En la isla hay siete restaurantes. Pos supuesto, no los probamos todos, porque, teniendo en cuenta los precios, algún día comimos o cenamos fideos, frutos secos y cosas así que habíamos comprado en Lumut.
La fruta que nos dejaron en la habitación también se aprovechaba...
En el Feast Village puedes desayunar y cenar. Las cenas no las llegamos a probar, pero los desayunos son cosa de otro mundo. Platos de la India, japoneses, chinos, malayos, repostería francesa, tostadas, pan de diversos tipos, fruta, ensaladas, huevos, toertillas acabadas de hacer, zumos al gusto (escoges la fruta tú mismo) y recién hechos, yogures, cereales... cualquier cosa que puedas llegar a desear, allí la tienes (bueno, menos pan con tomate y fuet, que después de veintitantos días de viaje es lo que más echo a faltar yo...). Puedes escoger mesas de cara al mar, o con vistas a la montaña... qué dilemas cada mañana!!
Vistas a la montaña desde el Feast Village
El Royal Bay Beach Club abre para comer y para tomar alguna copa o picar a media tarde. no comimos ningún día allí, pero nos tomamos algún café y algún heladito la mar de rico. Está al lado de la infinity pool, pero como apenas la usamos (estaba siempre aglomerada, a veces cinco o seis personas a la vez...) porque preferíamos ir a la piscina del Spa Village pues tampoco usamos mucho el bar.
El Chapman’s Bar está en Emerald Bay y es, pues eso, el bar de la playa. Comida sencilla (ensaladas, noodles, hamburguesas, sanddwitches, patatas fritas, calamares a la romana), pero muy buena. Comimos allí dos días y nos salió por unos 15 € por persona (es lo más asequible de la isla). Uno de los días nos regalaron un helado a cada uno.
Uno de los clientes habituales del Chapman's Bar
El Jamu Bar es el japonés del lugar. Está junto a la piscina del Spa Village. Los precios son parecidos a los del Chapman’s Bar (un poco más caro). No probamos el sushi, pero la tempura y los noodles estaban muy ricos. Además, el ambiente es muy, muy tranquilo. De hecho, es el restaurante que escogimos para comer después de nuestro baño malayo, para relajarnos un poquito más. Si quieres allí pueden organizarte una cena privada.
Uncle Lim’s Kitchen es el restaurante chino. La verdad es que esperaba un poquito más de calidad. Los camareros parece que vayan un poco despistados, tardan mucho en tomarte nota y traer los platos (aunque, la verdad, como tampoco tienes nada más que hacer, acaba no importándote mucho). Pero tienen también algún detalle. Nosotros pedimos, entre otras cosas, unos rollitos de pato que se olvidaron de traer. Al hacérselo notar al camarero, nos los trajo enseguida y dijo que eran un obsequio por el error.
Patos... Sí, sí, con los que hicieron los rollitos.
Los dos restaurantes de más calidad son el Fisherman’s Cove y The Straits. Al primero no fuimos ningún día, porque era muy caro. Solo abre para cenar y no hay carta. Escoges el pescado que quieres y te lo cocinan como tú pidas. La idea no está nada mal, pero el caso es que estaba siempre vacío.
The Straits abre también solo para cenar. Pero la verdad es que es toda una experiencia. Cuando reservas escoges el menú. El sitio es precioso. Las mesas (muy pocas) son una especie de balconcillos sobre la playa que te dan mucha provacidad. Parece que esté cenando tú solo.
Te asignan un camarero al que a penas ves (aparece misteriosamente cuando lo necesitas). No recuerdo todos los platos que llegamos a probar, pero estaba todo buenísimo (menos el postre): aperitivos chinos, sopa de langosta, atún cocinado de alguna manera que no conozco... y un vinito blanco para acompañarlo. Mejor que la comida, el sitio. Estuvimos unas tres horas cenando y yo aún me hubiese quedado más tiempo.
Si con todos estos restaurantes no tienes suficiente también pueden prepararte una barbacoa en tu habitación o una cena privada en Emerald Bay.
En fin, para todos los gustos, pero por desgracia, no para todos los bolsillos.
La fruta que nos dejaron en la habitación también se aprovechaba...
En el Feast Village puedes desayunar y cenar. Las cenas no las llegamos a probar, pero los desayunos son cosa de otro mundo. Platos de la India, japoneses, chinos, malayos, repostería francesa, tostadas, pan de diversos tipos, fruta, ensaladas, huevos, toertillas acabadas de hacer, zumos al gusto (escoges la fruta tú mismo) y recién hechos, yogures, cereales... cualquier cosa que puedas llegar a desear, allí la tienes (bueno, menos pan con tomate y fuet, que después de veintitantos días de viaje es lo que más echo a faltar yo...). Puedes escoger mesas de cara al mar, o con vistas a la montaña... qué dilemas cada mañana!!
Vistas a la montaña desde el Feast Village
El Royal Bay Beach Club abre para comer y para tomar alguna copa o picar a media tarde. no comimos ningún día allí, pero nos tomamos algún café y algún heladito la mar de rico. Está al lado de la infinity pool, pero como apenas la usamos (estaba siempre aglomerada, a veces cinco o seis personas a la vez...) porque preferíamos ir a la piscina del Spa Village pues tampoco usamos mucho el bar.
El Chapman’s Bar está en Emerald Bay y es, pues eso, el bar de la playa. Comida sencilla (ensaladas, noodles, hamburguesas, sanddwitches, patatas fritas, calamares a la romana), pero muy buena. Comimos allí dos días y nos salió por unos 15 € por persona (es lo más asequible de la isla). Uno de los días nos regalaron un helado a cada uno.
Uno de los clientes habituales del Chapman's Bar
El Jamu Bar es el japonés del lugar. Está junto a la piscina del Spa Village. Los precios son parecidos a los del Chapman’s Bar (un poco más caro). No probamos el sushi, pero la tempura y los noodles estaban muy ricos. Además, el ambiente es muy, muy tranquilo. De hecho, es el restaurante que escogimos para comer después de nuestro baño malayo, para relajarnos un poquito más. Si quieres allí pueden organizarte una cena privada.
Uncle Lim’s Kitchen es el restaurante chino. La verdad es que esperaba un poquito más de calidad. Los camareros parece que vayan un poco despistados, tardan mucho en tomarte nota y traer los platos (aunque, la verdad, como tampoco tienes nada más que hacer, acaba no importándote mucho). Pero tienen también algún detalle. Nosotros pedimos, entre otras cosas, unos rollitos de pato que se olvidaron de traer. Al hacérselo notar al camarero, nos los trajo enseguida y dijo que eran un obsequio por el error.
Patos... Sí, sí, con los que hicieron los rollitos.
Los dos restaurantes de más calidad son el Fisherman’s Cove y The Straits. Al primero no fuimos ningún día, porque era muy caro. Solo abre para cenar y no hay carta. Escoges el pescado que quieres y te lo cocinan como tú pidas. La idea no está nada mal, pero el caso es que estaba siempre vacío.
The Straits abre también solo para cenar. Pero la verdad es que es toda una experiencia. Cuando reservas escoges el menú. El sitio es precioso. Las mesas (muy pocas) son una especie de balconcillos sobre la playa que te dan mucha provacidad. Parece que esté cenando tú solo.
Te asignan un camarero al que a penas ves (aparece misteriosamente cuando lo necesitas). No recuerdo todos los platos que llegamos a probar, pero estaba todo buenísimo (menos el postre): aperitivos chinos, sopa de langosta, atún cocinado de alguna manera que no conozco... y un vinito blanco para acompañarlo. Mejor que la comida, el sitio. Estuvimos unas tres horas cenando y yo aún me hubiese quedado más tiempo.
Si con todos estos restaurantes no tienes suficiente también pueden prepararte una barbacoa en tu habitación o una cena privada en Emerald Bay.
En fin, para todos los gustos, pero por desgracia, no para todos los bolsillos.