mayoría en pequeños grupos para darse calor, y en las calles secundarias encienden pequeñas fogatas para ahuyentar el frio. Pero ese niño estaba solo. Creo que fue la escena que más me impresionó de todo el viaje, a pesar de haber visto cosas bastante más duras.
Muchos niños buscan en las alcantarillas su refugio. Cuando llueve, las alcantarillas comienzan a abrirse y cientos de niños emergen a la superficie de la ciudad, saliendo de su escondrijo anegado por las aguas. Es supervivencia pura y dura. Mendigan, algunos solos, los más pequeños al pecho de sus madres para causar más compasión en el viandante. Otros pequeños son captados por mafias que les obligan a pedir por las calles. Otro negocio más a costa de explotar a los menores.Situaciones que nosotros jamás podremos entender desde nuestra cómoda posición, situaciones que tienen difiícil solución. Por mucha cumbre G20 que se convoque y que a los niños de la calle, si es que saben que su presidente les representa en ella, les parecería frívola y casi burlesca.
Addís es una ciudad caótica, no tiene una organización radial, por tanto no hay un centro específico de la ciudad, pero tampoco es cuadriculada, sino un cruce de calles sin ton ni son, que le confiere un encanto especial. Ellos se organizan perfectamente y encuentran el orden dentro del desorden de sus calles. Una muestra de ello es el tráfico intenso, y sin embargo raras veces hay altercados o accidentes graves (digo graves, porque leves hay muchos!), ni pérdidas de paciencia excesivas en el caos circulatorio de los miles de coches que cruzan las calles y avenidas principales. También en el parque móvil se aprecian los contrastes: vehículos destartalados de más de 20 años conviven con flamantes Toyota Land Cruiser 200, que estoy en condiciones de afirmar que en el mercado español tienen un valor de 90 mil euros...
Quizás la zona más segura para el turista sea Bole Road pues es el centro neurálgico político-administrativo, en el que se concentran todas las embajadas y algunas de las suntuosas mansiones de los altos cargos, observamos que aquí la vigilancia policial es grande. Otras calles destacadas son Piazza, Churchill Street y la zona de Merkato, una enorme barriada llena de tiendas donde se mueve gran parte de las divisas de la ciudad e incluso del país. Sin olvidar Meskel Square, que es zona de encuentro de varias calles y donde encontramos una parada para tomar los minibuses muy concurrida. Recomiendo recorrer la ciudad en minibuses, son muy baratos, 1 ó 2 birrs el trayecto, ágiles, hay paradas constantemente y a pesar de ir completamente apelotonados es mucho más divertido que moverse en taxi.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En Addís se puede comprar de todo, siempre que tengas dinero para pagarlo...No en vano es la capital del país y sede de la Unión Africana, una gran ciudad con más de 6 millones de habitantes...extraoficialmente. Grandes supermercados como Denbel, centros comerciales como el Friendship en Bole, cafeterías con el aromático y excelente bunna, macchiatos y repostería buenísima, zumos naturales dignos de probar, de mango, papaya, aguacate...todo a precios muy asequibles para el farenyi. Merece la pena probar la inyera, aunque el primer dia me resultó muy mala, aprendí que, como en todo, hay diferentes calidades de inyera y distintos ingredientes, así que con una buena elección puede resultar un plato delicioso. Nosotras nos quedamos con la inyera con doro wat y shiro , nuestra preferida. Fue probarla y ya no poder prescindir de ella.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Paseando por sus calles, en todo momento nos hemos sentido seguras, muy bien acogidas y respetadas. Sus gentes son hospitalarias y abiertas con los extranjeros. Con el etíope y el africano en general siempre hay que regatear precios, ya que es norma habitual y muy comprensible que intenten sacar algo de los farenyis ( foreigners, extranjeros) a los que presuponen un nivel económico más elevado, pero rara vez desconfiar que puedan robarnos, excepto en Merkato en que hay que estar atentos y tomar precauciones con los carteristas. Al menos nosotras lo hemos percibido así. Volvería sola (volveré sola) sin dudarlo, con las precauciones lógicas a tomar en cualquier gran ciudad del mundo, pero sin ningún temor.
Quizás la zona más segura para el turista sea Bole Road pues es el centro neurálgico político-administrativo, en el que se concentran todas las embajadas y algunas de las suntuosas mansiones de los altos cargos, observamos que aquí la vigilancia policial es grande. Otras calles destacadas son Piazza, Churchill Street y la zona de Merkato, una enorme barriada llena de tiendas donde se mueve gran parte de las divisas de la ciudad e incluso del país. Sin olvidar Meskel Square, que es zona de encuentro de varias calles y donde encontramos una parada para tomar los minibuses muy concurrida. Recomiendo recorrer la ciudad en minibuses, son muy baratos, 1 ó 2 birrs el trayecto, ágiles, hay paradas constantemente y a pesar de ir completamente apelotonados es mucho más divertido que moverse en taxi.
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En Addís se puede comprar de todo, siempre que tengas dinero para pagarlo...No en vano es la capital del país y sede de la Unión Africana, una gran ciudad con más de 6 millones de habitantes...extraoficialmente. Grandes supermercados como Denbel, centros comerciales como el Friendship en Bole, cafeterías con el aromático y excelente bunna, macchiatos y repostería buenísima, zumos naturales dignos de probar, de mango, papaya, aguacate...todo a precios muy asequibles para el farenyi. Merece la pena probar la inyera, aunque el primer dia me resultó muy mala, aprendí que, como en todo, hay diferentes calidades de inyera y distintos ingredientes, así que con una buena elección puede resultar un plato delicioso. Nosotras nos quedamos con la inyera con doro wat y shiro , nuestra preferida. Fue probarla y ya no poder prescindir de ella.
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Paseando por sus calles, en todo momento nos hemos sentido seguras, muy bien acogidas y respetadas. Sus gentes son hospitalarias y abiertas con los extranjeros. Con el etíope y el africano en general siempre hay que regatear precios, ya que es norma habitual y muy comprensible que intenten sacar algo de los farenyis ( foreigners, extranjeros) a los que presuponen un nivel económico más elevado, pero rara vez desconfiar que puedan robarnos, excepto en Merkato en que hay que estar atentos y tomar precauciones con los carteristas. Al menos nosotras lo hemos percibido así. Volvería sola (volveré sola) sin dudarlo, con las precauciones lógicas a tomar en cualquier gran ciudad del mundo, pero sin ningún temor.
Addís me robó un pedacito de corazón, allí dejé parte de mi alma y espero que de mi conciencia. A pesar de la pobreza y la indigencia, de los fuertes contrastes, me ganó, me convenció. Es una ciudad donde convive lo moderno y lo arcaico hasta alcanzar límites insospechados. Pero me cautivaron mucho más aún las poblaciones que después visitamos y que dejaré para otra etapa...
-Fotografías:
- Bole Road desde la terraza del KZ hotel, en domingo, con muy poco tráfico.
- Minibus y taxis en Bole.
- Zona residencial detrás de Bole Road.